La visita del papa Francisco a Bolivia tiene que ser vista como lo que es: un suceso excepcional que, además de reafirmar la fe de la comunidad católica, dominante en nuestro país, puede convertirse en una oportunidad inmejorable para que la atención de actores sociales, políticos y económicos confluyan en torno a los niveles de vida y convivencia entre los bolivianos.
Así pues, además de la significación religiosa y espiritual y la gigantesca movilización de fieles católicos que se prepara para la llegada de Francisco, no habría que perder de vista las connotaciones sociales –y también políticas, por qué no decirlo– que tendrá la presencia del Sumo Pontífice en Bolivia.
Y decimos esto porque saltan a la vista ciertas actitudes y declaraciones de autoridades nacionales que pretenden poner en perspectiva política la visita del papa Francisco, cuando la misma tendría que reflejarse, más bien, en un desarme y reencuentro de los distintos actores de la vida nacional en provecho y beneficio de la población en su conjunto.
Demás está recordar la gravitación de la figura del Papa, no sólo como cabeza y líder mundial de la Iglesia Católica, sino por su influencia, en todos los ámbitos, a nivel global. Bien asumida, la llegada de Francisco puede cambiar la vida de muchas personas ya no sólo de manera espiritual sino también material.
En ese marco, y aunque no está relacionado con el acontecimiento que tendrá lugar los primeros días de julio próximo, podríamos dimensionar el debate que abrió recientemente el sacerdote Mateo Bautista, quien inició una campaña para conseguir la aprobación de una propuesta de Ley que busca destinar el 10% del presupuesto general del Estado, en todos sus niveles, al mejoramiento del sistema de salud pública.
Dicho planteamiento, que habría sido puesto en conocimiento del papa Francisco, generó una desmedida reacción de los más altos niveles del Gobierno Nacional, con la abierta intención de desacreditar la campaña del mencionado sacerdote católico.
Y como muestra de ello basta con recordar las declaraciones vertidas, hace algunos días, por el mismísimo Ministro de la Presidencia, quien aseguró que la campaña por el 10% del presupuesto para la salud “miente”, ya que el Tesoro General de la Nación destinaría un 11.5% al rubro; y no satisfecho con ello, llegó al extremo de afirmar que la propuesta del padre Mateo busca “reducir el presupuesto, cercenar el derecho a la salud y matar a la gente”.
La autoridad no parece haberse percatado de la verdadera y sana intención del religioso quien –cifras más cifras menos– no persigue otro propósito más que el de asegurar, en beneficio común de la sociedad boliviana, una mayor y mejor atención del Estado al rubro de la salud, cuyas condiciones y limitaciones actuales son indefendibles y abundantemente conocidas por la ciudadanía.
El sacerdote en cuestión, aludido por la virulencia del ataque gubernamental y en defensa propia, se limitó a señalar que pondría en conocimiento del Papa un video con las “gentiles expresiones” del ministro Quinta hacia él.
Así pues, la sugerencia de mejorar el presupuesto público para la salud debió ser recibida, discutida y considerada con interés y amplitud por las autoridades gubernamentales, tomando en cuenta que la Iglesia Católica, cuya presencia y obra social se extiende a lo largo y ancho del territorio nacional, constituye un fehaciente termómetro de las necesidades más apremiantes de la población y, de manera particular, de los grupos sociales más empobrecidos del país.
Si, como afirma el Gobierno, se hizo un incorrecto manejo de cifras, lo cierto es que la inquietud del religioso se origina en su contacto directo con aquellos pacientes que sufren la insuficiente atención del Estado y, además, en su calidad de ex Secretario de Salud del entonces obispo Bergoglio, hoy papa Francisco.
Esperemos, pues, que el Gobierno asuma el extravío de algunas de sus autoridades y sea capaz de lograr una necesaria articulación con los distintos sectores sociales, así como con sus más apremiantes necesidades, para confeccionar una agenda que no confronte sino más bien unifique a los bolivianos en el contexto de la visita papal.