La sal no puede perder su “salado”, si lo pierde, no era sal. Nos estaban engañando.
Vayan salgan y sean luz, venzan a las tinieblas, lleven luz, lleven vida, porque la luz es vida.
Como la sal, los valores del Evangelio tienen que ser puestos en la vida.
No pueden estar en la sociedad, en la familia, en la comunidad “sin sabor”. Si no saben meter el sabor y gusto, son inútiles.
El cristiano es capaz de hacer verdad en la vida, cuando otros quieren hacer falsedad.
Religiosos, los miramos para ver cómo ser luz, para prender nuestra velita a la luz que son ustedes.
Homilía de Mons. Eugenio Coter
Obispo del Vicariato Apostólico de Pando
Presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación
Febrero 6 de 2023
Posesión del equipo parroquial
Parroquia de la Inmaculada de Guayaramerin
Marianus Coleto Ane, sacerdote Claretiano, como párroco
La sal no puede perder su “salado”, si lo pierde, no era sal. Nos estaban engañando.
La sal ¿puede perder su “salado”? Los químicos dicen que no, no lo pierde. La sal no puede perder su “salado”, si lo pierde no era sal. Nos estaban engañando. Pero dice Jesús: “Ustedes son la sal de la tierra”. Si la sal pierde su sabor ¿Con que se volverá a salar? No sirve para nada sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Los cristianos son pisados por la gente cuando son insípidos, no tienen sabor, no aportan.
Dice San Agustín: “Los cristianos no son pisados cuando son perseguidos, son pisados por la gente cuando son insípidos, cuando no tienen sabor, cuando en la vida no aportan” Y es interesante, “ustedes son la sal”, lo dice Jesús a sus discípulos, entonces ¿qué significa para nosotros cristianos, ser la sal? Sal es la que da el sabor a la vida, sal es la que da gusto. Y en la historia, en todos los idiomas, se ha asociado la sal con la sabiduría.
“La sabiduría de Dios entre en tu vida”.
Entonces la sal siempre ha tenido este enlace porque la palabra “sabor” y la palabra “sal” tienen una raíz común en lenguaje con la palabra “sabiduría”. Y en la historia del camino de la Iglesia fue tan así que, a los niños en el bautizo, antiguamente -aunque no tanto- varios de nosotros sí recibimos un granito de sal en la boca. Ahora si el padrecito lo hace lo van a denunciar por maltrato de niños. Pero le metía un granito de sal en la boca para decir: “La sabiduría de Dios entre en tu vida”. Y cuando los exorcistas bendicen el agua, ponen sal.
La sal significa conservar, pero la sal también significa dar sabor.
El significado está en esto: La sal servía para conservar, no había refrigeradoras en el pasado, se utilizaba la sal. ¿Cómo se hacía con el pescado? Se guardaba en la sal. ¿Cómo se hacía con las carnes? ¿Cómo se hace el charque? se prepara con la sal para que se conserve. Entonces la sal significa conservar, pero la sal también significa dar sabor. Dar sabor es darle el gusto, pero ¡Atención! Si le meten demasiada es un disgusto.
Tienen que aportar el gusto, la belleza, el sabor, la luz a esta vida.
Entonces la sal tiene que ser medida, calibrada y en el mismo tiempo que la sal está ligada a esta imagen de la sabiduría dice Jesús: “Ustedes los discípulos de Jesús son la sal de la vida” que quiere decir que, en medio de esta cultura, ustedes son los que le tienen que aportar el gusto, la belleza, el sabor que tiene que darle una luz a esta vida, su cultura, su manera de ser.
No pueden estar en la sociedad, en la familia, en la comunidad “sin sabor”. Si no saben meter el sabor y gusto, son inútiles.
No pueden estar en la sociedad, no pueden estar en la familia, no pueden estar en la comunidad “sin sabor” ¿Por qué? Porque si están adentro y no saben meter el sabor, el gusto, son inútiles. Así lo dice el Evangelio. Pero ¡Atención! tiene que ser equilibrado ¿Por qué? Porque si una mamá dice: “Yo amo a mis hijos” pero no es capaz de soltarlos, los va a condenar a morir con ella, les va a prohibir el derecho de cambiar su vida, de crecer, de hacer su familia y de vivir. ¿Por qué? Porque es demasiado amor, es un amor que ahoga en vez que lance y propone.
