He visto y constatado con asombro el como la inteligencia artificial está creando un nuevo revuelo en las redes sociales. Varios jóvenes y expertos aparecen hablando de sus nuevos alcances, novedades y capacidades realmente sorprendentes.
Con estupor puede verse como, en cuestiones de segundos con esta inteligencia, se puede, y de hecho se hace, generar contenidos, imágenes, cálculos sofisticados, diseños, jugar, participar en procesos de toma de decisiones (incluyendo las jurídicas), etc.
Todos esto que antes parecía propio de la ficción tiene ahora tintes que resultan espeluznantes:
1. Máquinas que deciden, dizque basadas en datos que se les presentan, pero que siempre tendrán por herencia el sesgo humano de quien les creó.
2. Acostumbrarnos a que hagan, decidan piensen por nosotros.
3. Que no se cuestione de dónde sale la información que esa máquina crea, y que no se diga qué criterios de filtración utilizó.
4. Asociar una máquina que dice hacer todo más fácil para todos a gente que no lee, no tiene criterio, profundidad de análisis, y a la que ni siquiera le interesa saber de dónde sale la información .
5. Estar en una época de dictadura de medios: vemos cómo las más grandes redes y medios tradicionales favorecen agendas de izquierda. Se está viendo el peligro de la influencia del comunismo chino en el mundo, y el cómo una simple aplicación como Tik Tok es una amenaza en extremo preocupante, tanto por su capacidad de espionaje, como la de ser adictiva.
6. Crecimiento de índices de ansiedad y depresión en los jóvenes, principalmente porque las redes ofrecen todo con inmediatez, y la vida real no.
Puedo extenderme más , pero el punto principal y clave de mi pensamiento en voz alta de hoy es: ¿estamos viendo que toda esta tecnología está configurando nuestros cerebros, y que a fuerza de tanto hacer todo por nosotros podría llegar incluso a límites en extremo absurdos de dependencia? ¿Terminaremos convertidos en una sociedad de control masivo y sin privacidad (como la profetizada por George Orwell en su novela 1984, o tal vez algo que supere a esa ficción)? Dios, y nuestros millones de años de adaptación a nuestro entorno hostil, plasmados en nuestros genes, tendrán mucho que decir en esta interacción. Sé que Dios tiene la última palabra, pero ver que se está buscando que prácticamente no pensemos no deja de resultarme preocupante. Dios con nosotros.
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