El Papa Francisco ha recorrido 42 kilómetros en auto hasta llegar al barrio de Pacora, en el que confesó a 5 jóvenes detenidos, 4 hombres y una mujer obviamente sin imágenes y dirigió un saludo a los 450 que están cumpliendo la pena allí y que participaron en la liturgia penitencial.
Por primera vez la JMJ también llega a las cárceles
En total fueron más de 500 los reclusos de distintos centros penales que se inscribieron como peregrinos de la JMJ y llegaron hasta el centro Penitenciario de la Nueva Joya para vivir una jornada de catequesis, confesarse, participar en Misa y vivir un recital de música católica.
Religiosas de Perú en en Centro Femenino de Rehabilitación de Panamá
En los días anteriores a la JMJ, los chicos y chicas de los barrios de la diócesis de Chitré y Colón participaron junto con el grupo internacional Gen Verde en un proyecto muy especial: actuaron durante un concierto junto con la banda frente a más de 4.000 peregrinos de los cinco continentes. Las religiosas peruanas Siervas y las jóvenes de Gen Verde visitaron el miércoles 23 de enero el Centro Femenino de Rehabilitación en la ciudad de Panamá.
#FatimaPanama | Desde la Cárcel de Mujeres, se vivió una conmovedora y hermosa visita de la Primera Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima. ❤️#JMJestáAquí #Panama2019 😊 pic.twitter.com/1ZvzvM45UF
— JMJ Panamá 2019 (@jmj_es) January 24, 2019
Grupo Argentino animo a los internos
Filocalia, un grupo argentino de música y teatro, fue el encargado de llevar alegría para que los internos alabaran al Señor. Filocalia recordó especialmente el compartir con un recluso argentino, a quien regalaron una camiseta de la selección de fútbol de ese país.
Filocalia fue el grupo encargado de hacer que los reclusos de la cárcel La Joya cantaran y alabaran al Señor en el Festival de la Juventud. Ellos contaron su experiencia tras el recital #JMJ2019 #Panama2019 #FranciscoEnPanama #JMJestaAqui @aciprensa pic.twitter.com/tPbRKjMCaE
— Giselle Vargas ن (@Giselle_VN) January 26, 2019
El Papa confiesa en una cárcel de menores por primera vez en una JMJ
El Obispo de Roma durante la homilía dice: «Este recibe a los pecadores y come con ellos», acabamos de escuchar durante el inicio del Evangelio. Con esa expresión pretendían descalificarlo y desvalorizarlo delante de todos, pero lo único que consiguieron fue señalar una de sus actitudes más comunes y distintiva: «este recibe a los pecadores y come con ellos».
«Jesús no tiene miedo de acercarse a aquellos que, por un sinfín de razones, cargaban sobre sus espaldas con el odio social como eran los publicanos –recordemos que los publicanos se enriquecían en base a saquear a su mismo pueblo; ellos provocaban mucha pero mucha indignación– o con el peso de sus culpas, errores o equivocaciones como los así llamados pecadores». Cristo se comporta así porque «sabe que en el cielo hay más fiesta por un solo pecador convertido que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión».
Y mientras «ellos se limitaban tan solo a murmurar o indignarse coartando y cerrando así todo tipo de cambio, conversión e inserción, Jesús se acerca, se compromete, pone en juego su reputación e invita siempre a mirar un horizonte capaz de hacer nueva la vida y la historia. Dos miradas bien diferentes que se contraponen. Una mirada estéril e infecunda –la de la murmuración y el chisme– y otra que invita a la transformación y conversión –la del Señor–».
