Luego de casi cuarenta años de el último capítulo de la serie de mi infancia, He-Man y los Amos del Universo (He-Man and the Masters of the Universe), la cual no tuvo un cierre “oficial”, Netflix decide presentar una producción que anunció como el cierre “épico” de la misma, apelando, principalmente a la nostalgia, pero luego, para variar, usándola luego como caballo de Troya ideológico.
Lo que en su momento fue una serie cargada de valores, con moralejas al final de cada capítulo, -incluso, en uno de ellos se llegó a hablar positivamente de la igualdad y complementariedad de hombre y mujer-, fue “deconstruido”, mejor dicho, destruido, aún más, pulverizado, y convertido en un bodrio ideológico insufrible. Ya lo habían hecho previamente con la hermana del personaje, She-Ra, en la cual hubo abiertos mensajes de la agenda LGBTQ++.
Se había pensado, en el caso de He-Man, que por haber presentado un tráiler que mostraba lo que estábamos acostumbrados a ver en esa serie, esta sí sería respetada, aunque ya previas filtraciones que hicieron ver que lamentablemente no sería así, y efectivamente así fue.
Entonces, en vez de presentarnos una producción a la altura de lo que la serie era, y representaba, nos metieron a la fuerza una producción en la que el protagonista desaparece de escena, para dar protagonismo a Teela, personaje que en la serie original era físicamente femenina y estilizada, pero ahora convertida en un cuasimacho musculado con peinado estereotípico del lesbianismo (referido en redes como peinado de “lesbiana ‘defecacatedrales’”, realmente usando la palabra con c, ver ilustración de abajo) y una “compañera” (por cierto “de color”).
Ya lo dije en artículo anterior: la técnica propagandística es ir insinuando de a poco la inclinación de los personajes para luego, una vez que se esté acostumbrado al mismo decirlo abiertamente y que, debido a que ya se ha visto que es bueno y heróico, no nos hagamos problema de que quieran hacernos menos reacios a la normalización ideológica de su sexualidad.
De resto, como es parte de la nueva agenda: las mujeres tienen un protagonismo caracterizado por una superioridad de condiciones intelectuales, personales y morales, solo por ser mujeres, respecto a los personajes masculinos.
Ojalá y la reacción sostenida de adversidad que se está viendo en las redes se vea también reflejada en lo económico, que Mattel, la empresa que tiene principalmente los derechos sobre esta serie, entienda y asimile que nunca, pero nunca, debió haber prestado a su personaje emblemático, y con valores, de los Ochenta, para esta clase de farsa ideológica siniestra que mata e infecta todo lo que toca para destruir la sociedad e implantar en ella valores antinaturales cuya raíz es el comunismo. Amanecerá y veremos. Padres, mucho cuidado con lo que están viendo sus hijos en televisión. Oremos (1Tim, 2,1-4) Dios con nosotros.
Autor: Javier Gómez Graterol, religioso / periodista
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