Dicen que el poeta Baudelarie (se pronunciaría “Bodeler”) afirmó que el mayor éxito del diablo es hacerle creer a la gente que no existe.
Por naturaleza tendemos a evitar hablar de algunos temas, en especial, aquellos que nos causan temor, como la muerte, o miedo, o el caso del diablo y su existencia.
Siempre digo que no se trata de estar viendo demonios por todas partes, ni de convertir al diablo en la excusa de toda mala acción que cometemos: Se trata de concienciar que él existe, no es una mera abstracción teológica, sino un ser personal que encarna al mal de una forma tal que es difícil imaginar porque, por muy mala que llegue a ser una persona, el hombre “es un poco inferior a los ángeles” (Sal 8,6), y somos limitados en tiempo y espacio mientras existimos en este plano.
Lo cierto es que, hay religiones (como la Iglesia de Satán, el Templo Satánico, etc.), hay grupos y sectas que se mantienen en secreto y bajo perfil que le tienen como dios y trabajan para él; hay brujos y todo un mercado esotérico que se vende y opera abierta y activamente. En Venezuela (lo menciono por ser el caso que más conozco) el Cementerio General del Sur ha sido profanado, en especial las tumbas de todos los expresidentes, con signos de satanismo y brujería. Sin mencionar que es un secreto a voces que hay empresas, mandatarios y personajes públicos que recurren a lo esotérico para resolver sus asuntos. Sí, damas, caballeros y niños, hay gente en el mundo dedicada a servir a Satán, príncipe de este mundo (Jn 12,31).
Dice el documento “Fe cristiana y demonología” emitido por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Iglesia Católica: “El diablo ejerce sobre los pecadores solamente un influjo moral, en la medida en que cada uno sigue su inspiración: ellos, libremente, ejecutan sus «deseos» y hacen «su obra». Solamente en este sentido y en esta medida Satanás es su «padre», porque entre él y la conciencia de la persona humana queda siempre la distancia espiritual que separa la «mentira» diabólica del consentimiento que a ella se puede dar o negar, de la misma manera que entre Cristo y nosotros existe siempre la distancia entre la «verdad» que él revela y propone, y la fe con que es acogida”.
Lamentablemente entre sacerdotes y religiosos hay reticencia a hablar del tema, e incluso hay quienes niegan que el mal sea liderado por un ser encarnado, pese a que la Iglesia en reiteradas ocasiones ha dicho que el diablo y sus secuaces son seres personales, existentes, y enseñado cómo obran (http://cutt.ly/feydem)
A pesar de que Jesús nos dijo que Satán y su influencia caerán inevitablemente (Lc 10,18) la presencia del diablo en este mundo es constante y operante. Aprender sobre demonología, cómo actúa el mal e influye, es un deber de todo cristiano, así podemos ser más libres de miedos y engaños. Los libros del padre Gabriel Amorth son un excelente punto de partida. Dios con nosotros.
Autor: Javier Gómez Graterol, religioso / periodista
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