Destacadas

MONS. JESÚS PÉREZ: MENSAJE EN EL AÑO NUEVO

Queridos hermanos y hermanas: “Que la paz del Señor esté con ustedes”.

Al iniciar el año nuevo, fiesta muy popular, la Iglesia nos invita a celebrar la solemnidad de “Santa María Madre de Dios”. Esta celebración, en la octava de Navidad, no le quita nada al Hijo de Dios, más bien, nos ayuda a vivir mejor el misterio de Dios presente en Jesús al nacer de María. El título de “Santa María Madre de Dios” es el más importante que se puede dar a la Virgen María. En la liturgia romana es la fiesta más antigua en honor de María.

Junto a la solemnidad de esta fiesta mariana, recordamos: la octava de la Navidad, la circuncisión del Niño Dios, la imposición del nombre de Jesús y la XLV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ. María como Madre de Cristo y nuestra, sin duda, nos acompaña e intercede por nosotros, pues, Ella es garantía de Jesús verdadero hombre y verdadero Dios.

En el libro de los Números 6,22-27, primera lectura de esta festividad litúrgica de la Virgen, se señala que los sacerdotes del Antiguo Testamento reciben el encargo de bendecir a los fieles que acuden al lugar de culto, bendición que implora la paz. Este texto de la Escritura tiene muy buen sentido en esta fiesta, pues, también nosotros estamos muy necesitados de la bendición de Dios, la cual siempre es portadora de paz.

En la segunda lectura, Gálatas 4,4-7, el Apóstol Pablo, nos da la noticia que el Mesías, el Hijo de Dios, es “nacido de una mujer y nacido bajo la ley” y señala la finalidad “rescatar a los que estaban bajo la ley”, y, todo ello, para que “recibiéramos el ser hijos”.

El evangelio, Lc 2,16-21, nos cuenta lo que sucedió a lo ocho días del Nacimiento de Jesús, relato escuchado por los que participamos en las misas de Navidad. Ahí aparece cómo “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”.

La liturgia quiere que sigamos viviendo y celebrando todavía la Navidad del Señor Jesús. La gracia principal y fundamental de la Navidad es que Dios está definitivamente en el mundo, en nuestra historia personal y comunitaria. Él se ha hecho humano para salvarnos desde dentro. La salvación ya comenzó, el Reino de Dios está dentro de nosotros.

Todos nos deseamos en nuestras felicitaciones por Navidad y Año Nuevo: paz, felicidad, amor. Pedimos a Dios un año próspero y lleno de paz. Por ello, nunca más propicio para la Jornada de la paz que el primero de enero. Benedicto XVI inicia su mensaje para esta Jornada diciendo: “El comienzo de un Año nuevo, don de Dios a la humanidad, es una invitación a desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2012).

El Papa ha escogido sabiamente este lema: “EDUCAR A LOS JÓVENES EN LA JUSTICIA Y LA PAZ”. El anciano Pontífice valora grandemente a los jóvenes: “teniendo en cuenta la aportación que pueden y deben ofrecer a la sociedad” (Mensaje del Papa). Sigue el Papa manifestando su preocupación por los jóvenes: “quisiera presentar el Mensaje para la XLV Jornada Mundial de la Paz en una perspectiva educativa… convencido de que ellos, con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza” (Mensaje del Papa).

Ahora bien, los jóvenes están en la preciosa edad de aprender, crecer e ir desarrollando sus cualidades en medio de esta realidad concreta que vive la humanidad.

Los jóvenes están en la etapa de la educación y el Papa dice a los responsables de la educación que educación “viene de educere en latín, significa conducir fuera de sí mismos para introducirlos en la realidad, hacia una plenitud que hace crecer a la persona” (Mensaje del Papa).

A lo largo del Mensaje, el Papa da sugerencias a todos los estamentos de la sociedad que de una manera u otra, deben estar comprometidos en la educación de los jóvenes:

– Mi mensaje se dirige también a los padres, las familias y a todos los estamentos educativos y formativos, así como a los responsables en los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación. Prestar atención al mundo juvenil, saber escucharlo y valorarlo, no es sólo una oportunidad, sino un deber primario de toda la sociedad, para la construcción de un futuro de justicia y de paz.

– El Pastor universal de la Iglesia se dirige a los políticos, “Me dirijo a los responsables políticos, pidiéndoles que ayuden concretamente a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho deber de educar”.

– Así mismo, hay un llamado a los medios de comunicación: “No puedo dejar de hacer un llamamiento, además, al mundo de los medios, para que den su aportación educativa. En la sociedad actual, los medios de comunicación de masa tienen un papel particular: no sólo informan, sino que también forman el espíritu de sus destinatarios y, por tanto, pueden dar una aportación notable a la educación de los jóvenes”.

La fiesta del primer día del año nos invita a mirar a María como Madre del Salvador, como la maestra de la esperanza, de la acogida y formadora de Jesús. Ella puede ayudarnos junto a Cristo a celebrar este inicio del año 2012 e iniciar un año de paz. Ella nos da a Jesús, “príncipe de la paz”.

Trabajemos por la paz junto a Jesús. Oremos por la paz diciendo: “Señor, haz de mi un instrumento de tu paz” (Francisco de Asís). Unámos nuestras fuerzas espirituales, morales y materiales para “educar a los jóvenes en la justicia y la paz”.

Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
ARZOBISPO DE SUCRE