Análisis

Javier Gómez Graterol, religioso/periodista: Ensañamiento y populismo

Mientras que, en el período pasado, Trump aseguró que Clinton debería estar en la cárcel, por haber comprometido la seguridad de su país, con descuidos como, haber dejado documentos clasificados en su hotel olvidados, y haber utilizado su correo personal, sin cifrar, para enviar información confidencial (los cuales providencialmente ayudaron a muchos a abrir los ojos sobre quién era realmente la personaje), Trump luego respetó su libertad.

Luego de que, apenas hubo subido al poder Trump, el periodista Tucker Carlson dejase en ridículo a un activista que invitaba a protestar por las “potenciales acciones de Trump contra el colectivo LGTBQ++” simplemente con preguntarle cuáles eran esas supuestas acciones, y este no supiese responder, igual se dieron las protestas.

Habiéndose visto la actitud permisiva de muchas autoridades demócratas, en sus estados, con respecto a las manifestaciones violentas, en especial las de Black Lives Matter, en las cuales hubo saqueos contra pequeños comerciantes, destrucción de propiedades, y alborotos que dejaron grandes daños patrimoniales y morales, no se aplicó justicia.

Vimos, (con mucha similitud a lo de Venezuela, Argentina, e incluso Noruega), oleadas de destrucción de estatuas de figuras históricas (vistas ahora desde el filtro ideológico-reduccionista de la corrección política), acompañadas, de nuevo, por una gran permisividad de las autoridades. Viéndose luego a la erección de la estatua de Baphomet, justo frente al monumento de los Diez Mandamientos, situado fuera del edificio del Capitolio de la ciudad de Oklahoma.

Presenciamos una exhaustiva investigación contra Trump sobre la supuesta “trama rusa”, en la que no se le demostró nada, pero se hizo con ensañamiento. Con estupor pudo verse que en redes se censuró y sigue censurando la denuncia contra Hunter Biden, hijo del actual presidente, sobre sus negocios con el crimen organizado y la compañía Burisma. No solo hubo censura a esta noticia, sino que simplemente no ha habido investigación.

Hay ensañamiento por derogar todo lo que ha aprobado Trump, y lo más absurdo, por hacerle un juicio de destitución (impeachment) a pesar de que se ya no es presidente, añadiendo la actual avalancha de cancelaciones y censura sobre él, que de fondo se busca su “muerte política”, y que sea un chivo expiatorio a quien culpar, como siempre necesita todo comunista. Súmenle que cancelaron sus cuentas en redes sociales, y bancarias.

Comenzó Biden su primer día de trabajo en Casa Blanca emitiendo órdenes y decretos ejecutivos, entre los que destacan: estar preparándose para desplegar soldados al Medio Oriente; volver a plegarse al TPP (del que Trump se salió porque lleva empleos fuera de Estados Unidos); decretando que los travestidos pueden entrar al baño de mujeres, y hombres que con cambio de sexo pueden competir deportivamente con mujeres; decretando que cobrarán multa por no unirse al Obamacare; dejando a 57.000 personas sin empleo al cancelar el oleoducto de Keystone; subiendo los impuestos: corporativos del 21 al 28 %, los “incometax” y nóminas del 37 % al 52 %, a las pequeñas empresas, del 29,6 al 39,6 %, y el de las ganancias de capital e impuestos a los dividendos de 23,8 % a 43,4 %. Todo eso para darle mayor poder al Estado y empezar la repartición populista. Decía Maquiavelo que una de las formas más efectivas de someter a un pueblo es arruinarlo. Siempre es más fácil destruir que construir. Y ya sabemos que la crisis que viene será “culpa de la anterior gestión”. Si la principal nación del mundo cae por el comunismo tiempos duros vienen. Debemos aplicar 1 Timoteo 2,1-4 con urgencia. Dios con nosotros.

Autor: Javier Gómez Graterol, religioso/periodista

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