P. Miguel Ángel Aimar Bruno nació el 27 de junio de 1945 en la población de “Busca” de la provincia de Cúneo – Italia desde donde podía apreciar los Prealpes y los Alpes. Su papá Giuseppe Aimar era de nacionalidad argentina y su mamá Rosa Bruno de nacionalidad italiana. Se ordenó sacerdote el 28 de junio de 1975 en Italia y actualmente lleva 46 años de vida sacerdotal.
Fue el noveno de seis hermanos y cinco hermanas. El mayor se llamaba Giacomo, Albino (+), José Pepe, Mauro, Lucia (después de religiosa se llamó Sor Giusepina como el papá), Margarita (después de religiosa se llamó Sor Rosa como la mamá), Natale, Victoria. Miguel Ángel, María Asunta y la última Agnese. Una familia numerosa pero que incluso ahora la alegría más grande que sienten es encontrarse entre hermanos y con los sobrinos afirmó el P. Miguel Ángel.
En la actualidad es parte de la Comunidad Salesiana de Kami (Cochabamba) a la cual llegó hace 44 años como misionero salesiano. Desde que llegó a Bolivia, ha dedicado su vida al servicio de los “Kameños”. En esta publicación conoceremos algo sobre su vida personal y religiosa.
He vivido una infancia festiva dentro de una familia patriarcal tradicional con hermanos, primos, abuela y tíos. En 1950 vivíamos junto a la familia ampliada en la que llegamos a ser alrededor de 22 personas en la mesa y la mayoría éramos niños. He vivido una infancia feliz a pesar que mi papá era muy estricto, muy riguroso en muchas cosas; mi mamá era de un corazón grande entonces acudíamos a ella en ciertos momentos pero de veras hemos tenido una formación humana y cristiana, pienso tradicional, pero muy buena.
Cuando yo tenía cinco años el hermano menor de mi papá, mi tío Augusto, regresó de Colombia ordenado como sacerdote Salesiano y me produjo tal impresión que también quise ser como él aunque no comprendía muy bien lo que ello significaba.
A mis 11 años uno de mis hermanos decidió ingresar a la casa de formación salesiana y ante mi pedido, mi papá le escribió al director para yo también poder ingresar. Fue una bendición tener a mi hermano conmigo ya que yo estaba muy acostumbrado a una familia con tantos hermanos, primos, abuelos y tíos. Pese a que no era un mal estudiante los dos primeros años de estudio fueron muy duros donde llegué a derramar lágrimas por qué eran estrictos y fuertes; Por la nostalgia si no estaba mi hermano no sé si habría podido aguantar esa etapa. En Chieri éramos unos 150 aspirantes con disciplina bastante estricta pero con clérigos que se inventaban cualquier cosa para que la pasemos bien visto que ni Navidad, ni Pascua no íbamos a pasarlo en familia sino siempre en el seminario menor.
El noviciado es un año de estudio donde uno ve lo que significa prepararse para la vida religiosa aunque ya lo vivíamos en cierta manera al estudiar en el seminario. El 16 de agosto de 1964 hice mi primera profesión religiosa como salesiano de Don Bosco en las manos del quinto Sucesor de Don Bosco.
Los primeros dos años de tirocinio fui enviado a “Lanzo torinese”, casa fundada por Don Bosco, para dar clases de matemáticas a los chicos de primero y segundo intermedio. También estaba dentro de mis responsabilidades realizar la asistencia, jugar y comer con ellos. Fueron dos años bastante fuertes donde no había tiempo de pensar sino solo saborear la vida salesiana. El tercer año fue en el aspirantado de “Madonna Dei boschi” y allí retomé el tiempo de formación.
Después llegó el tiempo de ir a teología, a mis 23 años, allí me vinieron dudas sobre mi vocación y el rumbo que tomaría mi vida. Fue en este periodo donde efectivamente decidí asumir la vida salesiana, trabajar, tener obediencia y renunciar al matrimonio.
Un 28 de junio de 1975 en la parroquia “San Vitale de Busca”, lugar donde fui bautizado, recibí mi Primera Comunión y Confirmación fui ordenado Sacerdote al día siguiente de haber cumplido 30 años (27 de junio). Mi mamá que era una excelente cocinera preparó para la ocasión una pequeña fiesta donde, como era la costumbre de Piamonte, resaltó las entradas antes de la comida, esos en sí eran verdaderos platos. Fue una fiesta inolvidable por la forma en la que fue organizada y por todas las personas que estuvieron presentes.
Desde mi comunidad en Italia abrieron la posibilidad de ir a Bolivia a fortalecer un hermanamiento entre comunidades y poder hacerse cargo de la animación misionera. Me ofrecí para emprender esta experiencia y pasé un tiempo de capacitación e inducción para comprender mejor el tipo de trabajo que se realiza en una misión extranjera. De esa manera, un 27 de abril de 1977 el padre Inspector me llama y me informa que partiré rumbo a Bolivia.
Continuará…