Así como un médico que fuma puede sentir cierta culpa al decir a sus pacientes que no lo haga porque en el fondo no lo practica él, nosotros, los encargados de predicar, personas llenas de defectos a quienes Dios, en sus raros misterios elige como instrumentos suyos para expandir su Reino, nos pasa que de cuando en cuando nos cuestionamos sobre la coherencia entre lo que predicamos y lo que hacemos vida y ejemplo. A fin de cuentas, es cierta la afirmación psicológica “lo que expresas hace tanto ruido que no me deja escuchar lo que dices”.
Últimamente me ha tocado responder a muchos en mis asesorías espirituales con una de las frases que para mí, repito, para mí, es expresión de los más grandes, pero verdaderos, misterios de Dios, Romanos 8,28: “Sabemos, además, que Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que Él llamó según su designio”: ¡¿Todas las cosas!? ¿Todas? ¡Todas! ¿En serio todas?
Sí, es mi respuesta. Lo sé, y puedo afirmar que es así porque es algo que he visto que ha pasado y pasa en mi vida. En estos últimos años de mi camino espiritual, con sus altibajos; mis caídas; fallas (algunas más miserables que otras); tropiezos; inconstancias, frustraciones, etc., he notado y sigo viendo que todo eso lo ha tomado y lo toma Dios para mi bien.
Cuando nos pasa algo malo, no sucede como nosotros queremos que pase, o nos vemos confrontados por nuestra miseria, bajeza, por ese lado oscuro y pecador que nos avergüenza contar, por nuestras limitaciones, es natural que sintamos impotencia, ira, frustración, temor y cualquier otra sensación desagradable que podamos añadir a la lista, pero, repito, pero, hemos de saber e internalizar que si amamos a Dios, y seguimos fieles a Él, Él dispondrá de todo eso para nuestro bien.
Actualmente están incrementando las tasas de suicidio; los índices de depresión van en alza; y se está levantando todo un mercado de soluciones fáciles y gurúes que están aprovechando esta oleada de gente víctima de su deseo de controlar lo que les pasa para hacer fortuna. Si de verdad comprendiésemos e internalizásemos que esta revelación de Dios, que nos habla de su forma misteriosa de obrar, le amaríamos más y procuraríamos mantenernos más en Él. También veríamos nuestra propia pequeñez y automáticamente creceríamos en humildad.
Estimado lector, soy alguien que ha caído y fallado miserablemente en su vida espiritual, tal vez si me conocieses personalmente, supieses mis defectos, en lo que he fallado, fallo, caído y caigo, dudarías de mí con sobrada y justificada razón. Sé que no soy el mejor ejemplo a seguir, pero si estás pasando por una tormenta en tu vida, lo único que podré decirte con sobrada razón es esto: si amas a Dios, y te mantienes en Él, Él dispondrá lo que actualmente te pasa para tu bien. Dios es el ser que abre infinitas posibilidades donde nosotros las vemos cerradas. Hazlo vida y te sorprenderás. Dios te bendiga.
Autor: Javier E. Gómez Graterol, religioso / periodista
Artículos relacionados:
Javier Gómez Graterol, religioso / periodista: “¿Tienes una dificultad? Tal vez sea por esto…”
Javier Gómez Graterol, religioso/periodista: En Dios, se puede
Javier Gómez: Los escándalos “noticiosos” de la Iglesia
Javier Gómez Graterol, religioso/periodista: La caridad como venganza