Emmo. Señor Cardenal Julio Terrazas Sandoval, C.SS.R., Presidente de la CEB;
Excmo. Mons. Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M., Vicepresidente de la CEB;
Excmo. Mons. Oscar Aparicio Céspedes; Segretario General de la CEB;
Excmos Monseñores Arzobispos y Obispos;
Queridos Hermanos en el sacerdocio y Hermanos y Hermanas en el Bautismo:
Me alegra transmitir el saludo, la cercanía, el afecto pastoral y la Bendición del Santo Padre Benedicto XVI a todos ustedes reunidos en esta 93ma. Asamblea General, en el año celebrativo de los 50 años de creación de la Conferencia Episcopal (CEB). Expreso complacencia por la firma del Conve-nio con el Estado Plurinacional de Bolivia en materia de educacion, que confirma el fundamental papel de la CEB, el alto nivel de sus actividades, su comprometida solicitud por fortalecer relaciones útiles para consolidar la identitad cristiana, difundir el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y asegurar así el sólido progreso de Bolivia.
En el último semestre, el Papa ha reconfirmado en varias circunstancias su afecto por Boli-via: con sus Autógrafos por los 25 años de Ordenación Episcopal de venerados Padres y Pastores del Santo Pueblo de Dios en Bolivia, Sus Excelencias Mons. Adalberto Rosat, O.F.M., Mons. Julio María Elías Montoya. O.F.M., y Mons. Tito Solari, S.D.B. Ha otorgado también extraordinarias indulgencias a la Prelatura de Aiquile, que – en su cinquenta años – ha emprendido con renovado empeño un camino de discernimiento, de conversión y de evangelización. El nombramiento de S.E. Mons. Oscar Aparicio Céspedes como Ordinario Militar para Bolivia, al término del fecundo, dedicado, fiel y generoso Minis-terio pastoral en la misma Jurisdicción eclesiástica de S.E. Mons. Gonzalo Ramiro del Castillo Crespo, O.C.D., confirma la solicitud del Santo Padre por Bolivia.
El Papa Benedicto XVI Se ha hecho presente también cuando ha enviado sus condolencias por el sensible fallecimiento de S.E. Mons. Leonardo Mario Bernacchi, O.F.M., “que con ejemplar celo y en-trega pastoral sirvió” a Camiri.
El Magisterio Pontificio del último semestre encamina los próximos e históricos momentos del compromiso y del testimonio cristiano de la Iglesia.
El documento “Africae munus”, del 19 de noviembre pasado, ha subrayado que la Iglesia, familia de Díos, es promotora de reconciliación, consciente de las cicatrices de la historia, deseosa de sanar las heridas todavía abiertas, pero convencida de que el único que sana es Jesús, como afirmaba San Cle-mente de Alejandría.
El 12 de diciembre pasado, mientras celebraba con gozo la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, el Papa festejaba también los dos siglos de independencia de varios Países de America Lati-na, que se conmemoran en estos años y tenía presentes a todos los que se unían espiritualmente a los diversos países latinoamericanos y del Caribe.
El Santo Padre me ha encargado expresar su complacencia por las Liturgias con las cuales varias diocesis de Bolivia se han unido en comunión a su solicitud por America Latina. En aquella Liturgia el Sumo Pontifice se alegraba porque el camino de la integración en nuestro querido continente avanza, exortaba a salvaguardar el rico tesoro de fe y el dinamismo histórico-cultural y pedía fomentar cada vez más iniciativas acertadas y programas efectivos que propicien la reconciliación y la fraternidad, incrementen la solidaridad y el cuidado del medio ambiente, vigorizando a la vez los esfuerzos para superar la miseria, el analfabetismo y la corrupción y erradicar toda injusticia, violencia, criminalidad, inseguridad ciudadana, narcotráfico y extorsión.
En la misma línea hemos recibido el Mensaje para la 45ma. Jornada Mundial de la Paz “Educar los jóvenes a la justicia y a la paz” que invitaba a adherir a Jesucristo con generosa coherencia de vida, sin miedo a las dificultades y persecuciones. Y el Mensaje para la Jornada Misionera Mundial eviden-ciaba que los cristianos somos llamados a testimoniar la única Verdad, que es Jesucristo, y subrayaba que la coherencia entre la fe y la vida es esencial para la evangelización.
