Análisis

Javier Gómez Graterol: Inteligencia artificial y asesoría espiritual

Viendo el avance de la inteligencia artificial, y su capacidad de dar respuestas cuasi humanas, eso sí, sin dar el criterio algorítmico que utiliza para dar información, me encuentro con algunas realidades, de cara a mi labor de asesoría espiritual, que me inquietan:

1. Por allá por 2007, Antonio González, un amigo virtual del Opus Dei decía, respecto a cómo los y las jóvenes buscan resolver sus inquietudes vocacionales y espirituales, que su  trabajo de posicionador de contenidos en internet le permitía saber, (apenas seis años atrás), que cada mes Google registraba unas tres mil búsquedas de la frase “ser monja” en internet. Y añadía: “Hoy en día una chica que quiere ser monja, en vez de hacer lo más normal que es preguntarle a un amigo, o a una monja, lo que hace es buscar en internet”. Es decir, desde esa fecha, ya se veía que muchos no van directo a un humano.

2. Que muchos jóvenes de veinte años para abajo, cuando hacen consultas en mi consultorio virtual en la aplicación Amén, redactan sus preguntas e inquietudes como si le estuviesen preguntando a un buscador, por ejemplo: “me he peleado con mi mamá”, y entonces uno, partiendo de esa escueta frase, tiene que empezar a responder y a preguntar cosas para más contexto, y precisión. Teniendo en cuenta que Amén no es una aplicación tipo chat, y que uno a veces no puede responder instantáneamente, se desesperan y terminan diciendo cosas como “pensé que aquí conseguiría ayuda” y se salen de la aplicación.

3. Que me he encontrado con personas que dicen buscar ayuda, pero en el fondo lo que quieren es que uno valide lo que piensan, o que se les diga lo que quieren escuchar. Así, si uno les dice: “piensa en lo mejor para tus hijas y para ti respecto a la crisis que pasas en tu matrimonio”, te pueden llegar a responder perlitas como: “entonces usted me dice que lo mejor es divorciarme”.

4. Para nadie es noticia que el analfabetismo funcional en esta generación ha incrementado.

Dadas estas realidades, que los humanos que respondemos somos pocos, dormimos, tenemos otras ocupaciones, etc., y no siempre podemos responder prontamente, alguien que recurra a una máquina de éstas, para resolver sus problemas e inquietudes espirituales, puede tener a alguien que le responderá con instantaneidad, y lamentablemente con mucha mayor complacencia a sus deseos, y una voz más presta a responder lo que la persona quiere escuchar.

Nos toca como Iglesia pensar en este problema, para ahora, no para luego. Estamos siendo víctimas de manipulación masiva como nunca antes, pedir luces al Espíritu Santo para que podamos reaccionar anticipada y no reactivamente, cuando ya sea tarde. Dios tiene la última palabra, pero nos toca hacer nuestra parte, empezar por orar por nuestras autoridades, en este caso, principalmente por las eclesiales, para que Dios las inspire en qué hacer (1 Tim 2,1-4), es, y será siempre, un enorme y necesario paso. Dios con nosotros.

Autor: Javier E. Gómez Graterol, religioso / periodista

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