Análisis

Mons. Robert Flock: Oremos con insistencia por las vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal

Homilía para el Domingo 12 de Tiempo Ordinario, 21 de Junio 2015
Fiesta Patronal del Seminario Arquidiocesano San Luis

“Crucemos a la otra orilla”.
Queridos hermanos.

San Luis Gonzaga, patrono de nuestro Seminario y de la juventud cristiana, nació en una familia de la aristocracia asociada con la realeza, la vida militar y el privilegio. Todo esto renunció para entrar, contra la voluntad de su padre, en la Compañía de Jesús. Durante sus años de formación, siendo ya de salud delicada, atendía a los enfermos de una plaga, contrajo la enfermedad y murió con apenas 23 años. Había recibido los órdenes menores, como el Lectorado y Acolitado, pero no llegó a ser ordenado sacerdote. De niño combinada una piedad religiosa con la vulgaridad del ambiente militar de su padre. Al llamarle la atención se arrepintió de la vulgaridad, pero no de sus devociones. Tuvo contacto con otros santos, incluso los que yo considero mis patronos personales, habiendo recibido la Primera Comunión de San Carlos Borromeo (cuya fiesta coincide con mis cumpleaños), y teniendo como director espiritual a San Roberto Bellarmino. Su padre, queriendo que su hijo mayor fuese militar y marqués como él, “amenazó con ordenar que azotaran a su hijo hasta que recuperase el sentido común”. Evidentemente lo que tenía San Luis no era el sentido común, sino una sensibilidad por Dios y una pasión por seguir a Jesucristo. (http://www.corazones.org/santos/luis_gonzaga.htm).

¿De dónde consiguen los santos esta sensibilidad divina y transformadora, que les hace vivir con virtudes heroicas?

Por un lado, reconocemos que Dios mismo los elige y que esta santidad es parte de una relación personal e íntima con el Señor, única como es única toda amistad profunda. Por otro lado, nace de la experiencia personal de encuentro con Cristo Jesús, que nosotros mismos podemos favorecer y cultivar.

San Pablo lo resume en la segunda lectura de hoy:

El Amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y Él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más por sí mismos, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos.

Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.

Al celebrar hoy la fiesta de San Luis Gonzaga y el aniversario de nuestro Seminario, pidamos al Señor por nuestros seminaristas, para que el amor de Cristo los apremie y sean transformados en nuevas criaturas. Esperamos que nuestros esfuerzos de formación en la vida espiritual, en los estudios, en la convivencia y en el servicio pastoral, los ayude a favorecer, cultivar y profundizar el seguimiento de Jesús, capacitándolos para servir, si Dios quiere, a nuestro pueblo como sacerdotes de Jesucristo y hombres de Dios.
También pidamos a Dios por todos los jóvenes de nuestro entorno. El mundo de hoy les ofrece de todo, donde el “sentido común” incluye la vulgaridad del consumismo desenfrenado que el Papa denuncia en su encíclica, Laudato si, publicado este jueves pasado. “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería.” Aquí, en la Llajta, ciudad de la “Eterna Primavera”, sufrimos también esta realidad triste, tanto por la basura y la contaminación ambiental, como por la violencia, el narcotráfico y el promiscuidad. En medio de semejante tormenta, ojalá nuestra juventud tenga experiencia de Jesús como para preguntarse: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”

Pensando en nuestro seminario y las muchas casas de formación religiosa que hay en Cochabamba, justo en este momento en que el Papa Franciso nos habla de la ecología, observo que entrar en mucho de ellos es como visitar un jardín botánico. En lugar de basura y grafiti, uno se encuentra con una gran variedad de flores, con ambientes para contemplar la grandeza del Señor y con frases y personas que inspiran y motivan para lo mejor del ser humano en sintonía con el Creador y con el misterio de Cristo Jesús. Entonces, oremos con insistencia por las vocaciones a la vida consagrada y sacerdotal, y otras vocaciones que superan al sentido común y opten por un seguimiento radical de Jesús.

En su encíclica el Papa nos dice:
A la política y a las diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientización de la población. También a la Iglesia. Todas las comunidades cristianas tienen un rol importante que cumplir en esta educación. Espero también que en nuestros seminarios y casas religiosas de formación se eduque para una austeridad responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente. Dado que es mucho lo que está en juego, así como se necesitan instituciones dotadas de poder para sancionar los ataques al medio ambiente, también necesitamos controlarnos y educarnos unos a otros. (Laudato si, 214)

Así en este lugar acogemos la invitación que Jesús hace a sus discípulos hoy: “Crucemos a la otra orilla”.