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Mons. Jesús Juárez: “Que el Espíritu nos conceda, como Iglesia chuquisaqueña, el don de un nuevo Pentecostés”

Monseñor Juárez se dirigió a los fieles asistentes en la Catedral de Sucre en esta jornada de Pentecostés. Manifestó cómo resuena en nosotros las palabras de la Confirmación: cumple, Señor, tu promesa, en referencia al envío del Espíritu Santo para que nos conduzca a la verdad plena, la conozcamos y la vivamos. Para ello, Él regresó al Padre (Ascensión) para enviar esa tercera persona de la Santísima Trinidad que nace del amor entre el Padre y el Hijo.

¿Qué adjetivo lleva el Espíritu? Efectivamente, le llamamos “Santo” porque nos recuerda la misión y tarea que nos encargó el Señor en el Sermón del Monte: “sean santos como el Padre celestial es santo” (Mt 5, 48)

El Arzobispo habló sobre la sabiduría contenida en nuestra Iglesia. Durante 50 días hemos recordado la convivencia de Jesús con sus discípulos para afianzarles en su Fe, para después volver al Padre. Juan dirá en su Evangelio: …les conviene que yo me vaya porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito, pero si me voy se lo enviaré (Jn 16, 7)

Recordó las palabras de San Agustín: Señor nos has creado para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti, en referencia al término de nuestra peregrinación terrenal. La muerte no es el final sino el comienzo de la vida nueva que nunca termina. NO TENGAMOS MIEDO A LA MUERTE, subrayó el Arzobispo, porque estamos acompañados del Espíritu que es el Señor y Dador de Vida (Credo).

No faltó la referencia al Cirio Pascual que ha iluminado nuestros templos durante toda la Pascua y que ahora desaparece, aunque debe seguir brillando en cada uno de nosotros. Ustedes deben ser luz para el mundo, luz para vencer la oscuridad, los miedos, las perplejidades, todo los que nos impide caminar.

Pidámosle al Señor que su Espíritu nos conceda, como Iglesia chuquisaqueña, el regalo, el don, de un nuevo Pentecostés. Recordemos la intuición del Papa Juan XXIII cuando entendió que la Iglesia debía abrir las puertas y ventanas para que entrase el fuego renovador del Espíritu, como proclama hoy la primera Lectura de Hechos. Así, el Concilio Vaticano II renovó la Iglesia en relación con sí misma y en relación con el mundo.

Invitó Monseñor Juárez a que Pentecostés sea cada día en nuestras vidas, e invitó a leer el capítulo 11 de Isaías donde el Señor promete su Espíritu, que brotará como un retoño nuevo de ese árbol talado para que salgan cosas nuevas. Citó tres figuras señeras del AT. El rey David, lleno de fortaleza y valentía para unir el Reino que Dios le había encomendado. Salomón, su hijo, con su sabiduría, prudencia y ciencia para resolver conflictos diarios y, sobre todo, Moisés y sus sacerdotes, grandes liberadores en el destino del Pueblo de Dios. Todos ellos iluminados por el mismo Espíritu.

Siguiendo con las citas bíblicas, nombró el capítulo 5 de la carta a los Gálatas, donde S. Pablo nos habla de los frutos del Espíritu: amor, paz, alegría, mansedumbre, dominio de sí, … (5, 22-23)

Comentando la primera lectura de este domingo (He 2, 1-11) dijo cómo hombres y mujeres de todas partes escuchan a Pedro, cada uno en su propia lengua. Lo que el odio dividió, el amor lo reunió e hizo nuevo. Recordemos la torre de Babel que fue origen de división: el pecado, el odio, el orgullo, la vanidad, la prepotencia, dieron fruto amargo. Pero los apóstoles, reunidos con María, reciben el viento del Espíritu para que Pedro anuncie que el Señor ha cumplido su promesa. El amor une.

Siguiendo su estilo, el Arzobispo provocó en los fieles tres palabras que afectan a esta celebración: Amor, Cuerpo y Paz. La primera, en referencia a sentirnos amados por Dios y dar amor a los demás. La segunda, recordando a San Pablo cuando habla de las diferentes partes del cuerpo, así como en la Iglesia hay diversidad de dones y ministerios. El Espíritu nos llama a la unidad -no a la uniformidad- porque nos necesitamos unos a otros, como ocurre con los miembros del cuerpo.

En cuanto a la tercera palabra, Paz, es el deseo del Señor, repetido en sus apariciones pascuales (Jn 20, 19-23). Una paz que junto al don del Espíritu nos habilita para la misión, para el desafío de la evangelización… Seamos Iglesia en salida misionera a las periferias de Sucre para anunciar a Jesús. Conozcamos los rostros nuevos y las costumbres distintas de nuestros barrios lejanos del centro histórico, cultural, patrimonio de la Humanidad. Son el nuevo Sucre.

Finalmente, Monseñor hizo referencia al Día del Maestro y felicitó cordialmente a quienes tienen como referencia en su servicio educativo la figura de Jesús Maestro, que “iba por toda Galilea enseñando en sus sinagogas” (Mt 4, 23) (Del Saludo Pastoral en el Día del Maestro)

4 de Junio de 2017

Mons. Jesús Juárez Párraga, SDB.
ARZOBISPO DE SUCRE