Mons. Braulio Saez cumple 47 años de ordenación. Se ordenó presbítero poco después del Concilio Vaticano II, desde entonces ha visto pasar casi medio siglo de profundos cambios en la vida de Iglesia. Oriundo de Burgos- España, pasó casi todos sus años de sacerdote fuera de su país: “Apenas viví un año y medio mi sacerdocio en España, la mayoría lo he vivido en América Latina –porque- Yo siempre quise ser sacerdote para ser misionero” afirma con convicción.
Recibió su ordenación un 25 de marzo de 1968 en la Orden de los Carmelitas. En la entrevista que presentamos a continuación Monseñor abre su corazón y nos cuenta con nostalgia y alegría los recuerdos más preciados de su vida sacerdotal, habla de los cambios que ha visto suceder en Iglesia durante estos 47 años de su ministerio, nos comparte algunos tip´s para alimentar nuestra vida espiritual y más.
Les invitamos a disfrutar esta entrevista inextensa.
¿Qué es lo que más recuerda del día de su ordenación sacerdotal hace 47 años?
Lo que más recuerdo de aquel día es el deseo que tenia de llegar a ser sacerdote, para mí el sacerdocio fue una vocación que la fui descubriendo desde muy joven yo diría casi desde niño y una vocación que se fue moldeando y fraguando al calor de muchas personas, de mi familia sobre todo, al calor de mis amigos, de mis hermanos.
Una familia que lo animó siempre a ser sacerdote y a ser misionero
Mi familia siempre estuvo bien ilusionada con mi sacerdocio. Lo que más recuerdo es saber que es el saber que el Señor es el que me llamó, el que me eligió, es el Señor el que te predestina para vivir esta vocación tan maravillosa que es darse a los demás y ser otros Cristos.
Mi familia también me animó en el ministerio de mi sacerdocio para ir a América Latina y vivir el sacerdocio en medio de este pueblo tan extraordinario, tan fantástico del que realmente yo me siento tan parte de él.
Apenas viví un año y medio mi sacerdocio en España, la mayoría lo he vivido en América Latina. Cuando me todo partir de mi país le costó mucho a mi familia asimilar mi partida, pero yo siempre quise ser sacerdote para ser misionero para tomar ese mensaje de Jesús “Vayan y hagan Discípulos a todos los pueblos”, y para mi ese mensaje de Jesús fue un interpelante muy fuerte para anunciar la palabra de Dios y para dar mi vida por los demás.
Yo creo que el sacerdocio no es solamente para disfrutar uno su vocación, no es solamente para vivir uno lo que Dios le ha regalado porque es un regalo de Dios, sino que es un regalo que hay que compartirlo y que hay que donarlo hacia los demás.
¿Qué ha cambiado en la Iglesia desde que usted se ordenó sacerdote hasta el día de hoy?
La Iglesia ha cambiado muchísimo desde que yo me ordené sacerdote el año 1968 hasta hoy, ha dado un vuelco radical, tenemos que pensar que el año 68 apenas había terminado el Concilio Vaticano II donde comenzaba a llevarse adelante todos los cambios y la nueva mentalidad que el Concilio había impregnado en la vida de la Iglesia y realmente han sido cambios muy hermosos y ha sido animados por el Espíritu Santo.
“Hoy tenemos un sentido más transparente de Cristo”
El Papa Juan XXIII decía que entre airea nuevo a la Iglesia y que venga el Espíritu Santo y que quite de la Iglesia todas esas cosas que se han ido acumulando a lo largo de los siglos y que resplandezca justamente la belleza del Evangelio y la Belleza de Cristo, y realmente yo creo que una de las cosas más bonitas es que hoy tenemos una idea y una imagen, un sentido mucho más transparente de Cristo, un Cristo cercano con nosotros, un Cristo Dios pero un Cristo muy humano, un Cristo que lo descubrimos en tantas situaciones de nuestra vida.
Hoy la Iglesia es más cercana y metida en las realidades del mundo
Y luego, una Iglesia tan cercana y metida en la realidad del mundo, y como nos dice el Papa Francisco: una Iglesia que quiere estar en la periferia y que quiere meterse en los sectores más abandonados como son los pobres.
