Una de las canciones que más me ha gustado desde que la escuché activamente es la del grupo R.E.M. que se titula “Everybody hurts” (todo el mundo hiere https://youtu.be/Skdt0snFwxg ) que dice algo así como: todo el mundo hiere alguna vez en la vida, todo el mundo es herido alguna vez en la vida, por lo tanto, no retraigas tu mano (no tires la toalla, también podría traducir). Me parece una de las canciones de contenido más evangélico que hay. Invita a reconocer nuestra capacidad de herir y ser heridos; que somos vulnerables; que podemos hacer daño a otros, aunado a esa invitación a perseverar y seguir teniendo fe en los demás. El vídeo se sucede en un embotellamiento en el cual, en cada vehículo hay una historia diferente sucediendo, y se nos muestra lo que piensan los que están dentro, detallando incluso que hay una gran incomunicación en algunos de ellos.
Ya lo he comentado en artículos anteriores, suelo rezar por: aquellos a quienes hice pecar, he sido partícipe de su pecado, he escandalizado, he hecho daño, y he alejado de Dios en vez de haberles acercado. En la parte de “he hecho daño” incluyo aquellos a quienes he herido. Aquellos que, si viese de nuevo, me tocaría pedirles perdón y, así puedan perdonarme o no, cerrar mi ciclo con ellos para poder enmendar esa falta cometida. Estos últimos meses he estado trabajando en mis heridas, rencores, y errores, incluso bregando con personas que necesitan disminuir a otros para brillar ellos, cuya conducta puede ser bastante tóxica si uno se deja llevar y/o actúa en consecuencia a lo que recibe. Puedo decir que me siento en paz, libre, y aún mejor, creo que no sentiría ninguna vergüenza o impedimento por orgullo en pedir perdón y admitir en qué fallé. Siento que, gracias a Dios, a pesar de que puede molestarme inicialmente la conducta de quienes me hagan algo negativo, ya no soy el mismo, que estoy aprendiendo a no asumir igual lo que recibo. Por eso doy gracias. Hoy sigo viendo que la cita Romanos 8,28, que afirma que Dios dispone de todas las cosas, repito, todas, para bien de los que le aman, es una verdad auténtica, y que, a pesar de mis errores, de las personas a las que consciente o inconscientemente herí o hice mal porque me hicieron daño, justificado o no, sigo siendo amado por Dios, que Él no ha perdido la fe en mí, me está ayudando a enmendar mis errores, incluso redimirlos, y ayudándome a salir adelante. Aún mejor: desde lo que me ha pasado, me ha dado herramientas para ayudar a otros y reparar el daño con eso.
Sé que me falta mucho aún, que dada mi condición de autismo, algunas cosas las haré diferentes a como las hacen los demás, pero hoy más que nunca soy consciente de que Dios ha estado y está conmmigo. Solo eso me basta, sé que todo es para mi bien, por esodejo lastres atrás, intento encarar mis temores… y agradezco.
Autor: Javier Gómez Graterol, religioso / periodista
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