La Paz

Mons. Galván: “Una madre es presencia, une y es fuente de amor verdadero”

Mons. Percy Galván, Obispo de la Prelatura de Coro Coro, en la Eucaristía mensual de los colaboradores pastorales de la CEB, en el mes de mayo dedicado a la Virgen María, nos dice que una madre es “presencia, referencia de unidad y fuente de amor verdadero”.

A continuación la reflexión de Mons. Galván:

Nos ha tocado tres lecturas preciosas. La primera describe la conversión de San Pablo, sin duda el ser humano más grande desde el punto de vista bíblico, él ha escrito 14 de las cartas de las 27 que hay. Un hombre tan grande que para describir su vida a compuesto esa hermosa carta sobre el amor, cuando yo me muera después de saludar al Señor quisiera conocer a San Pablo, cómo no hablar de su radicalidad, de perseguidor a alguien que ha entregado su vida por el Evangelio. El Evangelio ni qué decir, ese maravilloso relato eucarístico del Evangelio de Juan. En Juan tenemos tres relatos sobre la Eucaristía: la multiplicación de los panes, Jesús caminando sobre las aguas y éste que hemos leído hoy el discurso eucarístico de Cafarnaún. El corazón de Juan es el capítulo 6, pero el corazón de este capítulo es este discurso. Qué privilegio poder tener una Eucaristía con ustedes, y pensar que algunos hermanos pueden pensar que es aburrido. Un catequista me ha enseñado eso, Benjamín: dejo mi casa y familia porque todos los días tengo la Eucaristía.

Nosotros también podemos contestar al Señor como Pedro, Dónde vamos a ir Señor, sólo tú tienes palabras de vida eterna. Aquí descubrimos la presencia de María, como aquella mujer que ha entendido eso. Quiero hablarle de mi mamá, mi Papá murió cuando tenía 9 años y nos quedamos con nuestra mamá. En ella vemos cualidades que seguramente todos hemos experimentado de nuestras mamás.

Primero, una mamá hace presencia, su presencia es insustituible. Cuando está la mamá, la casa está llena. Si nosotros en este mes de mayo queremos hacerle honor, hagamos presencia, llenemos nuestra oficina, nuestra casa, las calles con la presencia de Dios, con nuestro testimonio, dando servicio y trabajo con amor. No queramos escondernos, que se note que somos cristianos católicos donde estemos, eso es darle honor a nuestra Madre, la Virgen Santísima.

En segundo lugar, la mamá une. Nosotros cuando mi mamá estaba viva nos reuníamos tres veces al año: en su cumpleaños, el día de la madre y la adoración del niño el 28 de diciembre, allá estábamos los 4 hermanos. Cuando ella ha fallecido las cosas cambian. La madre es referencia de unidad. Su gozo y su vida era que sus hijos estén unidos. Ella nos decía me alegro con su presencia, sean buenos en lo que son y yo seré feliz, nos decía. Siempre que he trabajdo con las instituciones he pedido que nos unamos, sobre todo en momentos difíciles, esa unión no nace de nuestra buena voluntad, nuestra unidad nace en la fe en Dios, nace en la Eucaristía, por eso la Eucaristía no puede ser algo intrascendente. La unidad que nosotros tenemos es espiritual.

En tercer lugar, la mamá es en pequeñito una visibilización del amor de Dios, una madre ama. María estaba al pie de la cruz mientras todos los demás estaban escondidos. Si nuestra vida no tiene amor no es nada. El amor de Dios es el amor de la cruz, un amor que se dona, un amor que busca la felicidad del otro. El otro amor humano que también es lindo es efímero, convenenciero. Enamorarse es lindo, pero es nada comparado con el amor de Dios. El amor de Dios tiene tres cualidades: es un amor natural no fingido, segundo es equilibrado, no es extremista, ni frialdad ni calentura total; y en tercer lugar es creativo.

Amemos a nuestra Madre, la Virgen Santísima, siguiendo su ejemplo que hemos visto a través de nuestras mamitas: seamos presencia, signo de unidad y seamos amorosos con un amor natural, equilibrado y creativo.