Un llamado a la conversión ha sido el pedido de los Obispos de Bolivia, en su mensaje al Pueblo de Dios a la cnclusión de su 97ª Asamblea. Los Obispos basaron todo su Mensaje en el Mensaje Cuasresmal del Papa Francisco.
El mensaje fue leido por Mons. Eugenio Scarpellini,Secretario General de la CEB que estuvo acompañado de Mons. Oscar Aparicio, Mons. Ricardo Centellas Presidente y vicepresidente respectivamente.
Mensaje Cuaresmal al Pueblo de Dios
“CAMINA HUMILDEMENTE CON TU DIOS” (Miq 6,8)
VIVIMOS LA CUARESMA
Los Obispos de Bolivia, reunidos en la 97 Asamblea, nos dirigimos al pueblo de Dios recordando el mensaje cuaresmal del Papa Francisco, que nos invita a la conversión “desde el seguimiento de Cristo”, quien “siendo rico se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza” (2Cor 8,9). “A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas.”
El Papa advierte que “la miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual”.
Con estas luces miramos nuestra realidad en sus desafíos de solidaridad y de esperanza.
MISERIA MATERIAL
“La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural”. (Mensaje de Cuaresma 2014, Papa Francisco)
Una muestra de esta miseria la hemos tocado en los rostros sufridos de tantos hermanos nuestros, víctimas de las inundaciones e inclemencias del tiempo.
Como pastores nos solidarizamos con ellos. Nos conmueven y reconocemos, como signo de esperanza, las generosas muestras de solidaridad de parte de tantas personas e instituciones públicas, privadas y eclesiales. Confiamos que todos, en especial las autoridades responsables del bienestar de la población, apoyen la rehabilitación hasta que se repongan condiciones de vida digna para los damnificados. En el Beni y en los otros lugares es vital ayudar con semillas, ganado y otros insumos; además urge reconstruir casas en el marco de un compromiso serio y duradero en el tiempo. Al mismo tiempo exhortamos a que se promuevan acciones para un mayor cuidado de la naturaleza, don de Dios, y se trabaje en la construcción de las infraestructuras necesarias para afrontar los fenómenos climatológicos cada vez más desafiantes (cfr. Carta Pastoral “El universo don de Dios para la vida” n´ 91).
Queremos que la reconocida bonanza macro económica de Bolivia sea siempre administrada con eficiencia, transparencia y equidad en proyectos a favor de todos los ciudadanos, especialmente los más necesitados, priorizando obras de salud, educación e infraestructura, evitando todo lo que signifique ostentación, despilfarro y favoritismos partidarios.
MISERIA MORAL
“No es menos preocupante la miseria moral… ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente”. (Mensaje de Cuaresma 2014, Papa Francisco)
A la luz de este imperativo, se evidencia la gravedad de la pobreza moral que afecta a nuestra sociedad en varios ámbitos. Particularmente compartimos la decepción y el escándalo que se difunden cada vez más en el país por la creciente y siempre más evidente corrupción, de manera más evidente en el ejercicio de la Justicia, dañando la convivencia social, engendrando inseguridad ciudadana y sumiendo en el dolor e impotencia a tantos ciudadanos y sus familias. Los hechos delictivos exigen ser esclarecidos con transparencia y verdadera justicia, si queremos lograr un clima de paz auténtica. Una recta conciencia y coherencia de vida cristiana prohíben siempre la complicidad con el mal, la injusticia y el encubrimiento de la verdad.
Al respecto recordamos las palabras del papa Francisco: “los corruptos son peores que los pecadores!… porque es muy difícil que un corrupto vuelva atrás…” Recemos para que quienes son esclavos de este mal, se conviertan y hagan prevalecer en su actuar el sentido de responsabilidad y honestidad que venza toda corrupción. (cfr. homilía del Papa, 21 de marzo de 2014).
