Análisis

PIRANDELLO ACTUALIZADO

Una de las obras teatrales más inquietantes de la literatura moderna y de la que tengo alguna noticia, fue la del siciliano Luigi Pirandello, titulada “Seis personajes en busca de autor”. La idea de traer el recuerdo de aquella comedia satírica a este comentario surgió en estos últimos días mientras observaba con preocupación los caminos tortuosos por los que parece despeñarse el régimen político reinante.

Intentaré reproducir en términos actuales las pasiones desbocadas de los seis personajes originales de la comedia pirandelliana. Aunque, en la actualidad mundial y nacional no   son tan sólo seis los personajes que juegan unas historias de más desamores que amores, infidelidades, odios de padres a hijos y hermanos, incestos, y hasta un suicidio. Un caos que parece no llegar a ninguna parte, pero que refleja realidades humanas como las que vivimos en estos momentos en el mundo y en nuestro asendereado país. Me ceñiré tan sólo a los seis que manda el título de la comedia, Seis personajes cuyos desequilibrios nos afectan muy  de cerca.

El primer personaje de la familia en cuestión es el Señor Presidente, solitario en su grandilocuencia, que contempla con preocupación y quizá también algún ingenuo asombro, cómo se está desmoronando el castillo de naipes que él quiso instalar en el país y que perversas fuerzas extrañas no cesan de socavar sus cimientos. Todos exigen, gritan, amenazan, gesticulan.

El segundo personaje que parece tomado de sorpresa es el gobierno en su conjunto, muchos de cuyos ministros no atinaron a prevenir debidamente y menos a resolver en un santiamén los conflictos que se les han venido encima. Intervienen en este caso las  desinteligencias o la falta de coordinación entre los altos cargos. Hay sospechas de incesto entre el narcotráfico y la impunidad. Y evidencias de la contradicción del culto a la madre tierra y el subsiguiente acuchillamiento de sus entrañas. El TIPNIS es la luz roja que avisa el empuje incontenible de la depredación. Los desencuentros entre los fieles sumisos y los tránsfugas volátiles ronda el curso de la acción teatral. El tercer afectado es el cuerpo policial, de mayoría indígena, amotinado y exigente de un trato más justo.

Burla burlando ya van tres delante. El cuarto personaje “pillado en curva” es el ejército que no sabe si deberá salir a preservar el orden público a tiro limpio -¡Dios no lo permita!- o se mantendrá disciplinadamente en sus cuarteles. El penúltimo actor de la comparsa, el quinto, es el ciudadano común, inseguro, ya sea por la delincuencia común y por la violencia de algunos sectores sociales, que nos amenaza a todos, o por la ausencia de una institución judicial y su brazo ejecutivo policial respetables que protejan por igual vidas y haciendas de moros y cristianos. Y llegamos al sexto personaje del tinglado de la presente farsa: la escuálida y fragmentada oposición que también anda en busca de un autor iluminado que ofrezca alternativas para un nuevo cambio que llegará fatalmente algún día, todavía no precisado.

¿Falta alguno? Pues sí. Falta el buscado autor. El que se supone protagoniza este papel va saltando de la platea al escenario sin ser capaz de componer el caos que le cayó encima. Caerá el telón sin que los seis personajes hayan entrado en razón. El público que ha seguido el devenir atormentado de esta ficción-realidad sólo espera salir del fatídico teatro sin que se haya producido el publicitado golpe de Estado.