Mons. Aurelio Pesoa Ribera OFM, Obispo del Beni en su homilía del domingo 24 de octubre de 2021, ha afirmado que Dios nos concederá no sólo la salud sino también la dignidad si tenemos fe en Él, porque Dios como un padre que nos ama nos acoge a todos.
El profeta presenta a Dios como el Padre amoroso lleno de ternura, principalmente con los que son más vulnerables o descartados, Dios se preocupa por todos y ese es el Dios en quien nosotros creemos. Un Padre que ama no lastima a los que ama y al reflexionar pienso en esa niña de 11 años que fue violada y embarazada y que la ley quiere que aborte, no les basta que ella sea víctima sino que se busca de re victimizarla, debemos pensar en lo que puede ser de aquella inocente niña y es que muchas veces la sociedad y las leyes no son tan caritativas y justas como ellas deberían ser.
El evangelio nos muestra la súplica de aquel mendigo y ciego que quiere ver y que encuentra a un costado del camino para que no estorbe y ser ignorado por la sociedad de ese tiempo. Sin embargo Bartimeo conoce a Jesús desde su marginación y por eso lo reconoce y confía en Él y lanza ese grito “Ten compasión de mí Hijo de David” pero la sociedad pide que se calle porque el pobre y desamparado casi siempre estorba y por eso es mejor ignorarlo.
Jesús no se niega escucharlo y lo llama a su presencia, que actitud distinta de Jesús que acoge a todos no sólo algunos, porque para Dios nada es descartado y menos aún el ser humanos.
El llamado de Jesús cambia la vida de Bartimeo que deja la postura de muerte por una de vida, el encuentro de Jesús con Bartimeo le devuelve no sólo la salud sino también la dignidad.
Hoy podemos percatarnos, seguramente, que muchos hermanos permanecen en la ceguera y postrados a la orilla del camino, cuando sólo basta acercarse a Jesús sabiendo que Dios acoge a todos. El camino de una nueva dignidad comienza con el mandato de Jesús vete tu fe te ha salvado. Por eso como Iglesia tenemos una misión que cumplir que por medio de la Palabra de Dios se haga el milagro que todos puedan ver y tener la dignidad humana.
Nosotros también como discípulos y misioneros somos llamados a compartir nuestra fe y ser portadores de la alegría del Evangelio particularmente de aquellos hermanos que esperan en los caminos difíciles de la vida.
Fuente: Iglesia Viva