Análisis

REFLEXIÓN DOMINICAL: “UNA VOZ GRITA EN EL DESIERTO”

Haciendo una breve contextualización diremos que en los años 70, época en la que Marcos escribe su evangelio, las comunidades vivían una situación particular y difícil. Desde fuera eran perseguidas, por el poder del Imperio Romano. Mientras que desde dentro, se vivían entre dudas y tensiones. Algunos grupos afirmaban que Juan Bautista era igual que Jesús. Otros querían saber cómo debían comenzar el anuncio de la Buena Noticia de Jesús. En estos pocos versículos, Marcos comienza a responder, narrando cómo se inició la Buena Noticia de Dios que Jesús nos anuncia y cuál fue el rol que Juan Bautista cumple en el proyecto de Dios. Ahora veamos de qué manera acontece.

El valle de Cochabamba se encuentra a 2.570 m.s.n.m, está entre los 9 grados, 40 minutos y 07 segundos (9º40’07”) a 22º54’12” con respecto a la línea del Ecuador. La temperatura media es de  10 grados Celsius (10ºc) en los meses de invierno (junio, julio y agosto). Es conocida como la “ciudad de la eterna primavera” y “ciudad jardín de Bolivia”.

Sin embargo, debo contarles de una característica especial. El tiempo seco dura desde abril hasta septiembre, época en el que de la alfombra verde y florido del verano (noviembre a marzo) se transforma en paisaje de color amarillo mostaza, el pasto se seca completamente y la tierra también. A mediados de la tercera semana de septiembre de aquel pasto curtido por el frío, achicharrado por el sol y por falta de lluvias, de manera milagrosa el pasto y las plantas (duraznero) echan yemas de flores y brotes de hojas y en menos de dos semanas se visten de verde.

Lo que les conté de mi tierra natal no es nada a comparación de lo que pasa en el desierto de Atacama, antes de 1879 de Bolivia, se encuentra al sur oeste de mi país mediterráneo, sucede cada cierto tiempo un fenómeno único en el mundo, según informes y testimonios que encontré en la internet al averiguar sobre los desiertos que oculta vida. Esta región, una de las más áridas del planeta, después de varios años de paisaje lúgubre y seco, se transforma, por las lluvias, en lo que se conoce como el “desierto florido”. Según testimonio recientes, en las últimas dos décadas este fenómeno se ha repetido en los años 1983, 1987, 1991 y finalmente con la histórica precipitación del 12 de julio de 1997, donde el agua caída registró la cifra récord de 96 mm3 en tan sólo 15 horas, algo totalmente inusual para el desierto de Atacama. El paisaje árido se transforma en un espectáculo único y de sorprendente colorido. Inicialmente con un manto de color verde desde el mes de julio y agosto para alcanzar toda esa gama multicolor en el mes de septiembre, donde flores, insectos y otros animales tapizan grandes extensiones de esta región desértica que durante este tiempo no lo parece en absoluto.

Las lluvias, tanto en Cochabamba y como el desierto de Atacama, hacen que pequeñas semillas y bulbos, que se han mantenido por años enterrados en el desierto, germinen y crezcan dando vida a plantas de variadas características y hermosas flores multicolores. Asociadas a ellas surgen una gran cantidad de insectos, aves, generando un muy especial ecosistema, donde todos los elementos de la naturaleza conviven en armonía durante todo el tiempo que las condiciones climáticas lo permiten, volviendo con los meses a una situación de latencia primaveral hasta las próximas lluvias.

Contemplar este espectáculo es ser testigo de la vida que no se da nunca por vencida. Siempre está esperando el momento propicio para renacer y explotar en destellos de luz y de color. Desde el día lunes que empiezo a dar vueltas sobre el pasaje que nos habla de Juan el Bautista, “una voz grita en el desierto”, que nos trae el Evangelio del Segundo Domingo de Adviento me quedo con decir, que el desierto guarda en su seno la vida. En los dos fenómenos naturales del que les conté encuentro estrecha relación con la voz de Juan que resonaba en el desierto de Judea y en lo que significó para el pueblo de Israel, una voz que impactaba como el combo al yunque los pensamiento religiosos carcomidos por falsas concepciones de Dios y a las incoherencias de la acciones de muchos hombres y mujeres que lo escuchaban. Pero hacía revivir los corazones petrificados. Lo que anunció fue la llegada del Mesías: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias”.

El profeta Juan anunció la vida, pero la vida estaba ya presente…, dentro de cada uno de nosotros está presente el Reino de Dios y está tratando de brotar y germinar para transformar el rostro del mundo. La revista de Teología Pastoral, Sal Terrae nº 142, traía un título muy sugerente y expresa muy bien lo que intento decir: “El roble está latente en el fondo de la bellota”, que hace referencia a la famosa poesía de Ira Progoff. En el fondo de toda realidad, está presente ya la vida de Dios que brotar como una fuente inagotable.

La voz de Juan se escuchó en medio de la aridez de su pueblo para decirles: “que debían volverse a Dios”, en quechua decimos: “Dius laduman cutiriy” que traduce: voltéate hacia Dios. Fue como la lluvia que anunció la llegada de la vida al desierto que llevaba muchos años dormido y oculto. Al interior de cada uno de nosotros, en el fondo de nuestro corazón, están presentes siempre las semillas del Reino que necesitan ser regadas por las lluvias generosas para que despierten de su letargo prolongado y vuelvan a reverdecer llenando con su color, con su fragancia y su luz, los paisajes de nuestra vida y la vida de nuestras comunidades.

(agradecimientos a: homiletica.org, Encuentros con la Palabra, ocrm.org y leccionary.org)