Análisis

Javier Gómez Graterol, religioso: Cancelación activa y aplastante

Decía el filósofo Will Durant “Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta si no se ha destruido a sí misma desde dentro” y algo muy similar, Simón Bolívar, cuando escribió: Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción” (Discurso de Angostura, 1819). Ambas frases deberían ser motivadoras para concienciar la necesidad que tenemos de formarnos e informarnos para evitar que se sigan imponiendo totalitarismos basados en ideologías.

La cultura de la cancelación siempre ha existido, la diferencia es que ahora cuenta con herramientas tecnológicas de inteligencia artificial; apoyo internacional acompañado toda una estrategia de legalización forzosa bien concertada y pensada; la instantaneidad; grandes campañas para silenciar al disidente, y muchos millonarios, empezando por George Soros, donando millones para la implantarla.

Hoy puede verse por ejemplo, como lo más tangible de estos totalitarismos a Alphabet alterando los logaritmos de búsqueda de su buscador en Google para quitar relevancia a las informaciones disidentes a estos pensamientos; en Youtube, desmonetizando los canales de los “influyentes” que difunden ideas contrarias a la ideología que se pretende imponer. A Facebook cancelando perfiles de toda voz disidente que reciba así sea una denuncia mal fundamentada, especialmente perfiles de corte religioso, y opositores a la ideología de género, mientras deja por largo tiempo a quienes difunden mentiras como si nada. Y lo peor de todo: a una parte de la generación “milenial” apoyándola. Luego, para lavar sus imágenes, ponen “verificadores de la verdad”, pagados por ellos mismos, que te advierten que esos contenidos podrían ser falsos.

Algunos artistas han sido víctimas de la cancelación y/o linchamiento masivo, algunos han ofrecido disculpas porque lo que dijeron era un punto de vista contrario a la ideología de turno: Hale Berry, diciendo que no debió “haber considerado interpretar un personaje transgénero” (!); algo similar vivieron Scarlett Johansson, Jeffrey Tambor, Jared Leto y Felicity Huffman, quienes también tuvieron que lidiar con reclamos y campañas en su contra por interpretar papeles trans.

Kaley Cuoco se tuvo que disculpar por haber dicho que no se consideraba feminista y por haber dicho que le gustaba cocinar para su marido (!); Matt Damon por haber dicho: que hay diferentes niveles de conductas sexuales inapropiadas y que el castigo debería reflejar esto (!) (https://youtu.be/POFbG0Fzmz8). Junto con Ben Affleck, Damon se disculpó públicamente por sus comentarios, y para evitar ver arruinadas sus carreras han tenido que incluir una “cláusula de inclusión” en sus películas en las que forzadamente han de incluir personajes “diversos” en sus producciones. Hay muchos ejemplos más. Entendemos que muchos de ellos no quieren ver sus vidas artísticas arruinadas, ser blancos de ataques y demás, el problema está en que ceder, y disculparse por este tipo de cosas solo envalentona más a quienes defienden estas ideologías y les hace querer ir por más.

Ante esta cultura aplastante, cada vez más coercitiva y punitiva, hemos de instruirnos cada vez más, ser cristianos que damos razón de nuestra fe, (la cual, por su naturaleza se opone a los totalitarismos y por ello lleva tiempo siendo víctima de ataques), del por qué de ella, sin miedo al debate, que es, precisamente, lo que los promotores de estas ideologías evitan más. ¿Con quién tratamos de conciliarnos?: ¿con los hombres o con Dios? ¿Acaso tenemos que agradar a los hombres? Si tratara de agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo (Gál 1,10).

Autor: Javier Gómez Graterol, religoso/periodista

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