El Congreso Arquidiocesano Misionero, que reunión a mas de 250 agentes de la jusridicción eclesial, siendo una oportunidad para analizar la realidad misionera que se vive en Cochabamba.
Durante la homilía, en la misa de clausura, Mons. Oscar Aparicio volvió a hacer la pregunta del Señor a los participantes del Congreso: Quién es Jesús. Con ello invitó a tomar una actitud de seguidor del Señor, buscando hacer visible el reino de Dios en medio del mundo, para que juntos podamos reconocer en el Hijo de Dios, la salvación.
Homilía Monseñor Oscar Aparicio Arzobispo de la Arquidiócesis de Cochabamba
Congreso Arquidiocesano Misionero
Muy amados hermanos y hermanas, la palabra que hemos escuchado hoy, en esta Eucaristía, pienso que es lo más apropiado que Dios nos ha querido regalar también para los participantes del Congreso Arquidiocesano Misionero.
No solo dice a sus discípulos, sino hoy Jesús nos dice a nosotros, discípulos también suyos. Muchas veces soy como disco rayado repitiendo esta palabra: si Dios, cuando proclama su palabra, la proclama en medio de nosotros que somos una asamblea, por tanto, se convierte en palabra pero también en una respuesta clave y evidente.
Por tanto lo que hemos escuchado es de parte de Él para nosotros, tan evidente y claro que nos da un mensaje para este Congreso. Congreso Misionero Arquidiocesano Cochabambino en esta parroquia, en este lugar donde hemos estado reflexionando. Se trata de nosotros que tenemos una historia, una forma de ser, un pensamiento que queremos tener un camino pastoral conjunto.
Esta Palabra ha venido en auxilio de nosotros en concreto. Se hace presente para nosotros y en nosotros. Es Dios que nos acompaña, es Dios que nos habla. Es algo tenemos que escuchar a parte de nuestras conclusiones, nuestro caminar escucharnos entre nosotros, es fundamental escuchar el pueblo que nos exige, que nos pone grandes desafíos es verdad, pero, hay que escucharlos.
Por tanto hermanos en este momento, simplemente tratar de aplicar esta esta palabra que hemos escuchado frente a lo que somos nosotros, como Iglesia. Jesús aquel caminante, aquel peregrino, aquel que ha hecho obras sencillas, está en misión plena, diríamos así. Se detiene y hace una gran pregunta. La pregunta está dirigida a quien lo seguimos. No somos seguidores de un partido político, no somos servidores de ideologías. Somos servidores y discípulos del Señor, nuestro maestro es Él. Ayer, hemos dicho con convencimiento total y pleno, somos discípulos de Él, seguimos a nuestro Señor y su palabra.
Queremos extender el Reino del Señor en medio nuestro, como discípulos suyos. Por tanto la pregunta se nos dirige también a nosotros: Jesús reunido con sus discípulos les dice ¿Quién dice la gente que soy Yo? Hermano mire, qué fantástico eso. Porque se traduce para nosotros. Iglesia de Cochabamba, discípulos del Señor, agentes de pastoral, catequistas, jóvenes, niños, misioneros, ustedes que son parte de esta Iglesia que peregrina en Cochabamba, discípulos del Señor, nos pregunta El: “¿Quién dice la gente que soy yo?
Qué dicen en tu barrio del Señor, qué dice tu familia del Señor. Nuestra gente ¿bajo qué motivaciones camina? ¿Cuáles son sus ansias? ¿Cuáles son sus esperanzas? ¿Qué es lo que está buscando? ¿Hemos escuchado la voz de nuestro pueblo?
Pienso que sí. Hemos venido a este congreso, en la espalda, de las miles de voces, que a veces nos cuestiona, nos presionan, nos pone desafíos. Nos ponen hasta incomodos. ¿Dónde está tu Dios? Dime cuál es tu fe en tu Iglesia. Muéstrame tu Dios.
Frente a tantos problemas, a tanto sufrimiento a tanta división, a tanta violencia en Cochabamba. Frente a situaciones de dolor y desafío. Hemos escuchado esas voces. Jesús se dirige a sus discípulos, ¿Quién dice la gente que soy yo? Bien hermanos, las reflexiones que hemos hecho de todo tipo, por aquí y por allá, prácticamente va a esta conclusión de alguna manera. Pero no termina ahí la pregunta, va más al fondo todavía. Aunque la respuesta de los discípulos es clara. Algunos dicen que ere Juan Batista, algunos dicen que es el Salvador. Ustedes darán muchísimas respuestas. Algunos no te conocen, algunos te cuestionan. Algunos tienen una devoción, pero en el fondo tal vez no te conocen.
Los miles y miles en peregrinación a la virgencita de Urcupiña, tal vez podemos presentar respuestas: unos dicen que eres el Mesas, unos dicen que eres el Señor. Tú, tú, tú ¿yo? Quién dices que soy para ti.