La iglesia ha cambiado mucho pero pienso que ha sido para bien, porque la Iglesia está guiada y animada por el Espíritu Santo y somos nosotros los que tenemos que saber interpretar lo que el Espíritu nos pide a cada momento y en cada situación.
¿Cuáles son los momentos que han marcado su vida en estos 47 años de Ordenación Sacerdotal?
Primero mi llegada a América para mí fue muy bonita, muy soñadora pues yo tenía 27 años cuando llegue. Trabajé mucho, estuve en Uruguay los 11 primeros años, fueron años muy difíciles por los años 70 al año 82, fueron años de muchos sueños e inquietudes de una Iglesia muy metida en la realidad de Puebla, de Medellín, años en los que trabajamos mucho para que esos dos acontecimientos eclesiales fueran justamente algo vivo en la vida de las Parroquias, en la vida de las comunidades y recuerdo que la Parroquia en la que yo estaba había gente muy comprometida para hacer realidad Medellín y Puebla.
Luego viene Santo Domingo en donde fueron tiempos muy difíciles de mucha convulsión, de muchos sueños, de mucha utopía y sobre todo de muchas ganas de querer hacer que la Iglesia sea realmente un instrumento de transformación de la sociedad, de una sociedad diferente, de una sociedad nueva. Aprendí muchos en estos años con la gente del pueblo, escuchando las necesidades, fueron años también de convulsión, de grupos guerrilleros, de grupo de muy de avanzada y había que responder a estas necesidades e inquietudes, la teología de la liberación y tantas cosas, luego para mí fue muy importante Bolivia.
Llegar a Bolivia fue un gran cambio, me costó entrar en la religiosidad que aquí se vivía
Cuando llegue a Bolivia fue un cambio muy fuerte de aquella sociedad muy laica que se vivía en Uruguay pero muy comprometida a esta nueva realidad que fue Bolivia, me acogieron con muchísimo cariño y puedo decir que me sentí muy a gusto, en un principio me costó mucho entrar en la religiosidad, yo caí justamente en Cochabamba nada más y nada menos que en el corazón de la cancha, en el corazón de la Parroquia San Antonio con una religiosidad muy particular y muy especial, pero me metí con mucha ilusión y después trabajé mucho en la Normal Católica, trabaje con la Pastoral Juvenil y se fueron abriendo nuevos horizontes y nuevas perspectivas. Fueron para mí años muy hermosos.
Me cambiaron la vida cuando me nombraron Obispo
Luego estuve en la Paz por 5 años y después me cambiaron la vida porque me nombraron Obispo y fue otro cambio totalmente distinto, son como etapas que el Señor a uno le va preparando, primero en Uruguay, después en Cochabamba, en la Paz donde estuve como maestro de estudiantes y como formador y luego me dieron la tarea de ser Obispo
Tuve un maestro maravilloso que fue Monseñor Julio Terrazas
Cuando me nombraron Obispo gracias a Dios tuve un maestro maravilloso que fue Monseñor Julio Terrazas que en ese entonces era el Obispo de Oruro y para mí fue un guía, fue un orientador, fue un modelo y lo sigue siendo todavía hasta el día de hoy.
En ese entonces que yo no tenía ni idea de lo que significaba ser Obispo y sin embargo contando también con el pueblo, con las culturas aimaras, la cultura Quechua, los mineros, los campesinos… fueron realmente años muy hermosos que los viví con mucha intensidad y generosidad y también fueron años muy fuertes para mí.
Los caminos de Dios uno no sabe cómo los tiene que programar y el Señor quiso que yo viniera a Santa Cruz porque por la altura yo no podía seguir viviendo en Oruro debido a problemas del corazón.
