Análisis

Javier Gómez Graterol, religioso: La cultura de la cancelación

En mis años universitarios, en mi primer semestre de Comunicación Social, en la materia Introducción al Periodismo, año 1997 (!), leímos “Tres teorías sobre la prensa: en el mundo capitalista”, de Fred S. Siebert y Theodore Peterson, en el cual se hablaba de la “teoría autoritaria”, como aquella que buscaba censurar los medios a toda costa, la “libertaria”, como aquella que buscaba la libertad, a como diese lugar, de publicar todo lo que se quisiese, sin importar las consecuencias, y la de la “responsabilidad social”, que apelaba al uso del “sentido común” (la cosa mejor repartida del mundo, según René Descartes) y elementos como la caridad, responsabilidad individual, y el respeto mutuo, ciudadanía y urbanidad, para filtrar el contenido de lo que se publica.

Las redes sociales han cambiado la relación con los medios: y las tres teorías empiezan a verse de nuevo efervesciendo, e incluso, cuasi definiendo la naturaleza de cada una de ellas. Tenemos por ejemplo a China y Corea del Norte, con su censura, prácticamente absoluta, de la internet y los demás medios, proporcionando de paso avances de inteligencia artificial que apuntan cada vez más a incrementarla que lamentablemente están siendo copiados por otros países “democráticos”.

Vemos a Estados Unidos, defendiendo su modelo de libertad, (aunque muchos le cuestionan el haber derogado la “neutralidad den la red”, para favorecer el libre comercio con planes y tarifas entre compañías). Y en el espacio que queda: una generación que se está formando con mayor acceso a la información que nunca, pero con un preocupante descenso en su capacidad de análisis y cuestionamiento de la realidad.

Hoy mucha gente simplemente no puede hacer algo tan básico como dominar su propia lengua materna: vemos gente que no sabe distinguir entre “ola” y “hola” cuando escribe, ¡y ni siquiera le preocupa! Lo cual les hace propensos al uso de la “neolengua” de la que nos advirtió George Orwell en “1984”, y que está hoy dando sus pininos con esa absurdidad llamada “lenguaje inclusivo”, cuyos objetivos son: acentuar las diferencias, la negatividad de algunas palabras y llenar de ella palabras que no la tienen, para fomentar una “corrección política” propia de la generación “hojuela de nieve” (snowflake) que, ante la más mínima argumentación en contra de lo que dicen que piensan, lo único que saben hacer es reaccionar emocionalmente y decir que se sienten “ofendidos”.

La peor parte es que esta generación de ofendiditos, está empoderada por los linchamientos mediáticos y el botón de bloquear. Apenas ven que alguien dice algo en contra, si es cercano, lo “bloquean” y si es lejano, lo linchan mediáticamente. Pero nada de argumentar.

El más reciente ejemplo: Joanne K. Rowling, quien se atrevió a cuestionar la ideología de género, y ahora muchos “ofendidos”, incluyendo actores de la saga Potter, se unen para censurarla y pedir que la “cancelen”. ¿Hasta dónde nos llevará esto? No lo sé, pero es una realidad dura la que se avecina si no la combatimos mientras podemos. Fomentar la lectura, y como cristianos, leer el Catecismo de la Iglesia Católica, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, aunado a desempolvar el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Carreño, puede ayudarnos mucho para empezar.

Autor: Javier Gómez Graterol, religioso

Artículos relacionados

De columnas, libertades y responsabilidades

No solamente «habitar» las redes sociales, sino dar testimonio de los valores cristianos

¿Por qué respetar la Ley de Imprenta?

Burke, Vocero del Vaticano: “la Iglesia está en las redes sociales para llegar a todos”

Vetan libro que habla sobre censura a periodistas y medios