Todos conocemos a las clásicas criaturas chupasangre de la ficción, hay demasiada literatura y películas al respecto. Muchos conocemos, pero pocos concienciamos, la existencia de los llamados “vampiros emocionales”, concepto con el que se denomina a aquellas personas que afectan negativamente sus entornos y son capaces de quitarle el buen humor al más pintado.
Los hay de tres clases: la primera, quien lo hace de forma inconsciente, la segunda y tercera lo hacen de forma consciente, la segunda es el que lo hace cuando se siente amenazado y lo usa como mecanismo de defensa, principalmente, y la tercera, más psicopática, puede encerrar la segunda pero ejercerlo también como mecanismo de coacción y/o manipulación. Muchos de ellos son personas “normales” hasta que se les da poder, sea en un entorno laboral o en una relación.
¿Qué caracteriza a un vampiro emocional? Dependiendo de su tipo:
1. Ser criticones: buscan que te sientas inferior a ellas, así que tú siempre estás equivocado y él sabe la verdad de todo, una verdad que eres incapaz de saber por tu cuenta. Si secuestiona su actitud, dirá que “solo quiere lo mejor para ti”.
2. Pesimista: vive apesadumbrado, todo le parece negativo, cuesta horrores convencerle de que es siendo demasiado pesimista, principalmente porque siempre tiene preparada una justificación a su negativismo,
3. Catastrofistas: para ellos la vida es hacer frente a una larga lista de peligros e inminentes desgracias. Apenas pasa algo, empiezan a imaginar los peores escenarios “para que no les sorprenda la desgracia” para ellos sus problemas siempre mucho más importantes que el tuyo, suelen descargar todos sus problemas cuando hablan, y pocas veces se muestran abiertos a escucharte y apoyar, es más fácil que, cual subasta, cuenten un problema aún mayor que el tuyo para seguir siendo ellos el “centro de atracción”.
4. Sarcásticos: son quienes hacen constantes comentarios hirientes, disfrazados de humor, y con ello se cubren las espaldas.
5. Pusilánime: son los típicos “pobrecitos” que se muestran como desvalidos, sin capacidad para desenvolverse por sus propios medios, y suelen buscar causar lástima a quienes les rodean para buscar que los demás centren su atención en ellos.
Todos ellos tienen en común: carencia de aprobación, tener siempre justificaciones y pretextos para justificar su modo de ser y proceder, y tratar de mostrarse siempre como buenas personas. En todos ellos su manera de relacionarse se dará por estos “mecanismos de defensa” que ha ido desarrollando, adquiriendo y consolidando durante toda su vida.
En mi siguiente entrega hablaré más extensamente del tema, es importante saberlo, aún más adquirir pautas para neutralizarlos.
Autor: Javier Gómez Graterol, religioso/periodista
Artículos relacionados:
Mons. Jesús Pérez: Corazones destrozados
Javier Gómez Graterol, religioso/periodista: Responder al mal como se debe
Javier Gómez Graterol religioso/periodista: El dinero no resucita