Como la sal, los valores del Evangelio tienen que ser puestos en la vida.
Entonces como la sal también los valores del Evangelio tienen que ser puestos en la vida, pero iluminado, e iluminado bien ¿Por qué? Porque tienen que lanzar los gustos y al gusto de la vida y a los valores de la vida. Esto es, si no somos capaces de darle el gusto, de darle el sabor, como lo dice San Agustín y como lo dice el Evangelio, seguramente vamos a ser pisados. ¿Por qué? por que hay insignificantes.
Tu fe le tiene que dar el gusto a la vida.
Tu fe le tiene que dar el gusto y dice, “Pero si la sal pierde su sabor” ¿Qué hemos dicho? Que no puede perder y entonces dicen unos que reflexionan sobre esto “Si pierde el sabor no era sal” ¡Atención! que como cristianos podemos descubrir que ya no creemos. Y si ya no creemos quiere decir que no hemos entendido de fondo, no hemos abierto de fondo nuestro corazón.
Tenemos que darle el sabor y saber entender la fuerza del Evangelio en la buena noticia.
El predicador que ha predicado el retiro espiritual a los sacerdotes del Vicariato, decía esto en su experiencia -y es un laico, no un sacerdote- Y este laico decía: “He encontrado sacerdotes sin fe” Parece extraño y dice “Sí, son hombres del culto, son hombres que hacen las cosas de la religión, pero en su vida no creen” ¿Por qué? Son sal que ha perdido su sabor. Entonces ¡Atención! que tenemos que darle el sabor y saber entender la fuerza del Evangelio en la buena noticia que el Evangelio es en la vida, meterlo en la vida. Entonces sí, será de gusto la vida, porque el Evangelio le dará el gusto.
Cuando Jesús dice yo soy la luz del mundo son palabras conocidas, pero para los hebreos era un escándalo.
Y sigue el Evangelio con la segunda imagen que Jesús nos da: La luz. Cuando Jesús dice yo soy la luz del mundo, para nosotros son palabras conocidas, no nos dicen mucho. Para los hebreos que escuchaban, cuando Jesús dijo “Yo soy la luz del mundo”, era un escándalo. ¿Saben por qué? Porque en el templo de Jerusalén, detrás de la cortina, había la menorah, el famoso candelabro hebraico de siete brazos que estaba siempre prendido, día y noche. Ahora imaginan ustedes cuando se corta la luz, cómo basta una velita para que dé luz y nos orientamos con esta poca de luz, pero nos orientamos.
La luz ha vencido las tinieblas entonces es la que te ayuda a reconocer la realidad y el camino nuevo.
En el templo de Jerusalén, no había las luces entonces y la gran luz era la Menorah, el candelabro de 7 brazos que representaba y que era la presencia de Dios, era la luz de Dios en el Templo de Jerusalén y en la Ciudad de Dios. Jesús dice: “Yo soy la luz, no la menorah, no ésta. Yo soy la luz, yo estoy en el mundo como luz” y la luz ha vencido las tinieblas y entonces la luz es la que te ayuda a reconocer la realidad y a dar con el camino nuevo.
Con nuestra vida tenemos que ser esta luz que en la noche es capaz de resplandecer.
Meditando esto, he recordado al Santo Oscar Romero que decía: “Nosotros, con nuestra predicación, con nuestro cristiano, con nuestra vida tenemos que ser esta luz que en la noche es capaz de resplandecer, por unos segundos tan solo en el camino, y que te ayuda a entender, a ver que por delante estabas teniendo un barranco y te estabas metiendo, como un relámpago”. Pero si te estabas metiendo en el barranco, no es culpa del relámpago, mas bien el relámpago te lo ha hecho ver para que pares.
El cristiano está llamado a ser la luz dentro de las cosas de todos los días.
Entonces el Cristiano está llamado a ser la luz dentro de las cosas de todos los días, es capaz de desvelar el camino de la muerte, el camino de la destrucción, y es capaz de orientar como la ciudad puesta en el norte, que de por sí, por estar ahí es capaz de orientar y de desvelar todo lo que es falso, todo lo que es tiniebla, todo lo que es barranco, es capaz de indicar el camino correcto, el camino que salva, el camino que promueve la vida. Y esto son ustedes, ustedes son sal de la tierra, ustedes son la luz del mundo.
