Análisis

Mons. Jesús Pérez: “Manifestar hoy a Cristo”

En los cuatro domingos pasados hemos reflexionado sobre las diversas alianzas de Dios con su pueblo. Hoy a través del profeta Jeremías se nos habla en el Antiguo Testamento de una “Nueva Alianza”, después del fracaso de la primera por parte del pueblo infiel. Nueva no sólo porque ha venido después de las anteriores, si no por contener una esencial novedad en su misma esencia. La novedad está en lo vital, en la frescura, en lo sorprendente, en lo inesperado. San Juan dice: “tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único”.

La Alianza además de nueva, es eterna, porque es para siempre. El pueblo de Dios, la Iglesia, que nace de esta alianza, no sufrirá el exilio. Habrán siempre personas que rechacen a Jesús y su alianza, pero todos tendremos siempre libre llegada a la redención y al perdón. Jesús ha vivido hasta las últimas consecuencias la nueva alianza, sellándola con su sangre.

Muchas personas hablan de que seguirán en sus reclamos hasta las últimas consecuencias. No suele cumplirse esta amenaza. Jesús sí cumplió la voluntad del Padre hasta el final, llevando a cabo una alianza nueva y eterna. Cumplió con las promesas hechas a Noé, Abraham, Moisés. No se limitó a dar enseñanzas sino que nos dio ejemplo perfecto. Ei vino a morar con nosotros (cfr. Jn 14,23). Cristo ha querido que su Pascua se prolongue por nuestra entrega y fidelidad, que vivamos su vida, muerte y resurrección. Esta alianza nueva y eterna es la que renovaremos en la próxima Pascua. Ya estamos en la última semana de Cuaresma, que nos introducirá en la semana mayor de los cristianos. ¿Cómo estamos de preparados para entrar en la Semana Santa? ¿Nos sentimos entusiastas para la renovación de la alianza bautismal la Noche Santa de la Vigilia?

Son pocos los cristianos que toman en serio el llamado a la renovación total en sus vidas Al profeta Jeremías de quien está tomada la primera lectura de este V domingo de Cuaresma, su predicación y llamada a la conversión le acarreó contantes persecuciones y la misma cárcel. Su predicación fue un llamado persistente para que se corrigieran y vivieran la alianza. Así como la alianza antigua se originó en la liberación de Israel, la nueva alianza trae el perdón y el olvido que el Señor otorga a los pecados del pueblo. La nueva alianza se caracteriza por su interioridad. Esta semana podríamos preguntarnos ¿De verdad queremos ser cristianos comprometidos? ¿Estaremos resignados a vivir como cristianos del montón? ¿Hasta dónde llega la alegría de ser cristianos? El profeta nos habla de una alianza, de un corazón nuevo. Por ello estamos llamados a una revisión total de nuestra vida, para que Cristo pueda hacer un trasplante del corazón de piedra a un corazón de carne y poder llegar a renovar nuestra alianza, una alianza sellada con la fuerza del Espíritu Santo. Si no damos un paso valiente de conversión esta cuaresma y esta Pascua todo será una rutina más, como tantos otros años.

La alegría de los apóstoles Felipe y Andrés fue muy grande cuando pudieron llevar a los griegos a encontrarse con Jesús a quien querían conocer. Tal vez estos griegos tenían la curiosidad de conocer al Jesús de los milagros y de las grandes enseñanzas, que les bendijeran… Aprovecha Cristo para definirse, para hacerse conocer. También hoy día muchos quisieran conocer a Jesús, verlo como un personaje extraordinario. Pero en la mayoría de los casos no se quiere ver al Jesús Maestro que enseña la verdad, sino al que nos bendiga, haga milagros… ¡Cuán pocos quieren ver y escuchar al Jesús exigente! “El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, ahí también estará mi servidor”, o también, “quien quiera seguirme, tome la cruz cada día y sígame”.

Hoy también encontramos millones y millones de personas que han oído hablar de Jesús y quisieran conocerlo. Quizás intuyan que Cristo es el camino para llegar a Dios Padre. Hay que manifestar a Jesús al mundo de hoy. Es tarea de todo buen discípulo, de todo cristiano. Este Jesús que se va manifestando de diversas maneras al mundo. Por ejemplo, el Papa Francisco hace presente a Jesús a través de sus enseñanzas y de su testimonio constante en tantas acciones en pro de los derechos de la persona humana y de la justicia y, sobre todo, cuando propone al mundo entero que Jesús es el enviado del Padre, el Hijo de Dios, el Salvador de toda la humanidad. Esta última semana de Cuaresma es decisiva para prometer a Cristo ser sus mensajeros en todas partes, para manifestarlo a todos. El no manifestar a Jesús es un gran pecado de omisión. Al bendecir nuestras palmas el próximo domingo no olvidemos que las palmas bendecidas y colocadas en lugares dignos en nuestras casas deben ser el compromiso de reconocer y hacer conocer a Cristo como Dios y Rey del universo.

Sucre, 22 de marzo de 2015

Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
Arzobispo emérito de Sucre