Análisis

Javier Gómez: Esclavos de la vergüenza

Una de las cosas que más suele pasar en asesoría espiritual es el que la persona que está siendo asesorada se abre “de a poco” a su asesor, en la medida en que va tomando confianza y se da cuenta (incluso empieza a internalizar) de que no será juzgada, se le toma en serio y aún mejor: empieza a percibir la sensación de libertad que le deja soltar cargas emocionales.

Vea esto: muchos comediantes “dicen la verdad”, cuando empiezan a hablar sobre la forma en la que nos comportamos, en sus monólogos, y la mayoría de su público ríe cuando se da cuenta de que lo que el comediante dice respecto a los hechos que cuenta también le han pasado a él, y de que no es tan diferente al resto. Suele pasar, tenemos esa rara costumbre de pensar que somos únicos, y en el caso del pecado o penas sufridas, que cuando lo cometemos somos los primeros y tal vez los últimos.

Estimado amigo lector: cuando le dé pena contar algo a su asesor, sea algo que le haya pasado, algún abuso sufrido, un pecado cometido, o algo que le resulte vergonzoso piense en esta gran noticia: usted no es el primero ni será el último pecador o persona a la que le ha sucedido algo malo, por muy “original” que le parezca a usted su pecado cometido o el hecho que le haya acontecido. Piénselo así: si usted fuese el primero, ¿cómo es que su asesor está preparado y tiene herramientas para ayudarle?

Leer la Biblia completa, desde la primera letrita de la portada hasta la contraportada es uno de los ejercicios más liberadores que se puede llegar a hacer, ya que allí están contenidos todos los sentimientos y emociones del ser humano frente a Dios, lo mejor de eso es que leerla ayuda a adquirir mayor resiliencia frente a los problemas y mayor resistencia al ataque del mal, el diablo tienta con desánimo. También sirve para darnos cuenta de que nuestras conductas pecaminosas, y del cómo actúa Dios con misericordia frente a ellas. Nos trae incluso, personajes con los que podríamos llegar a identificarnos.

Dejarse dominar por la pena al momento de contar algo a su confesor o asesor es retrasar el proceso de cambio, sanación, liberación de cargas emocionales, culpas, y demás miedos. También reitero mi recomendación hecha en artículos anteriores: es importante que antes de ir a confesión, o asesoría, ore usted por la persona que va a escucharle, para que el Espíritu Santo le ilumine sobre qué debe responderle.

No se quede sin soltar la carga, será una de las cosas más liberadoras que podrá pasarle. Dios le ayudará a sanar heridas. Tener un asesor espiritual es una de las mejores cosas que podemos hacer. Por último, le dejo este pensamiento del diario de Sor Faustina: “Oh, qué grande es la gracia de tener al director espiritual. Se progresa más rápidamente en las virtudes, se conoce más claramente la voluntad de Dios, se la cumple más fielmente, se avanza en un camino cierto y seguro. El director espiritual sabe evitar las rocas contra las cuales [el alma] podría estrellarse. Dios me concedió esta gracia más bien tarde, pero gozo de ella mucho, viendo como Dios consiente los deseos del director espiritual” (Santa Faustina – Diario 331). Dios con nosotros.

Autor: Javier Gómez Graterol, religioso/periodista

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