Las dos comunidades. viven sobre la colina de Walaja desde hace cincuenta años, a mitad camino entre Belén y Jerusalem Las monjas organizan sin hacer distinciones de religiones o razas, jardines de infancia, institutos prefesionales, campamentos de verano, para 400 niños de las aldeas más pobres de Cisjordania. A poca distancia se encuentra el complejo de los salesianos, también ellos tienen un instituto profesional para jóvenes árabes y un seminario católico.
Poco antes de navidad han llegado militares israelíes para dibujar el trazado del muro. Al este, en la parte palestina se quedarán las religiosas, mientras que al oeste en la parte israelí, los sacerdotes.
El estado Hebraico manifiesta su asombro por las quejas de la comunidad femenina salesiana. Es una opción del Ministerio de Defensa del estado de Israel de carácter militar-político para la seguridad de sus territorios – afirman- y nada tenemos que hacer con comunidades de carácter religioso.
Para las monjas de María Auxiliadora, este “muro” servirá únicamente a romper ese enlace con los palestinos. Desde que han llegado a Walaja en el lejano 1960, los niños frecuentan las escuelas de las religiosas. Si Cremisan cae en la juridicción israelí de la colonia de Har Gilo, será muy difícil que buena parte de los niños frecuenten las escuelas de las monjas. Existe una única carretera que llega hasta los edificios de las salesianas y para poder llegar a las aulas, los pequeños tendrán que superar todos los días el “check-point” de Tsahlat.
Mientras los sacerdotes salesianos no se oponen al muro. Ellos cultivan desde hace más de un siglo aceite puro de oliva y poseen una viña en la colina, son famosos por el vino “de misa de tierra santa”, un vino de alta calidad que venden a los israelíes. La explicación es de fácil interpretación. La mayor parte de los palestinos son de religión musulmana, que les prohiben beber alchoólicos y esto facilitaría el proyecto de los sacerdotes para aumentar la producción de vino y venderlo en Tel Aviv y Jerusalem.
Los hijos de Don Bosco en Tierra Santa, se han dividido sobre esta opción del Estado de Israel. Las monjas han dirigido sus quejas al Patriarca de Jerusalem mientras que los sacerdotes mantienen un “silencio público”.