Francisco destaca que «muchos no toleran y no les gusta esta opción de Jesús, es más, entre dientes al principio y con gritos al final, manifiestan su disgusto buscando desacreditar su comportamiento y el de todos aquellos que están con él. No aceptan y rechazan esta opción de estar cerca y ofrecer nuevas oportunidades. Con la vida de la gente parece más fácil poner rótulos y etiquetas que congelan y estigmatizan no solo el pasado sino también el presente y el futuro de las personas», denuncia el Papa. «Rótulos que, en definitiva, lo único que logran es dividir: acá están los buenos y allá están los malos; acá los justos y allá los pecadores».
Esta actitud «contamina todo –ataca– porque levanta un muro invisible que hace creer que marginando, separando o aislando se resolverán mágicamente todos los problemas. Y cuando una sociedad o comunidad se permite esto y lo único que hace es cuchichear y murmurar, entra en un círculo vicioso de divisiones, reproches y condenas; entra en una actitud social de marginación, exclusión y de una confrontación tal que le hace decir irresponsablemente como Caifás: “Conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera”». Y normalmente «el hilo se corta por la parte más fina: la de los más débiles e indefensos».
Francisco exclama: «Qué dolor genera ver cuando una sociedad concentra sus energías más en murmurar e indignarse que en luchar y luchar para crear oportunidades y transformación». En cambio, «todo el evangelio está marcado por esta otra mirada que no es nada más y nada menos que la que nace del corazón de Dios. El Señor quiere hacer fiesta cuando ve a sus hijos que retornan a casa. Así lo testimonió Jesús manifestando hasta el extremo el amor misericordioso del Padre». Un amor que no tiene tiempo para murmurar “sino que busca romper el círculo de la crítica superflua e indiferente, neutra e imparcial y asume la complejidad de la vida y de cada situación; un amor que inaugura una dinámica capaz de ofrecer caminos y oportunidades de integración y transformación, de sanación y de perdón, caminos de salvación.
«Comiendo con publicanos y pecadores, Jesús rompe la lógica que separa, excluye, aísla y divide falsamente entre buenos y malos. Y no lo hace por decreto o con buenas intenciones, tampoco con voluntarismos o sentimentalismo, lo hace creando vínculos capaces de posibilitar nuevos procesos; apostando y celebrando cada paso posible».
Así «rompe también con otra murmuración nada fácil de detectar y que taladra los sueñosporque repite como susurro continuo: no vas a poder, no vas a poder. Es el cuchicheo interior que aparece en quien, habiendo llorado su pecado y consciente de su error no cree que pueda cambiar. Es cuando se cree interiormente que el que nació publicanotiene que morir publicano; y esto no es verdad», asegura el Papa.
Francisco más tarde invita con fuerza: «Amigos: Cada uno de nosotros es mucho más que sus rótulos. Así Jesús nos lo enseña e invita a creer. Su mirada nos desafía a pedir y buscar ayuda para transitar los caminos de la superación. Hay veces que la murmuración parece ganar, pero no la crean, no la escuchen. Busquen y escuchen las voces que impulsan a mirar hacia delante y no las que los tiran abajo».
La alegría y la esperanza «del cristiano –de todos nosotros, también del Papa– nace de haber experimentado alguna vez esta mirada de Dios que nos dice: vos sos parte de mi familia y no puedo dejarte a la intemperie, no puedo perderte en el camino, estoy aquí contigo. ¿Aquí? Sí, aquí”. Y así Jesús transforma «la murmuración en fiesta y nos dice: “¡Alégrense conmigo!”».
El Papa subraya también que «una sociedad se enferma cuando no es capaz de hacer fiesta por la transformación de sus hijos, una comunidad se enferma cuando vive de la murmuración aplastante, condenatoria e insensible». Una sociedad es fecunda «cuando logra generar dinámicas capaces de incluir e integrar, de hacerse cargo y luchar para crear oportunidades y alternativas que den nuevas posibilidades a sus hijos, cuando se ocupa en crear futuro con comunidad, educación y trabajo. Y si bien puede experimentar la impotencia de no saber el cómo, no se rinde y lo vuelve a intentar».
Fuente: Infodecom con informaciones de News Va