Análisis

Las noticias pasan, los hechos quedan

Cada vez más estamos acostumbrados a vivir del sensacionalismo, de la información fácil y sin compromiso, de meros titulares en medios de información o difusión masiva o en corrientes de opinión basadas en el “dice que”. Estas formas superficiales de acercamiento a la realidad en el fondo sólo nos presentan débiles siluetas de la misma, pues no llegamos a percibir la dimensión real de cada acontecimiento (“factum”).

Se podría hacer un breve repaso a la cantidad de hechos que se convirtieron en noticia e incluso estuvieron presentes a lo largo de semanas y después de ello pasaron como si de un suspiro se tratase. El momento en el que tal o cual acontecimiento/situación/hecho deja de ser noticia pareciera que deja de existir, salvo para quienes son parte del mismo.

Aquí no se trata de sostener que un hecho noticioso debe estar presente permanentemente, pues carecería de sentido como tal; de lo que se trata es de examinar si nosotros aprendemos a hacer una lectura crítica de esos acontecimientos y somos capaces de ahondar en lo que muchas veces sólo se enuncia.

Seguramente recordamos datos sobre hechos deplorables como violaciones a los Derechos Humanos, asesinatos de mujeres, abusos sexuales a menores, crisis económicas de escala mundial, tsunamis y terremotos, inundaciones; así como otros que son admirables en relación a labores humanitarias, gente exitosa, descubrimientos asombrosos, vidas ejemplares y una larga cadena de hechos de la realidad. ¿Nos contentamos con la mera información acerca de los mismos?

Ya sería un adelanto si al menos nuestra lectura fuera una lectura crítica ante lo que se nos dice y no nos tragásemos como verdades absolutas e incuestionables lo que se nos presenta en la información; el sencillo ejercicio de comparar los titulares sobre un mismo acontecimiento o el tipo de información que se ofrece nos puede dar una idea al respecto para saber no lo que se dice sino lo que se quiere decir.

Sin embargo, es preciso dar un paso más: tener la lucidez y realizar análisis crítico suficiente para ver que no son simples hechos los que se describen, relatan o comentan. Detrás de cada noticia existe un universo de intereses, historias, prejuicios, vidas, sentimientos, experiencias y otra larga cadena de pequeñas realidades. Y es ahí donde no ingresamos.

La realidad no puede estar definida por la agenda noticiosa que tal o cual medio desea imponer, nuestra sensibilidad personal, el criterio y la lucidez propios deben acompañar nuestra aproximación a la misma y el seguimiento necesario de debemos realizar. Una información sin compromiso es sólo la manifestación de la superficialidad en la que nos movemos.

Tener datos sobre la pobreza en el país no es lo mismo que conocer la vida de los pobres, escandalizarse por los abusos a menores en el seno mismo de su familia no es suficiente si no hago algo por cambiar esas situaciones, mirar imágenes sobre desastres naturales y hasta llorar no significa que esté dispuesto a ser solidario. Vivir de las noticias que un día salen a la luz y luego desaparecen no es lo mismo que acercarse a la realidad con el deseo de ayudar a mejorarla, de comprometerse con la vida de quienes se habla.

Las noticias pasan y duran lo que ciertos intereses quieren que duren, sin embargo, los hechos quedan y muchas veces precisan de personas que se interesen por ellos.