De esta coherencia han dado heroico testimonio los 26 agentes pastorales que han ofrecido su vi-da el año pasado (18 sacerdotes, 4 religiosas y 4 laicos), de los cuales 15 en nuestro continente. Con su “martyria” han sellado su esperanza en el Redentor, que repite a la humanidad “levántate y camina, tu fe te ha salvado”. Estas palabras han sido elegidas como tema para el Mensaje de la XX Jornada Mundial de los Enfermos, que ofrecía una rica reflexión teológica sobre los Sacramentos de la Reconciliación y de la Unción de los enfermos, en el contexto de la enfermedad. Esta Jornada Mundial se ha celebrado ampliamente en toda Bolivia, así como lo ha señalado la agencia “Iglesia Viva”.
El Mensaje del Papa para la Cuaresma tenía como titulo “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Hb 10, 24) y resaltaba que hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos y entonces, frente al mal no hay que callar”.
Estas enseñanzas ayudan también a nuestra Iglesia en Bolivia a fortalecerse a la luz del Magiste-rio del Concilio Vaticano II, del cual celebraremos los 50 años, y a reafirmar su Credo en el “Año de la Fe”, que será inaugurado en concomitancia con la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
Específico documento para orientar a la vivencia del Año de la Fe, es la Nota de la Congrega-ción para la Doctrina de la Fe, del 5 de enero pasado, con sus propuestas prácticas para organizar este momento de gracia, a nivel de la Iglesia Universal, de las Conferencias Episcopales, de las Diócesis y de las Parroquias.
El 31 de enero pasado, la elevación del ISET a Facultad de Teología “San Paolo”, otorga a Bo-livia un instrumento precioso para desarrollar – nel surco del Magisterio y de la Comunión eclesial pre-sidida por el Santo Padre Benedicto XVI – la fecunda obra misionera de evangelización de la Iglesia Católica, tal como se lee en la relativa Carta emitida por el mismo Dicasterio.
Después de la participación del Emmo. Presidente de la CEB al solemne Consistorio del 18 de febrero, y unos días antes de su salida a México para representar al Santo Pueblo de Dios en Bolivia al encuentro con el Vicario de Cristo peregrino en Latinoamerica, el Santo Padre Benedicto XVI hacía llegar a Caritas Boliviana sus expresiones de cercanía y su generosa contribución para las víctimas de las recientes inundaciones en Bolivia.
Quiero evocar solo brevemente las preciosas enseñanzas del Santo Padre en su viaje en México y Cuba, un viaje rico de profundos momentos de comunión eclesial y de progreso en el camino de la fe. Los temas que el Sumo Pontifice ha tratado sobre las nuevas fases de respeto y de colaboración entre la Iglesia y los Estados, sobre los gravísimos riesgos de la ausencia de Dios en la vida pública, de las con-seguientes nuevas y viejas idolatrías, sobre la necesidad del compromiso cristiano en la vida pública y el dialogo, constituyen claros puntos de referencia para la Iglesia en cualquier parte del mundo.
Porque, como ha repetido el Papa Benedicto XVI, en un mundo que experimenta un gran proceso de cambio se advierte la necesidad de la Palabra de Dios para iluminar al hombre en la confusión y en la dificultad que afronta para orientarse correctamente.
Hablando específicamente de nuestro Continente es muy importante que el Cristianismo percibi-do como una realidad del corazón, como una rica intuición del corazón sea enriquecido por la racionali-dad de la fe, con la profundidad de la fe, mucho más rica que la simple razón. Resuena también la invi-tación a superar el cansancio de la fe y recuperar la alegría de ser cristiano, de sentirse sostenidos por la felicidad de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia.
De esta alegría – afirmaba el Santo Padre – nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar.
Saber sacar provecho del Magisterio del Papa Benedicto XVI y de sus iniciativas pastorales e inspirar toda la obra de la Iglesia en su Primado de la caridad, es corroborar con los valores y principios de aquella fe que la Iglesia recibe del Espíritu y vive en la comunión del Espíritu.
A María, Esposa del Espíritu, se dirige el anhelo y la oración a fin de que la Iglesia de Bolivia manifieste por medio de todos ustedes esta vivencia familiar con Dios en la presente Sesión de la CEB y la difunda en este querido País, y en el mundo entero, en conformidad con el compromiso de la Misión permanente.