Hoy cuando hay una cruzada, encabezada, entre sus principales promotores, por el multimilloniario George Soros (por quien hay que rezar muchísimo por su conversión, 1 Tim 2,1-3), para imponer en la sociedad ideologías totalitarias que en su mayoría quieren aprobar sin siquiera pasar a votación, conviene que, como cristianos que somos, repasemos qué dice la Iglesia al respecto de esta tendencia, derivada del pensamiento socialista/comunista “progre”, que hoy puede verse manifiesto en la ideología de género, las cruzadas proaborto, el feminazismo, el ecologismo exacerbado y demás movimientos de “liberación” y “cambio social”. Repasemos lo que ha dicho la Iglesia al respecto, para que no nos engañen:
Pío XI declaró:
“por primera vez en la historia asistimos a una lucha fríamente calculada y cuidadosamente preparada contra todo lo que es divino (cf. 2Tes 2,4). Porque el comunismo es por su misma naturaleza totalmente antirreligioso y considera la religión como el «opio del pueblo», ya que los principios religiosos, que hablan de la vida ultraterrena, desvían al proletariado del esfuerzo por realizar aquel paraíso comunista que debe alcanzarse en la tierra”.
Ante la pasividad de muchos cristianos ante el avance de estas ideologías dice:
“…aun cuando estimamos superfluo prevenir a los hijos buenos y fieles de la Iglesia acerca del carácter impío e inicuo del comunismo, no podemos menos de ver, sin embargo, con profundo dolor la incuria de aquellos que parecen despreciar estos inminentes peligros y con cierta pasiva desidia permiten que se propaguen por todas partes unos principios que acabarán destrozando por la violencia y la muerte a la sociedad entera; ya tanto más condenable es todavía la negligencia de aquellos que nos e ocupan de eliminar o modificar esas condiciones de cosas, conque se lleva a los pueblos a la exasperación y se prepara el camino a la revolución y ruina de la sociedad”.
Más adelante, exhorta a los cristianos diciendo: “Si de verdad quieren ser pregoneros del Evangelio, esfuércense ante todo en mostrar a los socialistas que sus postulados, en la medida en que sean justos, pueden ser defendidos con mucho más vigor en virtud de los principios de la fe y promovidos mucho más eficazmente en virtud de la caridad cristiana”.
No se puede ser católico y “progre”/comunista/socialista al mismo tiempo:
Pío XI afirmó: “…considérese como doctrina, como hecho histórico o como “acción” social, el socialismo, si sigue siendo verdadero socialismo, aun después de haber cedido a la verdad y a la justicia en los puntos indicados, es incompatible con los dogmas de la Iglesia Católica, puesto que concibe las sociedad de una manera sumamente opuesta a la verdad cristiana.
Aun cuando el socialismo, como todos los errores, tiene en sí algo de verdadero (cosa que jamás han negado los Sumos Pontífices), se funda sobre una doctrina de la sociedad humana propia suya, opuesta al verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, implican términos contradictorios: nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero socialista”.
Ante el progresismo, otra fachada más de los ideólogos comunistas, que quiere imponer hoy el pensamiento único, evita a toda costa discutir, y busca la censura mediante el cambio del lenguaje, y leyes represoras, el Papa Francisco advierte:
«porque el espíritu de la mundanidad también hoy nos lleva a este querer ser progresistas, al pensamiento único».Negociar la propia fidelidad a Dios es como negociar la propia identidad.
“Son dos las tentaciones que se han de afrontar en este momento de la historia de la Iglesia: retroceder por ser temerosos de la libertad que viene de la ley «realizada en el Espíritu Santo» y ceder a un «progresismo adolescente», es decir, propenso a seguir los valores más fascinantes propuestos por la cultura dominante”.
Para quienes ven con aprobación el triunfo de estas ideologías, en especial la de género y la abortista:
“No se trata de auténtico progreso: es una cultura que avanza, de la que no logramos desprendernos y de la cual tomamos las leyes y los valores que más nos gustan, como hacen precisamente los adolescentes. Al final, el riesgo que se corre es el de resbalar y salirse del camino. (…), se trata de una tentación recurrente en este momento histórico para la Iglesia. «No podemos retroceder y deslizarnos fuera del camino» (Papa Francisco).
Pablo VI dijo al respecto de la condena de la Iglesia a estas ideologías diabólicas: “…condenar los sistemas ideológicos que niegan a Dios y oprimen a la Iglesia, sistemas identificados frecuentemente con regímenes económicos, sociales y políticos, y entre ellos especialmente el comunismo ateo. Pudiera decirse que su condena no nace de nuestra parte; es el sistema mismo y los regímenes que lo personifican los que crean contra nosotros una radical oposición de ideas y opresiones de hechos. Nuestra reprobación es en realidad, un lamento de víctimas más bien que una sentencia de jueces”.
Sobre las consecuencias de la decadencia moral en la que quedan los países arrasados por la peste comunista, San Juan Pablo II escribió:
“…hace falta un gran esfuerzo para la reconstrucción moral y económica en los países que han abandonado el comunismo. Durante mucho tiempo las relaciones económicas más elementales han sido distorsionadas y han sido zaheridas virtudes relacionadas con el sector de la economía, como la veracidad, la fiabilidad, la laboriosidad. Se siente la necesidad de una paciente reconstrucción material y moral, mientras los pueblos extenuados por largas privaciones piden a sus gobernantes logros de bienestar tangibles e inmediatos y una adecuada satisfacción de sus legítimas aspiraciones”.
¿Seguiremos igual de pasivos? Cuando las leyes se hagan cada vez más punitivas, no digan que no hubo quien lo advirtió. Oremos, pero que nuestra oración preceda a nuestra acción: ver qué dicen Ben Shapiro, y Agustín Laje, ayuda muchísimo a orientarnos mejor sobre cómo evitar hacernos cómplices de este totalitarismo avasallador. Dios nos bendiga y dé la fuerza para combatirlas.
Autor: Diácono Javier E. Gómez Graterol, SSP
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