Santa Cruz

HOMILÍA DEL CARDENAL JULIO TERRAZAS, 09-04-12

Domingo de Pascua, 8 de abril de 2012.

Basílica Menor de San Lorenzo Mártir

Muy amados y queridos hermanos y hermanas:

Un deseo de que esta Pascua la vivamos no solamente hoy sino todos los días de nuestra vida, eso es lo que anhelamos y lo que quisiéramos hacer como creyentes. Lo mismo deseamos para toda nuestra Iglesia en Santa Cruz y pensamos en todos esos hermanos y hermanas en el campo, en las lejanía, quizás no han podido celebrar la vigilia pascual y hoy están privados de este anuncio de la vida nueva que nos viene en Cristo; a ellos los saludamos, a los del campo, a los que están en la montaña, a los que están lejos; Y, desde nuestra Catedral también un saludo afectuoso a todos los que sufren del alma o del cuerpo, a todos los que están en nuestros hospitales, en nuestras cárceles, a ellos queremos llevar el mensaje de la Pascua, mensaje que lo queremos extensamente vivido en todo nuestro País y en toda la Iglesia en el mundo entero.

Yo creo que es importante captar un poco lo que Juan nos dice en el evangelio, para que comprendamos la exigencia que hemos hecho desde el comienzo de este caminar de la Cuaresma hasta este día de la Pascua. Se trata de creer, y aquí es una invitación hecha a todos, no es ninguna ofensa decir al pueblo que tenemos que aumentar nuestra fe y que tenemos que vivir de la fe y que esa fe es la que nos va impulsa a ir poniendo aquí entre nosotros, los cimientos de una reino de verdad, de justicia y de paz al alcance de todos y no como privilegio de unos cuantos.

Ahí esta María Magdalena que el primer día de la semana va a visitar el sepulcro y se encuentra con que la Piedra que tapaba el sepulcro estaba removida. Se asustó, yo creo que es normal, pero ella no pensó en otra cosa sino en ¿quién se ha robado al Señor? no pensó en recordar que el Señor les había dicho “!No se asusten que yo voy a resucitar al tercer día!”. Y corrió y le avisó a Pedro y a Juan, Juan es ese discípulo del que nos habla el evangelio, el joven. Y ellos corrieron también al sepulcro, fíjense este pequeño detalle que es importante en nuestra vida: todos tenemos que correr hacia el sepulcro para darnos cuenta de que no hay ningún cadáver ahí adentro sino que el Señor ha resucitado, pero por supuesto que el más joven corre más rápido. Eso también pasa en nuestra vida mis queridos hermanos. Aquellos que están más entusiasmados, aquellos que han captado mejor lo que es el Señor resucitado, corren a verificar para aumentar su fe, corren par anunciar mejor esta buena noticia, corren para decirle al mundo que andan buscando la vida, la paz, el amor, para decirles está ahí presente el Señor que ha resucitado.

Primero entra Pedro y después Juan y encuentran por supuesto el sepulcro vacío y solamente los lienzos con que había sido enterrado estaban allí en un rincón. Cuando vieron que están los lienzos a un lado muy bien ordenado y que no estaba el cadáver del Maestro ¡entonces creyeron!.

Hemos hablado mucho en este tiempo de una Iglesia que quiere renovar su fe, de los cristianos que tenemos que renovar nuestra fe para no convertirnos en repetidores de cosas que no tienen nada que ver con nuestra vida o admitir cosas que se oponen a nuestra propia vida.

¡Entonces creyeron! Hoy es el día mis hermanos, en que debemos repetir esta experiencia, creemos en el Señor que está viviendo, que está presente en nuestras comunidades, que está presente en nuestras vidas y este Señor el que nos impulsa, el que nos da esa voluntad extraordinaria de poder decir la Palabra de vida que se necesita escucharla con urgencia en medio de tantas palabras de muerte.

Pablo a su comunidad de Colosas, les dice: Ya ustedes han resucitado con Cristo, no les dice que son unos cadáveres con un poquito de vida. Les dice: Ustedes han resucitado con Cristo, por eso es que tienen que tener otra manera de vivir, de pensar, de mirar. A un creyentes no se le puede limitar una visión de Dios, una mirada mucha más bondadosa y exenta de odios y de rencores, a un creyente hay que animarlo a que sienta esto que Pablo quería que sus fieles conocieran, ustedes ya están resucitados, ya tiene una nueva vida, han sido recreados de nuevo, entonces piensen de forma diferente, busquen las cosas de arriba y no sigan buscando ese poco de miseria que muchas veces se nos ofrece en nuestro caminar terrenal. Estamos llamados a mirar las cosas de arriba, no a agacharnos, no a dormirnos, estar vigilantes y claros en el mensaje que damos y en el cariño y el amor que tenemos que expresar a nuestro Dios.

Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las terrenas. Ustedes están muertos ya que Cristo murió por nosotros participamos de esa muerte; Ya no es el hombre viejo lleno de maldad que se mueve en nosotros, tiene que moverse el hombre nuevo, aquel que es capaz de iluminar nuestras oscuridades propias, de la comunidad, de la familia, de la sociedad. Eso nos recuerda el Cirio Pascual que no ha sido para darnos un poquito de luz en la noche de la vigilia, este Cirio es para recordarnos constantemente que en todas las épocas del mundo siempre hay espacios de oscuridad y oscurantismo, a nosotros nos toca iluminar para que nadie se pierda en las tinieblas que quieren dominarnos constantemente.

El apóstol Pedro lo dice Claro: ustedes ya saben lo que ocurrió en toda Judea y que comenzó en Galilea. Comienza colocándolos frente a un hecho: Ustedes ya saben lo que ha hecho el Señor en el que nosotros hemos creído y al que seguimos. Ha pasado por la tierra haciendo el bien, ha curado a los enfermos, ha resucitado a los muertos, ha dado consuelo. Pasó haciendo el bien, nos dice Pedro, pero a ese Señor lo han matado por envidia, por miedo, por cobardía, a ese nuestros Señor lo han crucificado y estaban todos contentos de que se murió.

Lo mismo puede suceder a los discípulos del Señor hoy. Que hagan un esfuerzo por hacer el bien y que no sena entendidos. El modelo es el Señor, no se quedó abatido, no se quedó destruido por la envidia y el odio. El Padre lo resucitó le dio la vida nueva, esa vida que el Señor cuando andaba por la tierra decía que nos iba a dar a todos y que Él rezaba para que esa vida sea abundante par todos y no solo un pedacito de vida para algunos.

Por ahí lleva la Pascua mis queridos hermanos, aumentar nuestra fe en el Dios que está caminado con nosotros. Mirar las cosas de Dios antes que en las cosas que a veces nos encandila en la tierra, tener la valentía de recordarle a todos que el Maestro al que han crucificado y matado pensado que acababan con una corriente, ese Señor a pesar de que hizo todo el bien, sufrió tanto pero ha resucitado. Ahí está la fuerza y el optimismo de nuestra fe. Es esta realidad que tenemos nosotros que vivirla, que anunciarla y llevarla a todos los rincones.

En nuestra Iglesia estos días hemos vivido cosas extraordinarias:

• La presencia de nuestros sacerdotes renovando su fe en Cristo.

• La presencia de nuestros enfermos, ancianos y gente discapacitada renovando su amor y cariño al Señor de la vida que entregó su vida por nosotros.

• Hemos visto a la gran multitud de nuestro pueblo participar de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesús.

Y en todas nuestras celebraciones hemos pedido, porque es nuestra obligación, no es que estemos molestando a nadie, no nos interesa molestar a nadie, lo que nos interesa es que nos molesten la cusa del Señor. Y que se empapen de esta causa para que todo lo que quieran realizar de bien, lo hagan mejor y lo hagan la servicio de todos, tal como lo enseña neutros maestro que es Jesús.

Renovemos nuestra fe, lo dijimos al comienzo de Cuaresma, lo dijimos en todos estos encuentros que hemos tenido y lo decimos hoy. Y renovamos nuestra fe en profundidad porque no queremos quedarnos encerrados en un sepulcro vacío. El sepulcro vacío es donde no hay vida y no se permite vivir, es donde nos existe la verdad y no dejan que se busque la verdad, es donde el miedo es el que domina y no la libertad autentica de los hijos de Dios. No queremos en la Iglesia, ni en nuestra Patria, ningún sepulcro que nos impida mirar las cosas del cielo porque son esas las que dan razón a nuestra existencia y a nuestro compromiso.

Que este sea el espíritu de la Pascua mis queridos hermanos, que esta sea la Pascua para toda la Iglesia en Santa Cruz, para toda nuestra Patria Bolivia. Que la Pascua del Señor nos ayude a crear un país para todos, una Iglesia en la que todos participamos y a convertirnos en verdaderos mensajeros que salen con prontitud y alegría a decir: No busquemos al Señor entre los muertos porque Él vive. AMEN.