El narcotráfico y la drogadicción son otros signos extremos de miseria moral, un grave problema que atañe a todos los sectores de nuestra sociedad. Sumamente preocupados por este mal, denunciamos a los comerciantes de muerte que se enriquecen a costa de la vida de las personas, especialmente de la juventud, y a todos aquellos que colaboran en este negocio criminal. Así mismo exhortamos a quienes tienen mayor responsabilidad prevenir y combatir este flagelo con todos los instrumentos legítimos.
Siendo este un año electoral, pedimos que todas las propuestas que se presenten sean honestas y fundadas en proyectos positivos y creíbles y que no se conviertan en una guerra sucia de falsas imágenes y descalificaciones, como hemos experimentado en el pasado. La democracia no es sólo elecciones libres y transparentes sino, sobre todo, construir el estado de derecho, en el respeto a la conciencia de cada persona, a las instituciones y sus autonomías; además es apego a la verdad y libertad. Recordamos a todos que la ética es una dimensión esencial para la buena convivencia y no se puede prescindir de ella sin causar graves perjuicios, aún más para los que tenemos una conciencia cristiana y reconocemos el juicio de Dios.
MISERIA ESPIRITUAL
“La miseria espiritual, …nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera”. (Mensaje de Cuaresma 2014, Papa Francisco)
Estas palabras cuestionan también a nuestra sociedad. Pareciera que en las relaciones personales, sociales, regionales y políticas se prescinde de Dios. Frente a los problemas se recurre al uso de la fuerza, de la violencia y del conflicto, descalificando el diálogo sincero y abierto.
Otra consecuencia de una vida sin Dios es el deterioro de los valores éticos y morales en la convivencia social con graves consecuencias. La inseguridad ciudadana, la violencia, el recurso a la justicia por manos propias, el alcoholismo, el abuso y explotación sexual de menores, la trata de personas, la insuficiente atención a niños y jóvenes en desventaja social son los titulares que cada día ocupan los medios de comunicación.
CONVERSION
Este panorama sombrío podría hacer surgir en nosotros el desánimo y la desconfianza, sentimientos que no tienen cabida en el corazón de los cristianos. La luz de la Pascua, que ilumina el camino cuaresmal, nos abre a la esperanza cierta de que el Resucitado es el Señor de la vida y de la historia, vencedor del mal y de la muerte. Hace falta creer en esta presencia confortadora del Resucitado que nos ha revelado el rostro misericordioso del Padre y que nos llama a la conversión y a un decidido cambio en nuestra vida personal y social. Todos somos pecadores e invitados a convertirnos, llevando la luz del Evangelio a la vida cotidiana para ser fieles a Cristo. Esto nos exige nuevas relaciones con los hermanos, como nos plantea el profeta Miqueas: “Tú sabes, oh hombre, lo que es bueno. Practica la justicia, el amor y la misericordia, y camina humildemente con tu Dios” (6,8).
En este humilde camino hacia la vida nueva, nuestra Iglesia se prepara a la celebración del Congreso Eucarístico Nacional de julio 2015 en la ciudad de Tarija. Es la oportunidad de profundizar nuestra conversión y crecimiento espiritual comunitario, a la luz del lema “Eucaristía: pan partido para la vida del mundo”. El Congreso Eucarístico es una etapa importante de la Misión Permanente en la marcha de nuestra Iglesia, convocada a salir a las periferias materiales y morales para dar testimonio gozoso del Evangelio y de la Misericordia gratuita de Dios.
Nos alegra volver a hacernos eco del anuncio de que, el próximo 27 de abril, serán declarados santos los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II, testigos de la esperanza y del amor de Dios que han marcado profundamente no sólo la vida de la Iglesia sino de toda la humanidad.
María, Madre y fiel discípula de su hijo Jesús, que estuvo al pie de la cruz, nos acompañe y guie en este tiempo de cuaresma!
Cochabamba, abril de 2014