Análisis

¿Procede mal la Iglesia por permitir que no haya misas presenciales?

Con la segunda oleada de cuarentena, y la segunda suspensión de la misa presencial en algunos sitios, llegan comentarios y quejas, algunas más ácidas que otras, sobre el hecho de que la Iglesia procede mal al suspender las misas presenciales, siendo que se permiten otras actividades que aglomeran personas y esta, que es tan esencial, vemos a la Iglesia simplemente “plegarse” al mandato de otras autoridades, y no ejercer su autoridad ni su derecho a la libertad de culto.

Al respecto voy a dar lo que aclaro, es “mi” respuesta, a esto:

1. En el Antiguo Testamento, los Macabeos, cuando vieron que sus compatriotas estaban siendo masacrados los días “sábado”, y que una de las masacres más multitudinarias sucedió sin que ellos lanzasen siquiera una piedra, sin defenderse, porque era día de precepto. De entre ellos Matatías el Macabeo (adjetivo que quiere decir, duro como el martillo) entendió que era más importante la vida de los suyos que guardar esta ley, y decidió abiertamente, sin obligar a los demás, con plena conciencia de que guardarla era mandato de Dios, contraatacar y ofrecer lucha ese día, como cualquier otro (1 Mac 2, 41).

2. Vemos luego, años después, que David, estando en campaña y huyendo de sus enemigos, comió de los panes sagrados que solo podían comer los sacerdotes del templo (1 Sam 21,6), y que en ese mismo momento le fue dada como arma la espada de Goliat que estaba preservada en un lugar santo, para que él pudiese defenderse (1 Sam 21,9).

3. Posteriormente, vemos nada más y nada menos, que al mismísimo Jesús, poner el episodio de David y los panes como ejemplo de misericordia, y declarar que el sábado es para le hombre y no el hombre para el sábado (Mt 12, 1-8; Lc 6, 1-5).

En todos estos ejemplos el valor de la vida humana tuvo primacía. El mismo Jesús reconoció y declaró esto.

No se está diciendo que lo sagrado no vale, sino que se le está dando el lugar que corresponde, según las circunstancias. Toda regla tiene su excepción, lo malo está en creernos siempre la excepción, o no querer cumplir la regla, cuando se sabe que la regla se hace y su cumplimiento se pide para beneficiarnos a todos.

Dice un sacerdote muy cercano a mí: mucha gente se quejó en la primera oleada del cierre de las misas, durante las videoconferencias que hicimos, y esa misma gente que tanto se quejaba, cuando abrimos, era a la que menos veía en la misa.

La Iglesia respeta la vida, le da su justo valor, es quien más ha luchado por la dignidad del hombre a lo largo de su existencia, lo quieran negar quienes quieran. La Iglesia, cuando colabora con un gobierno o entidad, lo hace de buena fe. Si en otros centros o actividades se permiten las aglomeraciones, pues queda limpia la conciencia de la Iglesia en que no participó de tal escenario.

Recordemos también que nosotros somos Iglesia, que nuestra familia es, según el Catecismo de la Iglesia Católica, Iglesia doméstica (CEC 1.655-1.658), que como miembros que somos, de esa gran familia, debemos cuidarnos entre todos, y que se nos han dado otras actividades para suplir un poco la carestía. Jesús, Dios-Hombre nos dijo: Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo (Mt 28,20).

Así que: “Esfuércense y cobren ánimo; no teman, ni tengan miedo de ellos: que Yavé tu Dios es el que va contigo: no te dejará ni te desampararará” (Dt 31,6-8; Jos 1,1-10; Ef 6,10), Los poderes del infierno no prevalecerán contra la Iglesia (Mt 16,18).

Autor: Javier Gómez Graterol, religioso/periodista

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