- El presupuesto 2022 refleja la situación real de las finanzas públicas, con problemas que se arrastran desde hace años atrás y luego de haber pasado por la fase crítica de la pandemia. En principio, muestra que prevalece la limitación de recursos:
– Si bien el presupuesto es optimista en sentido de que se estima un incremento de los ingresos por impuestos, de todas maneras, estaría por debajo de los niveles alcanzados entre 2015 y 2019.
– La renta por hidrocarburos (IDH y regalías), que cayó notablemente desde 2015, se habría estancado en un nivel bastante menor e incluso registraría una leve tendencia a la baja para 2022.
– En consecuencia, además del Nivel Central, los gobiernos subnacionales también afrontan este problema de ingresos. - A pesar de esta situación, los gastos corrientes nuevamente aumentarían en esta gestión.
- Con relación a la inversión pública programada para 2022, el PGE considera un gran incremento de 25% con relación al presupuesto 2021, bastante cuestionable, considerando la tendencia a disminuir de los últimos años y la caída de recursos. La apuesta desde el Gobierno ahora sería la inversión en el sector de minería.
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Como resultado de la situación con más gastos y limitados ingresos, el presupuesto 2022 prevé nuevamente un profundo déficit fiscal, de 8%, y consecuente mayor endeudamiento que incluye la emisión de bonos soberanos.
- Lamentablemente, se ha transitado de un periodo de bonanza –en que se tenía la gran oportunidad de impulsar el desarrollo con los cuantiosos recursos de la renta del gas- hacia una situación en que el presupuesto refleja la pesada carga de un aparato público grande que resulta en un constante endeudamiento, que compromete la sostenibilidad y estabilidad.
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El Presupuesto Público: Una pesada carga después de desperdiciada una gran oportunidad