Con esta luz, puedes mostrar el camino que construye vida o hacer ver el camino que construye muerte.
Este es el llamado de Jesús y nosotros tenemos el desafío de portar esta luz al mundo, puede que te persigan, lo ha dicho la última bienaventuranza el domingo pasado, “felices ustedes cuando les perseguirán por causa del Evangelio y por causa mía”. Cuando tienes el coraje de llevar esta luz, de mostrar el camino de hacer ver que estamos construyendo vida o hacer ver que estamos construyendo muerte, claro que te acarrea problemas, porque los que tienen la tiniebla, por que ciertos comercios se hacen de escondidas, ciertos comercios se hacen de noche, ciertas cosas se meten ahí cuando nadie te ve.
El cristiano es capaz de hacer verdad en la vida, cuando otros quieren hacer falsedad.
Entonces ahí el cristiano es llamado a ser esta luz que resplandece, que ilumina, que es capaz de hacer verdad en la vida, cuando otros quieren hacer falsedad en la vida y en la historia, cuando otros quieren construir en la confrontación, en la mentira, el cristiano está ahí para llevar la luz. Sirve el coraje, dense un tiempito los que son mayores y que no navegan en internet, digan a sus hijos hazme ver el texto de lo que ha dicho el Papa estos días en África, lean el texto que ha dicho el papa hoy en Sudán. Lean este mensaje al final, el mismo Papa les ha dicho: “Disculpen si soy directo y franco y no diplomático, pero yo no puedo acallar cuando veo sufrir la gente, y es una pasión que tengo por las personas y por la gente”
No podemos construir en la confrontación diciendo: “Ha empezado el otro, entonces hago lo que el otro ha hecho”
Y lo dice a sus autoridades, no se puede construir un país sobre un cementerio y no se puede hacer del país un cementerio. No podemos construir en la confrontación, no podemos construir diciendo: “ha empezado el otro, entonces estoy autorizado a hacer lo que el otro ha hecho”, no se puede construir así. Así se construyen los cementerios, así se destruye, así se aniquila, así se construye pobreza, así se construye muerte.
Vayan salgan y sean luz, venzan a las tinieblas, lleven luz, lleven vida, porque la luz es vida.
El cristiano es la luz y tiene que saber ser esta luz que ilumina el camino, que orienta, que guía. Y bien he de decir una cosa sencilla: Vayan, salgan y sean luz, resplandezcan en las tinieblas, venzan a las tinieblas, lleven luz, lleven vida, porque la luz es vida. Y esta noche que hemos posesionado al Padre Mariano y el ha jurado delante de todos nosotros de servir a la comunidad, primero está llamado a ser esta sal y esta luz, con la colaboración del P. John, con la colaboración del P. Juan Carlos que esta noche no está, porque está todavía con trámites para su estadía. Pero está el equipo sacerdotal, acompañado por los equipos de las Hnas. Claudette, Luciane.
Religiosos, los miramos para ver cómo ser luz, para prender nuestra velita a la luz que son ustedes.
Los demás están llamados a ser un equipo que les ayude a ser luz y que, lo quieran o no, ustedes religiosos son esta ciudad puesta en el monte, que todo el mundo los miramos para ver cómo ser luz, para prender nuestra velita ahí a la luz que son ustedes y para que ustedes nos ayuden en eso, para que nosotros, ahí donde hay oscuridad, donde falta la luz, como a veces se corta, podamos ser esta velita que será pequeña pero es suficiente para no chocar, porque en la casa es así. Cuando cortan la luz, basta que tu logres alcanzar tu velita, la prendes ya te ubicas, ya sabes cómo no chocar, cómo no hacerte daño, ya sabes cómo no romper las cosas siendo luz.
Si, a la luz del equipo sacerdotal, el equipo religioso, equipo de animadores, catequistas, evangelizadores, misioneros, sean la luz. Todos nosotros somos la luz, ustedes son la sal de la tierra, ustedes son la luz del mundo, así debe brillar ante los ojos de los hombres.