Análisis

LOS SUBSIDIOS COMIENZAN A COBRAR FACTURA

Los subsidios prolongados y generalizados a los energéticos resultan perversos. No cabe la menor duda de que varios de los gobiernos de nuestra América Latina crean o mantienen subsidios, algunas veces con muy buenas intenciones, pero las más de las veces para ganar votos, ser populares y mantenerse en el poder. Empero, los subsidios pasan factura tarde o temprano.

Los subsidios a los energéticos lastimosamente van contra toda tendencia hacia conseguir eficiencia y competitividad. Cuando los energéticos tienen muy bajos precios, nadie los valora o cuida y el consumo es generalmente desmesurado. Además no dan ninguna señal para tomar la eficiencia energética con seriedad. El derroche resulta el derrotero.

Queda además claro que los que más se benefician de los subsidios son los que más tienen, aquellos con dos o tres vehículos, los que viajan constantemente, que tienen yates, piscinas y casas con aire acondicionado y/o calefaccionadas y muchos otros placeres que se obtiene con alto consumo energético. Por lo tanto, el que menos tiene, el que anda en bus, en metro, que vive modestamente, termina subsidiando al que más tiene. Es un subsidio a los ricos.

Fuertes subsidios a la energía por prolongados periodos también llevan a desabastecimientos y cortes. Las recientes experiencias en la región son contundentes. Brasil, Chile, Costa Rica, Perú, por ejemplo, son países que no subsidian sus energéticos y es muy extraño escuchar hablar de cortes de energía eléctrica, racionamiento o desabastecimientos.

Fuertes subsidios también ahuyentan inversiones en generación de energía eléctrica y exploración de hidrocarburos. Países con tradición productora y exportadora terminan importando energía o hidrocarburos. Lo de Venezuela es patético, con una de las reservas más grandes de gas natural del mundo, importa gas por años de Colombia y de no dar un muy fuerte golpe de timón con los subsidios, terminará importando GNL. Lo que es aún más irrisorio lo hará del imperio, que está viabilizando exportaciones para subir precios, debido a la excesiva oferta de shale gas.

Los efectos citados párrafos arriba, generalmente no conmueven a los gobiernos de turno para cambiar la situación de los subsidios. Lo que si conmueve es cuando su efecto golpea las arcas públicas. Fuertes subsidios y excesivo gasto público (léase populismo) duele hasta las entrañas y no importa si son gobiernos neoliberales, socialistas, derechistas o izquierdista. Cuando la factura pega en las arcas, algo hay que empezar a hacer.

En los últimos meses vemos que varios países de la región están analizando iniciativas para salir de los fuertes subsidios a sus energéticos, situación que aplaudimos y que consolida las macroeconomías. Colombia con gran acierto lo ha estado haciendo gradualmente desde hace algunos años con los precios de los hidrocarburos y de la electricidad.

En Bolivia, a finales del 2010, se ensayó una de las medidas más neoliberales jamás vista y se trató de subir los hidrocarburos en forma abrupta, pero se tuvo que dar marcha atrás muy rápidamente. Durante todo el 2011 se han lanzado globos de ensayo mediáticos para ver cómo reacciona la población y salir de fuertes subsidios a los hidrocarburos. Tarde o temprano algo tendrá que ocurrir porque las arcas están muy afectadas por los subsidios, por el fuerte gasto social y las empresas estatales deficitarias no productivas. También se estudia subir las tarifas eléctricas a aquellos que más consumen, es decir, focalizar el subsidio, situación que así debe ser.