Análisis

Javier Gómez Graterol, religioso/periodista: Compartir en tiempos de crisis

La situación actual de muchos países me recuerda el capítulo 3 del libro de Isaías, en especial la parte que dice: “Les pondré como jefes a unos chiquillos y a unos petulantes para que los manden” (v. 4) y la de “¡Oh, pueblo mío!, los que debían guiar tus pasos te hacen desviarte y echan a perder el camino que sigues” (v. 11). Fácilmente podemos leer este capítulo poniéndole el nombre de cualquier país actual, en especial donde la peste comunista se hizo con el poder, y ver que da lo mismo.

De ese capítulo también puede rescatarse: “Digan: «Feliz el justo, pues comerá el fruto de sus obras»; pero: «Pobre del malo, porque le irá mal, y será tratado según las obras de sus manos»”.

En la crisis actual debemos, como ya he venido insistiendo, en primer lugar, orar incansablemente por nuestras autoridades (1Tim 2,1-4) y empezar a practicar la generosidad cristiana. Sobre las bendiciones de Dios por ser generosos tenemos:

Biblia: Así, muchos se niegan a prestar, no por maldad, sino por temor a ser despojados sin razón. Pero tú sé indulgente con el humilde y no le hagas esperar tu limosna. Socorre al pobre para cumplir el mandamiento y, en su indigencia, no lo despidas con las manos vacías. En atención al mandamiento, acoge al indigente, según su necesidad no le despidas vacío. Gasta dinero por el hermano y el amigo, que no se te enroñe bajo la piedra y lo pierdas. Deposita tu tesoro según los mandamientos del Altísimo y te reportará más provecho que el oro; que el tesoro encerrado en tus graneros sea la limosna, y ella te preservará de todo mal: mejor que un fuerte escudo y una lanza pesada combatirá a tu favor frente al enemigo (Eclo 29,7-13).

Santos:
– “Ahora precisamente, hermano, Cristo está pasando hambre, se digna pasar hambre y sed en todos los necesitados, y lo que recibe en la tierra es lo que devolverá en el cielo” (San Cesáreo de Arlés).

– ¿No serás por ventura como un expoliador, teniendo como tuyo lo que has recibido para distribuir? Es el pan del hambriento el que tienes, el vestido del desnudo el que conservas en tu guardarropa; es del descalzo el calzado que amontonas y del necesitado la plata que escondes bajo la tierra. Cometes, pues, tantas injusticias cuantas son las cosas que puedes dar (San Basilio).

– Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido, al no ser tú quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino los demás quienes acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehuyes el encuentro con los demás, para no verte obligado a soltar ni una pequeña dádiva. Sólo sabes decir: «No tengo nada que dar, soy pobre». En verdad eres pobre y privado de todo bien; pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna (San Basilio Magno).

Autor: Javier Gómez Graterol, religioso/periodista

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