Complacer a todo el mundo es imposible: La Iglesia, por mencionar un ejemplo, se pronuncia sobre algo, y nunca falta quien dice o pregunta ¿Y por qué no lo hace sobre tal o cual cosa? Se hace un evento eclesial sobre una necesidad en específico y preguntan ¿Por qué no hacen otro sobre esto? Y así sucesivamente. Aun peor, cuando hace un evento sobre repartición de algo, nunca falta el que queda inconforme por algo y pregunta por qué no se hace de otra manera.
Ni Dios se escapa de eso: ¿Y por qué Dios no hace tal o cual cosa? O ¿Por qué permite tal cosa? Lamentablemente no se puede complacer a todo el mundo. Jesús hizo milagros, curaciones, y aún así, le pedían señales (Mt 12,38) y Él, con hartazgo ante esa actitud, se negó a darlas.
Estimados: No se puede complacer a todo el mundo, punto. Es una verdad con la que hemos de vivir. En esta época en la que muchos quieren que los sentimientos sean los que imperen sobre la verdad y los valores absolutos, lamentablemente, no se puede complacer a todos, y menos quien aspira a ser un cristiano auténtico.
Religiosos, sacerdotes y laicos, consagrados o no, créanme, pueden vivir sin que se les agradezca lo que hacen, eso no molesta, porque se sabe que la recompensa es de Dios, en el Cielo y que en el Paraíso solo estaremos cuando muramos. Sí suele causar molestia, y tenemos que aprender a vivir con ello, el usual despectivismo de quienes van a los eventos eclesiales creyéndose con derecho a recibir. Tal situación suele ser hiriente y desmoralizante, no porque no se sepa que va a haber quien actúe así, sino porque esa actitud, cuando se repite mucho, suele causar la sensación de que se ara en el mar, a pesar de que realmente no sea así, pero suele dar esa impresión.
Si usted percibe la ayuda como algo a lo que usted tiene derecho, usted está en un error, lo que caracteriza a la ayuda es que es voluntaria. No haga como ese viejo chiste que se le suele atribuir a Simón Bolívar, que dice “te mando unos voluntarios encadenados a la batalla”.
Antes de criticar o preguntar a alguien “¿y por qué no?”, trate de averiguar el por qué sí. Conocer el porqué se hace algo de tal manera es una mejor forma de entenderla y, partiendo de eso, de ayudar a ser agente de cambio en esa situación. Hemos visto y seguiremos viendo en esta época, cómo en política se ha llegado al poder mediante criticar a quien está y su desempeño, y poner al tipo que más grita y afirma que logrará el cambio, para luego ver, en poco, muy poco tiempo de tomar el poder que gradualmente lo va poniendo todo peor de como estaba.
Cuando usted piense que está siendo útil o que está haciendo un aporte, de paso, necesario, al preguntar en tono ¿Y por qué no? Créame, no está ayudando mucho. Dedíquese a indagar el por qué sí, se afinará usted en el arte de la escucha, y una vez que haya tenido toda la información, podrá dar una mejor solución y ser un verdadero agente de cambio. Criticar es fácil, escuchar activamente, ayudar a construir, y aportar algo verdaderamente útil, cuesta más. Críticos y expertos, en todas partes, ya lo vemos en quienes están destruyendo a sus países, por haber llegado criticando, pero solo empeoran la situación. Dios con nosotros
Autor: Javier Gómez Graterol, religioso / periodista
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