Desde Roma, lugar donde se desarrolla el sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización, recibimos con agrado el envío de Monseñor Antonio Reimman, obispo del Vicariato Ñuflo de Chávez, que es miembro de los padres sinodales que participan de este evento por la iglesia de Bolivia. Comparte su experiencia e impresiones de estos primeros días de desarrollo del sínodo.
Acabamos de celebrar la apertura del Año de la Fe. El hermoso mensaje del Santo Padre, Benedicto XVI, se transmitió por los MCS que lo podrán leer en las páginas de internet.
Quisiera compartir con Uds. Alguna reflexión personal. De la Basílica de San Pedro, pasando por el atrio, la cruz alta no quío por el mismo corredor y las gradas, donde hace exactamente 50 años bajaron 2500 Padres Conciliares. De ellos hasta el día de hoy viven solamente 77 obispos.
Entre los obispos bolivianos estaban también el Obispo Kilian Pflaum, primer obispo del Vicariato Apostólico de Ñuflo de Chávez, y el Mons. Jacinto Ekert, el obispo Prelado de Aiquile.
Hoy, el Señor nos da la gracia de recorrer estos pasillos, recordando esta tarea evangelizadora señalada por el Concilio, para poder aplicarla cada vez más en la vida pastoral.
Durante esta celebración me acompaña sobre todo la gratitud a Dios por el don de la fe. Es Él que ha derramado en nosotros su vida, su presencia salvadora su Espíritu Santo. Es Él que continuamente sale a nuestro encuentro y nos invita a redescubrir la belleza de este encuentro amistoso con Él y dar el testimonio de Él.
Agradezco por todos que me ayudaron a crecer en esta novedad de vida, comenzando por mis padres, familiares, comunidad parroquial, sacerdotes, religiosos y religiosas, formadores, y tanta gente que me ayudó a conocer al Señor, seguirle, y compartir esta Buena Noticia.
Mirando a tantos representantes de las diferentes partes del mundo, que proclamaban la Palabra de Dios, que se acercaban con los dones al altar, que participaban en la oración, con los cantos en la Plaza de San Pedro, pensé también en todos Uds., el Pueblo de Dios que peregrina en Bolivia, con sus Pastores, Vida Consagrada. Y doy gracias a Dios por la semilla de la fe, sembrada en estas culturas por el Espíritu del Señor y expresamente a través de la obra de la evangelización durante tantos siglos a través de tantos misioneros y misioneras hasta el día de hoy.
El evangelio de este día de la apertura del Año de la Fe nos hace presente al Señor en medio de su pueblo de Nazaret, proclamando la palabra del profeta Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha enviado a anunciar las buenas noticias a los pobres…
Vemos que Jesús al inicio del año de la fe, nos invita a recomenzar anunciar la Buena Nueva, comenzando por nuestras casas, por nuestras propias familias, por nuestros barrios, y comunidades que necesitan de una renovación espiritual profunda.
A lado de las grandes columnas de la plaza de San Pedro están levantados los andamios. Se nota que están en una refacción. Signo visible de la permanente necesidad de refacción, no solamente material, sino también la refacción espiritual, que todos necesitamos. El Espíritu del Señor está con nosotros para ayudarnos en esta gran misión, de renovar nuestra fe, y la fe de nuestros hermanos.
Agradezco su oración por el Sínodo y les saludo fraternalmente,
+Antonio Bonifacio Reimann, OFM