Mons. Roberto Flock, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Cochabamba, señaló durante su homilía dominical que existen personas que acusan a la Iglesia Católica de medieval, retrógrada, colonialista, patriarcal, partido político de oposición, Es el discurso de quienes no aceptan que Evangelio ilumine nuestras realidades y quiere que los pastores se limiten a la sacristía, lo que sí, sería retrógrado y patriarcal, dijo.
Domingo de la Solidaridad – Jornada de los Migrantes
«Desátenlo para que pueda caminar»
Queridos hermanos en Cristo,
Acabo de recibir noticias del fallecimiento de Padre Arturo Prall, Misionero de Maryknoll, el 1 de abril a los 89 años de edad. Ofreció sus 61 años de servicio sacerdotal casi exclusivamente en Bolivia, atendiendo varias parroquias en el Altiplano y luego otras en la Arquidiócesis de Santa Cruz.Es uno de muchos misioneros del exterior que ha venido en nombre de Cristo para proclamar y vivir el Santo Evangelio en esta tierra, amada por Dios. Ojalá desde el cielo, interceda para que en Bolivia florezcan vocaciones sacerdotales y misioneras que llevan la bondad del Señor más allá de nuestras fronteras.
En la Iglesia cuando muere un hermano nos gusta decir: “Ha ido a la casa del Padre”. No podemos presumir sobre el juicio de Dios, pero escuchamos con fe la afirmación consoladora de Jesús dirigida a Marta en el Evangelio de hoy: “Tu hermano resucitará”. Más tarde, durante la Última Cena, Jesús explicaba a sus discípulos: “En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones;… Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes” (Juan 14,2-3).
La Palabra de Dios hoy proclama la Resurrección: “Si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.”
Con aún más claridad nos dice Jesús a nosotros, como insistió en aquel entonces: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.”Y después añade: “¿Crees esto?”. Hemos de responder como respondió Marta a Jesús: “Si, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
Nota que nuestra fe no es simplemente creer en una vida eterna después de la terrenal que tenemos ahora. Creemos en un Dios hecho hombre que compartió nuestra condición mortal, que lloró por la muerte de su amigo, que lo resucitó por amor, y que nos invita a ser sus discípulos y amigos para que nos resucite a nosotros también para compartir una amistad eterna en la gloria.
Hay quienes dicen que por creer en Jesucristo y que por creer en la resurrección, los cristianos somos pasivos y no luchamos para cambiar el mundo. “Religión es el opio de los pueblos”, fue la frase de algunos filósofos del siglo XIX, popularizado por el economista, Karl Marx, y luego utilizado para justificar la persecución de la Iglesia católica y otras religiones, en favor de la revolución armada en su sangrienta lucha de clases. En realidad es una ceguera cínica y culposa, que no reconoce el inmenso bien que han hecho y hacen los creyentes inspirados por Dios y sacrificados para la construcción de su Reino.
Hoy hay nuevas versiones de este mentiroso refrán que acusan a la Iglesia de medieval, retrógrada, colonialista, patriarcal, partido político de oposición, etc. Es el discurso de quienes no aceptan que Evangelio ilumine nuestras realidades y quiere que los pastores se limiten a la sacristía, lo que sí, sería retrógrado y patriarcal. No digo “medieval” porque en aquella época, después del colapso del imperio romano, la Iglesia, a través de los monasterios, centros de cultura, educación y salud, edificó la civilización occidental, y produjo santos extraordinarios como Francisco de Asís y Domingo de Guzmán.
Según datos presentados en la reciente Asamblea de la Conferencia Episcopal, la Iglesia Católica en Bolivia es responsable por 2,290 obras de promoción humana, que benefician directamente a 1,835,688 personas. La Arquidiócesis de Cochabamba lleva el mayor número con 443 obras, la mayoría en educación, además los muchos internados que posibilitan la asistencia escolar en el campo y la ciudad. Hay también hogares, centros de salud, comedores, pastoral penitenciaria, casa del migrante, y muchos proyectos de desarrollo. El financiamiento supone un gran esfuerzo para animar la solidaridad de creyentes en el exterior, como también locales. Aunque no somos exentos del pecado, estas obras son administradas con mucha mayor eficiencia que cualquier ONG, y sin la corrupción que con frecuencia caracterizan aquellas instancias donde no se admite la Palabra de Dios.
¿Cuál es en realidad, hermanos, el opio de los pueblos? Pues es el opio mismo; la droga y el narcotráfico que prometen alivio, riqueza y paraíso, pero en realidad destruyan el alma y la conciencia, arruinan la juventud y las familias, siembran violencia y corrupción por todas partes.
En cambio, la vida que nos ofrece Jesucristo es lo que quita las ataduras de la muerte, como las vendas que sacaron de su amigo Lázaro, para que caminemos con la cabeza en alto, comprometidos para el verdadero bien de los demás, tal como quiere nuestro Dios.