Como ya he escrito en columnas anteriores, tengo poco de saber que soy Ásperger (ahora Autismo nivel 1, clasificación que en lo particular no me gusta, pero no voy a hablar de eso ahora). Ello ha resignificado mi vida, y me ha ayudado a comprenderme mejor, a mi familia, a los míos, en especial a mi papá, siendo que ambos hemos sido siempre comparados humorísticamente, en casa, por lo parecido de muchos rasgos de nuestra personalidad.
Con lo primero que he tenido que toparme, después de haber sido diagnosticado, es con la duda, incluso incredulidad de muchos de mi entorno (la cual a veces resulta dolorosa). Me hace ver que esa frase que en cierta forma es uno de los mensajes de la película El Guasón (The Joker), que dice que, cuando uno tiene una condición la gente quiere que actúes como si no la tuvieras, es muy cierta.
Con lo segundo es con los términos “monotropismo” e “hiperfocalización” que son, según yo, las formas en las cuales más se manifesta en mí mi condición, (ningún Ásperger es igual a otro, sino que comparten características en común pero en diferente grado). El monotropismo es cuando una persona tiene dificultad para cambiar de una actividad a otra debido a que se hiperfocaliza (concentra demasiado) en la tarea que hace. Para bien o para mal, el monotropismo viene acompañado de un desempeño diferente y más lento en tareas que implican la función ejecutiva, atención, velocidad de procesamiento y la coordinación motora, (de hecho, nunca he sido especialmente bueno en los deportes). Gracias a las herramientas que he venido desarrollando por el acompañamiento del psicólogo Ernesto Reaño, mi diagnosticador inicial, y actual acompañante-tratante, he venido creciendo en cómo manejarme mejor y ser más funcional en aquello en lo cual no solía serlo. El doctor Reaño también me ha hecho ver, leer e investigar, sobre el autismo en todos sus niveles desde el punto de vista espiritual, (tal y como lo mencioné en mi artículo “Mi nuevo nicho apostólico http://cutt.ly/minicho) y con esto desarrollar herramientas para poder ayudar en la parte espiritual tanto a quienes tienen esta condición, como a sus familiares. Actualmente oriento espiritualmente, tanto a neurotípicos como a autistas como yo, y eso me llena de mucha satisfacción, puesto que Dios me ha hecho ver que mis mismas limitaciones son a la vez capacidades de ayudar al otro, y eso, a la luz de ayudar en la evangelización, no tiene precio. Dios con nosotros.
Artículos relacionados:
Javier Gómez Graterol, religioso / periodista: Autismo y espiritualidad
Javier Gómez Graterol, religioso/periodista: Mi nuevo nicho apostólico
Javier Gómez Graterol, religioso / periodista: Cristianos incapaces
Javier Gómez Graterol, religioso / periodista: Por qué odié a “El Guasón” (The Joker)
Javier Gómez Graterol, religioso/periodista: ¿Es pecado utilizar el “lenguaje inclusivo”?