Potosí

La Catedral potosina recupera su esplendor y el son de su órgano

Dos siglos de historia y misterio rodean a la Catedral de la Villa Imperial  de Potosí. El monumento  eclesial conserva entre sus reliquias:  piezas de oro, imágenes patrimoniales y   un órgano donado por Simón I. Patiño que  fue reparado hace poco y ahora ha vuelto a sonar.  

“En el mundo hay sólo cuatro  instrumentos como este: dos están en Europa, uno en Buenos Aires (Argentina) y otro acá, en Potosí”, dice  el párroco de la basílica mayor de Potosí, César Azurduy.

Asegura que el órgano es  la herencia que el  Barón del Estaño dejó al pueblo potosino. 

Según su relato,  hace casi un siglo, ya consolidado como magnate minero, Patiño  preguntó al pueblo potosino   si quería como regalo para la Catedral un  órgano o una  escalinata  hecha de mármol. Ante tal propuesta, y sin dudarlo, la Villa Imperial  respondió: “el órgano”.

El instrumento fue estrenado en 1935 y durante años desplegó sus notas en la Catedral hasta que dejó de funcionar hace  décadas. Fueron necesarios  29.000 bolivianos y  especialistas para   lograr que el  sonido del aire en los tubos, controlados por teclas  y pedales, volviera a resonar en la  bóveda del templo.

La reliquia que originalmente  era de fuelle (instrumento inyector de aire)  para su rehabilitación  fue adaptada a un ventilador. Pero su peculiar sonido, aquel que no se parece al de ningún otro órgano, no ha cambiado.     

 Una historia en piedra

La construcción  de la actual  Catedral de la Villa Imperial de Potosí  data de 1808. