Últimamente me ha tocado recomendar a más de uno, tanto en mi consultorio virtual, como fuera de él, leer Hechos 16,30-32, el pasaje donde el “carcelero suicida” en su encuentro con Pablo se sintió tocado por Dios, e impresionado: “los sacó fuera y les dijo: ‘Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?’. Le respondieron: ‘Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa’. Y le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa”.
Enfatizo: ¡Serás salvo tú y tu casa! Y resalto también que ¡es una afirmación bíblica! ¡Es, nada más y nada menos que algo que viene del mismísimo Dios!
Creer en Cristo, de verdad, de corazón, es cambiar de pensamiento, de modo de ser, de actuar, y eso nos hace, sin siquiera darnos cuenta, agentes de cambio y salvación.
Si tu hogar está actualmente en problemas y no ves la solución, te pregunto lo mismo que he preguntado a quienes les he recomendado este pasaje: ¿dónde está Dios en la relación?
A quienes les he hecho esta pregunta, al momento de escucharla han reaccionado, en su mayoría, como quien recibe un mazazo en la cabeza, han visto que el gran ausente de la relación es Dios.
Una relación real y duradera, sea del tipo que sea, es la que pone a Dios como base. Así que, para salvar un hogar o cualquier interacción humana dañada, Jesús, quien hace nuevas todas las cosas, es el mejor punto de partida y agente de cambio.
También hay que destacar que el seguimiento implica el anuncio, tal como lo dice el pasaje que acabo de citar, serás salvo… y les anunciaron la Palabra.
No solo de pan vive el hombre, lo dijo el mismo Jesús, un hogar que quiere revitalizarse ha de hacerlo mediante la Palabra, el anuncio, de quien da el primer paso en seguir al Maestro Camino, Verdad y Vida. No es una fórmula mágica, no es de la noche a la mañana, pero es posible. Sé de testimonios que hacen vida esto de una forma maravillosa, que antes fueron hogares insufribles y que ahora brilla en ellos el esplendor de Cristo.
Así que, si tu relación está dañada, prueba con examinar dónde está Dios en ella, y si no está donde debe estar, pide ayuda en tu iglesia para que una comunidad de fe te ayude a insertarlo y hacerlo motor de vida, cambio y camino hacia lo más importante: la santidad mediante la praćtica del amor mutuo que a todos edifica y hace ser factores de cambio. Dios con nosotros.
Autor: Javier Gómez Graterol, religioso / periodista
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