Análisis

Javier Gómez Graterol: ¿A qué le llamas éxito?

Muchas veces para algunos creyentes, especialmente los de la llamada teología de la prosperidad, la relación Dios y éxito tiene que ver con algo así como: persevera, trabaja, paga a Dios una cuota, haz el bien, y Dios te prosperará, es por ello que pueda resultarles muy extraño encontrar afirmaciones como estas en la Biblia: “Es inútil que ustedes madruguen; es inútil que velen hasta muy tarde y se desvivan por ganar el pan: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!” (Sal 127,2).

El mercado está lleno de libros de cómo tener éxito. De todos los que he leído, sigo recomendando los de Eliécer Salesman a quienes me preguntan: son basados, no en las típicas recomendaciones de sabiduría mundana, sino que incluyen a Dios en el postulado, y lo hacen desde una perspectiva balanceada entre lo que es la relación con Dios y el esfuerzo que uno, como humano e hijo de Dios, debe hacer.

Los libros de superación personal son en su mayoría manuales de cómo sin porqué, y suelen también ser libros que no están adaptados a la realidad de los países del tercer mundo. Son relatos provenientes de ambientes de prosperidad material en el primer mundo, en los cuales alguien que ha perseverado hace un gran éxito y logra surgir luego de años de haber fracasado en algún campo, logra luego  acumular una gran fortuna.

También se ha puesto de moda el famoso término coaching, que si bien hay tras él personas serias, muchos de los que se hacen llamar “coach” (se pronuncia couch, aunque más bien ouch, por lo que cobran) son auténticos fraudes ambulantes.

A los medios les encanta fabricar historias de gente que ha salido de la pobreza más paupérrima, comido hasta de la basura, y por haber perseverado, han logrado acumular luego grandes fortunas.

También hay que mencionar que para muchos jóvenes en la actualidad la noción de éxito se está basando en ser alguien notorio en alguna o varias redes sociales, ser un influyente (influencer) y tener muchos seguidores aunque eso implique andar encuerado o hacer estupideces que ponen en riesgo la vida.

La fórmula mundana de acumular dinero, lograr hacer un gran negocio y retirarse viejo, feliz y afortunado, si toma en cuenta a Dios, es para pedirle ayuda en que se cumpla nuestra voluntad, pagarle a Él una cuota (diezmo) y salir adelante con su bendición. ¿Acaso tenemos un almacén de tiempo? ¿Tenemos el mañana asegurado? ¿Cuál es el éxito verdadero entonces?

Pablo de Tarso nos da una respuesta que deberíamos tomar muy en cuenta: “…todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo” (Fil 3,8). Una noción de éxito que no tiene en cuenta encontrar la voluntad de Dios en nuestras vidas y cumplirla no es una noción real. El éxito cristiano es precisamente esto: cumplir la voluntad de Dios en todo momento hasta el final de nuestros días. A fin de cuentas: “¿De qué le serviría a uno ganar el mundo entero si se destruye a sí mismo? ¿Qué dará para rescatarse a sí mismo?” (Mt 16,26). Dios con nosotros

Autor: Javier E. Gómez Graterol, religioso / periodista

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