Análisis

LA COCA NO ESTÁ FALLANDO

Un panorama desolador con médicos en huelga de hambre, con educadores tapiados, ciudadanos que combaten con piedras y garrotes, camiones bloqueados que no pueden llegar hacia puertos chilenos, me llevaron a pensar en que el presidente Evo y sus colaboradores se encontraban inquietos, aunque mi consejera cochabambina –que es más inteligente que yo– se encargó de devolverme la esperanza en Bolivia cuando me dijo: “No se preocupe, compadre pues el Evo y sus 50 acompañantes  regresaron felices de la Cumbre que se realizó en Colombia y su Ministro de Gobierno ha dicho que la situación es “manejable”.

Como he visto muchas veces a pilotos de aviones y también a camineros manejar sus naves ayudados por alambritos, pititas y liguitas hasta el día fatal en el cual ya no hay arreglo ni compostura, dije a Macacha: “tal vez el ministro Carlos Romero tenga razón y que la actual situación sea manejable…”

Consulté con mis amigos sabios en el Bar Chuma y casi todos coincidieron al decirme “la situación está que arde pero hay orden de no aflojar…”, hasta que me acordé de un sabio aimara quien nos dijo que sus veredictos constitucionales los consulta con las hojas de la coca.

Macacha lo llamó por teléfono pero el famoso Doctor Cusi, no podría estar con nosotros porque él y todos los Magistrados del Tribunal Constitucional estarían ayer y hoy informando a la Asamblea Legislativa sobre sus labores.

Ni la cholita cochabambina ni yo sabemos leer en las hojas de la coca y llamamos a nuestro amigo yatiri Wayruru para que nos leyera en coca el final de la caótica situación por la que atraviesa nuestra nación.

El yatiri acudió de inmediato y disipó nuestra angustiosa duda de la manera como lo hacen los grandes hombres aimaras, sean magistrados o yatiris.

Sonriendo, nos preguntó qué cantidad de conflictos existían en el momento, respondiéndole Macacha que seguramente eran unos 500 porque aún no se habían podido resolver ni los de la Agenda de Octubre que fueron reconocidos al llegar el señor Evo al poder hace más de siete años.  El yatiri Wayruru no se inmutó y sonriendo nos dijo que necesitaría por lo menos una arroba de coca que Macacha puso en su delante.  Él rezó una invocación a la Pachamama y luego se puso a masticar un poco de la hoja sagrada, preguntando a mi comadre si podría invitarle un sobre de bicarbonato inglés para ingresar en un rápido trance.

Luego, cerró los ojos el yatiri y comenzó a tomar las hojas en sus manos para dejarlas caer desde una altura regular.

Luego comenzó la parte importante de la “santa lectura” como él la llamó.

Sin dejar de sonreír, Wayruru dijo acariciando las hojas verdes: “No se preocupen, mis amigos, porque toda esta desolación y este caos están fríamente calculados por la Pachamama y el Chapulín quienes ahora dicen: mayores conflictos veréis, sufriendo por ellos, peleando entre vosotros enfrentados, hasta que un día muy lejano, el día de la pera, veréis las primeras obras que el Socialismo Katarista podrá construir, y contemplaréis asombrados el Museo Faraónico de Orinoca, el nuevo Palacio de Gobierno y el nuevo Edificio Congresal.