Sucre

MONS. JESÚS PÉREZ: EL GRAN MANDAMIENTO

JUEVES SANTO

Iniciamos en la tarde del Jueves Santo el “Triduo Pascual” con la Cena del Señor Jesús. Cuando el apóstol y evangelista Juan nos relata en el capítulo 13, la última Cena, dice que Jesús, “sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos los había amado hasta el extremo… se quitó el manto tomó una toalla se la ciñó, echo agua en la jofaina se puso a lavar los pies a los discípulos” (Jn 13,3-5).

En el Jueves Santo recordamos y celebramos varios aspectos de la vida de Jesús, pero los más importantes son tres:
    Institución de la Eucaristía.
    Institución del Orden Sacerdotal.
    El Gran Mandamiento.
Sentado a la mesa con sus discípulos el Señor celebraba la Pascua. En aquella comida ritual, había comido el cordero, las hierbas amargas con el pan ácimo que recordaban el sentido de la Pascua judía. El cordero era el símbolo de la liberación. Cristo es el Cordero de Dios.
La Pascua judía era un recuerdo hasta Jesús, pero desde ese momento será algo más significativo, será una realidad nueva y lo anterior una figura. Esa primera pascua se cumplió plenamente en Cristo, en el “paso” de Él a través de la muerte a la vida.

Jesús anticipó, en la última Cena, su propia muerte. Realizó una acción profética. Rompió el pan y dijo: “este es mi cuerpo”. Algo inaudito. El pan roto significa su cuerpo maltratado y muerto en la Cruz. Y las palabras sobre el cáliz, “sangre derramada por muchos” esto es, por todos, es el sacrificio de la Nueva y Eterna Alianza.

San Pablo en la primera carta a los Corintios 11,23-26, afirma, “cada vez que comen de este pan y beben del cáliz, proclaman la muerte del Señor hasta que vuelva”. La  Eucaristía es una actualización de la muerte del Señor, no es una repetición, es el “hoy” siempre en dinámica tensión entre el “ayer” de la muerte pascual de Cristo y el “mañana” de su vuelta triunfal.

Hoy es un día especial para celebrar y agradecer este don inconmensurable de la Eucaristía. Cristo, “en la Eucaristía se hace comida y bebida espiritual, para alimentarnos en nuestro viaje hacia la Pascua eterna” (Prefacio III). Cristo trasformó la Pascua, la antigua comida de liberación se volvió en la comida de su propio cuerpo. La Eucaristía es acción de gracias, comida y sacrificio.

Juan Pablo II nos decía: “La Iglesia vive de la Eucaristía”. Nunca acabaremos de admirar, de alegrarnos y agradecer lo suficiente, el que Cristo nos haya dado este gran don en el que podemos participar de su Cuerpo.

Para perpetuar la Pascua, la Cena del Señor, dijo Jesús a sus discípulos: “HAGAN ESTO EN MEMORIA MÍA”. Así, con estas palabras, hizo Jesús a sus apóstoles sacerdotes, ministros suyos. En la primera aparición les dijo: “a quienes perdonen sus pecados, les quedarán perdonados” (Jn 20,23).
El sacerdote que no celebrara la Eucaristía y, el cristiano, que no participara en ella faltarían al mandato de Cristo: “hagan esto en memoria mía”. Sería un grave pecado de omisión y de obediencia al mandato del Señor.

San Juan describe cómo se inició la Cena. Jesús sorprendió a sus discípulos al lavarles los pies. Es una lección que nos da Jesús y no podemos olvidarla este Jueves Santo. Junto a la Eucaristía y el sacerdocio nos dio como testamento el gran mandamiento.

Hoy Jesús nos da la gran lección del servicio. Es el servicio la característica que no debiera faltar nunca en el cristiano. El Reino de Dios no lo han de traer personas cargadas de razón, personas con mucho poder, prestigio o dinero. Solo llegará el Reino cuando nos pongamos, los cristianos al servicio de los demás, cuando amemos al estilo de Cristo.

Hoy es un día para decidirnos por el servicio, por el amor auténtico. Nuestra vida no debiera tener otro fin que amar. Cristo nos ha indicado el camino para ser sus discípulos: “Les doy este mandamiento nuevo que se amen los unos a los otros como yo les he amado.  Así reconocerán todos que ustedes son mis discípulos sí se tienen amor unos a otros” (Jn 13,34-35). Este es el nuevo y gran mandamiento de Jesús, el Maestro. El Jueves Santo es una ocasión propicia para reflexionar, ante Cristo presente en la Eucaristía: “sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad” (Benedicto XVI).

                                                                                       Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
                                                                                              ARZOBISPO DE SUCRE

Sucre, 5 de abril de 2012