Hermanos míos, aquí se genera la gran pregunta que se dirige para ti de manera concreta. ¿Cómo me consideras? ¿Soy tu maestro de verdad? Sigues mis enseñanzas. ¿Sigues mi voz? Soy tu buen pastor a lo mejor. Has sabido que te he acurrucado, te he cuidado. Soy tu Dios, soy tu Señor, soy tu amigo.
Hermanos míos hay que responder esta pregunta. ¿Quién es Jesús para mí? en concreto. Porque dependerá de la respuesta el que anunciamos aquello que tenemos en el corazón. Nadie da lo que no tiene. Nadie puede ser discípulo del Señor, si no tiene el Señor si no tiene el Espíritu del Señor dentro. Lo que anunciamos es a Él, no a nosotros.
El Reino que construimos es de Él no es nuestro. Los cargos pastorales que tenemos es de inspiración del Espíritu no es nuestro. Hermanos míos, comunidad parroquial, comunidades religiosas, ¿quién Soy para ti? Iglesia de Cochabamba, discípulos del Señor, quien Soy para ti, dependerá de la respuesta para que sepamos anunciar. Hermanos tanta gente está esperando un verdadero anuncio. Cuanta gente se está preguntando y pregunta a Dios, ¿dónde está el camino? ¿Qué voy hacer, en que voy a creer? Dependerá si una parroquia es anunciadora del Señor, del buen anuncio, de la buena noticia con alegría. Y si no, ¿anunciadora de qué?
Si entre nosotros nos reconocemos como hermanos, si entre nosotros nos constituimos de verdad esa Iglesia pueblo de Dios. Seremos anunciadores de esta unidad y de esta comunión. De otra manera la división seguirá campal. Somos una Iglesia plural enorme. Pedidos de todo lado. Cochabamba es una síntesis de toda Bolivia, diríamos así. Frente a la pluralidad exige enorme unidad. Si nosotros Iglesia de Cochabamba no vivimos eso, que vamos anunciar a los demás.
Queridos hermanos y hermanas, les invito a responder esta gran pregunta, de manera personal y comunitaria. Porque somos el pueblo que camina, el pueblo de Dios. No somos individualistas, pero ¿un poco tal vez, no ve? Pero no puede ser esta nuestra característica, somos el pueblo de Dios en comunidad, en común unidad.
Queremos caminar juntos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, jóvenes, ancianos, niños, paceños, cruceños, cochabambinos, chuquisaqueños, tarijeños, etc. Queremos ser verdaderos y auténticos discípulos misioneros del Señor. Se les va a enviar como estos anunciadores, discípulos y apóstoles del Señor.
Pedro da la respuesta de manera individual, pero también en nombre de los discípulos y los discípulos representan a esta Iglesia pueblo de Dios. Por tanto la respuesta es personal y es comunitaria. Tú eres el Cristo, tus eres el Señor.
Hermanos míos, esta clausura de este Congreso, ha servido para eso, para que nosotros reconociendo como hermanos, reconociendo de un mismo pueblo, aquí no hay jerarquías. Las jerarquías sirven para servicio.
Si Pedro tiene que tomar la palabra lo dice en nombre de todos. Lo que en teología se llama la personalidad corporativa. Es uno que representa al todo. Es como las doce tribus de Israel, los doce apóstoles, que representa la totalidad. Por tanto podemos decir que la respuesta de Pedro, la respuesta nuestra frente a estos desafíos, es personal, pero es comunitaria. Somos nosotros en este momento esa personalidad corporativa que se adhiere al Señor. Representamos por tanto a esta Iglesia que peregrina en Cochabamba.
Le animo a esto hermanos, a coger con entusiasmo nuestras conclusiones, coger con entusiasmo las perceptivas pastorales, coger con entusiasmo nuestro ser discípulos misioneros del Señor. Estamos caminando hacia allá. Están esperando miles y miles de respuestas claras, evidentes, concretas de parte nuestra.
A mí me da mucha ternura las ancianitas de tercera edad. Que viene rezan su rosario, van a casa y se las “comen”, los primeros que se las “comen” son los nietos. Los primeros que cuestionan su fe son los nietos. Por eso me da mucha ternura. Porque tienen que seguir anunciando en propia familia aquello que el Señor ha dicho y le ha enviado.
Coraje entonces hermanos, de verdad, somos como dice Pablo, embajadores de Cristo para anunciar el evangelio. Que lo hagamos con mucha alegría. “Cochabamba en misión, el evangelio es alegría”. Es verdad hermanos, que eso nos llene el corazón a nosotros, en primer lugar, porque nos hemos encontrado con el Señor, hemos reconocido al Señor, lo que debemos anunciar al mundo entero. Lo mejor que podemos hacer es que nuestra gente conozca a Cristo, eso les da alegría.
Que nuestro ministerio, sea de amor de perdón, de reconciliación, de paz de unidad. Queremos ser una iglesia que se reconcilia y es signo reconciliación. Una Iglesia que se perdona y es signo de perdón, una Iglesia que cuida la unidad, pese a nuestra diversidad. Una Iglesia que quiere ser signo de salvación y comunión en medio también de nuestra Cochabamba, de nuestros hermanos. Que el Señor entonces nos conceda esto y nos siga ayudando, amén.