El 29 de Noviembre 2020, comenzamos el nuevo año litúrgico, que nos permitirá recorrer los cinco tiempos que tiene el año litúrgico: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y Ordinario. Durante el año litúrgico, la Iglesia celebra los misterios de nuestra Salvación. Cabe mencionar que el calendario litúrgico, recorre tres ciclos, A, B, C; cada año tomamos un ciclo. Este año tomaremos el ciclo B, con las lecturas del Evangelio San Marcos..
El nuevo tiempo con el cual comenzamos, es “Adviento” que tiene dos momentos: por una parte, meditar y reflexionar acerca de la segunda venida del Señor y por otra parte, profundizar más el misterio de la Navidad, con la llegada del Hijo de Dios. En este momento de pandemia que vivimos y, donde muchas de nuestras actividades pastorales han quedado paralizados, el Señor nos invita a preparar su llegada en medio de nosotros; La situación de crisis sanitaria que vive el mundo, no nos quite la esperanza de Celebrar con Alegría la llegada del Hijo de Dios en medio de nosotros. El Señor es nuestra fuerza; él nos ayude a dar sentido a este tiempo.
El Hijo de Dios, al asumir nuestra naturaleza Humana, se hace solidario con la humanidad, y este año estamos llamados a practicar la solidaridad: quienes tenemos más podemos compartir con los que tienen menos y, así pasar la Navidad juntos como familia cristiana. Empero, debemos aclarar que la solidaridad no solamente es dar pan al que no tiene, sino también ser parte de la situación que el hermano/a está atravesando. Solidaridad es dar mi tiempo, mis talentos a quienes lo necesiten. No, nos dejemos influenciar por la publicidad barata del mundo del consumismo, que nos hace creer que para celebrar la Navidad tenemos que comprar muchas cosas, cuando en realidad, celebrar la Navidad es acoger al Niño Dios en nuestros corazones; acoger a los hermanos y compartir con ellos lo que Dios nos ha dado.
El himno de Adviento, nos dice: “Abran sus puertas, ciudades de paz, que el Rey de la Gloria ya pronto vendrá”. Si bien Adviento es tiempo de espera, en necesario que cada uno haga el esfuerzo de abrir su corazón y preparar la venida del mismísimo Hijo de Dios. No seamos cristianos que viven su fe de manera egoísta y que no son capaces de abrir su corazón a la llegada del Hijo Dios. Desde una visión sociopolítica, que la llegada del Hijo de Dios, nos lleve a asumir compromisos serios para seguir construyendo un mundo mejor en donde reinen los valores del Evangelio: La búsqueda de paz estable y duradera, la justicia, la solidaridad, y el respeto entre todos nosotros.
La corona de Adviento, con sus cuatro candelabros es propio de este tiempo, simboliza el amor infinito de Dios. Es así de infinito el amor de Dios con la humanidad. Cada domingo encenderemos una vela de la corona, mientras vamos encendiendo las cuatro velas, ya estamos a las puertas del gran acontecimiento de nuestra fe, la Natividad del Señor. “Ven, ven, Señor no tardes; ven, ven que te esperamos; ven pronto Señor”, así dice el canto de este tiempo.
Vivamos este tiempo con intensidad y preparémonos hasta llegar a la Solemnidad del Nacimiento del Hijo Dios. En los templos y en casas de las familias cristianas se hacen los pesebres que es una tradición muy bella y, diría yo, que el mejor pesebre que cada uno prepare sea su corazón. Juan el Bautista, San José y nuestra madre María, nos ayuden a preparar la llegada del Hijo de Dios. Feliz Año nuevo Litúrgico y buena preparación de Adviento.
Autor: P. Gonzalo Quisbert