No entiendo la vida sino es dándola a los demás
Ahora me encuentro aquí muy bien y feliz también dándome a los demás lo más que puedo y para mí hay un lema que es muy importante, es el lema que tengo como Obispo: “Al servicio de la Iglesia” y estar al servicio de los demás ya que no entiendo la vida sino es darla por los demás, al servicio de los otros y no servirse de los otros para vivir uno mejor, sino darse en totalidad a los demás y hacerlo con generosidad, mi manera de ser es así muy de campechano, muy sencillo y me siento muy bien así y quiero seguir siendo sacerdote desde ahí.
¿Si usted pudiera definir en unas palabras su legado como le definiría?
Es al servicio de los demás, a mí me enseño mi madre desde muy niño esta frase “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, y entonces yo pienso que esto es muy importante, Servir es entregarse, es un poco vivir el evangelio de Jesucristo, “No he venido para hacer mi voluntad, sino la voluntad de mi Padre” y la voluntad de mi Padre cual es que de la vida por los demás y aquí estamos para dar la vida por los demás.
A usted cariñosamente lo Llama el Padre de la espiritualidad ¿Qué piensa usted de este denominativo?
Pienso que eso es demasiado, yo no soy ni el padre de la espiritualidad, soy encargado de animar un poco la espiritualidad de los sacerdotes, ayudarles, acompañarles, estar con ellos, para ser el Padre de la espiritualidad hace falta más experiencia y sobre toda muchas cercanía con el Señor uno día a día va buscando al Señor. Es el Señor que tiene que primar siempre en nuestra vida y como decía San Pablo aún no hemos conseguido, aún no hemos llegado a la meta y vamos como a tientas en la fe, con muchas caídas, con muchas dificultades pero vamos caminando hacia ese encuentro con Cristo.
Queremos que usted nos comparta algunos tip´s que le han ayudado a usted y nos podrían ayudar a nosotros a crecer espiritualmente.
Bueno una de las cosas que a mí me han ayudado es la Fe, pienso que la fe es lo que a uno le da fuerza, le anima, le inquieta y le cambia la vida, si no hay una fe firme, sino hay una convicción seria en alguien y ese alguien tiene que ser Cristo, María que para mí es otro de los modelos que para mí en lo personal han sido fundamental en mi vida y San José, para mí la familia de Nazaret es una experiencia muy importante porque yo viví en una familia muy sencilla, muy humilde y para mí la figura del Padre y de la Madre y la figura de los hermanos es muy importante, San José me ayudado mucho a vivir mi sacerdocio, mi ministerio.
La Transparencia, una de las cosas más importante es ser transparente, a veces tenemos muchos recovecos los seres humanos y damos muchas vueltas para no dejarnos conocer, siempre debemos presentarnos tal y como somos, sin apariencias, sin máscaras porque una de las cosas más triste que hay es no saber presentarse como uno es.
La constancia, hay que ser constante en la vida, sabemos que no se consiguen las cosas de la noche a la mañana, el sacerdocio para mí ha sido una labor de ir conquistándola no con coimas ni con regalos, sino con convicción firme, con certeza de saber que el Señor me estaba pidiendo algo muy importante.
El servicio, estamos para hacer algo por los demás, no mirarnos a nosotros mismos, no encerrarnos en nuestro yo, hoy día uno de los grandes problemas que tiene el ser humano son los personalismos, hay que defender mi yo, hay que realizarse personalmente, hay que encontrar el sentido de mi vida, el sentido de mi vida tiene sentido en la medida que te abras al otro y te des a los demás.
Qué significa Oruro y Santa Cruz en su corazón.
Son mi vida, yo por cada lugar donde he vivido he dado la vida y cada lugar en donde me ha tocado vivir han alimentado mi vida, cada uno han marcado un hito en vi vida y en mi corazón.
Mi infancia fue en mi pueblo que era muy bonita, guardo un recuerdo maravilloso de mi infancia a pesar que fue una infancia de una familia humilde, sencilla, pobre, pero guardo un recuerdo muy cercano, después mi formación en España fue una etapa maravillosa de muchos sueños, Uruguay, Oruro, Santa Cruz, cada lugar tiene un espacio importante en mi vida y en mi corazón.
En estos 47 años quiero agradecerle al Señor por mi vocación, darle gracias por mi vida y por mi sacerdocio.