El amor de Dios reflejado en su Misericordia. El Papa Francisco ha hecho un llamado a toda la Iglesia Católica a celebrar un año de gracia. Es el “Año de la Misericordia”. Y para esto todo cristiano debe tener la certeza de que: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”. Así comienza la Bula de la convocatoria para el Jubileo de la Misericordia. En nuestro Señor Jesucristo conocemos el rostro de la misericordia. Para eso, las puertas de la Iglesia “permanecen abiertas, para que quienes son tocados por la gracia, puedan encontrar la certeza de su perdón”. Palabras que deben llegar a cada creyente, y así tenga la certeza de que está llamado a ser un “testigo de la misericordia”. Esto sólo comienza con una conversión espiritual.
Estamos llamados a ser reflejo de la Misericordia de Dios; ya que esa misericordia no es una idea abstracta. “La misericordia hace de la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación”. Todos debemos estar seguro de que en Jesús todo habla de misericordia. Hay que tener claro que nos enfrentamos a un mundo lleno de resentimientos y odios que quieren apagar la vida del ser humano; esa mentalidad contemporánea quiere quitar del corazón humano el don de la misericordia. Sin embargo, estamos llamados a vivir el perdón, ya que: “es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón”. Todo bautizado tiene que ser un “Misionero de la misericordia”, en otras palabras ser “un instrumento del perdón”. Como Iglesia seamos un testimonio vivo de la Misericordia de Dios. Con la misericordia en nuestras vidas nos empapamos del amor de Dios. Volvamos a las fuentes del amor de Dios, es decir, su “Misericordia” (Romanos 5, 20). Que Dios bendiga este año.
Rev. P. Ysrahel Villegas Domínguez, es Sacerdote Diocesano de Santa Cruz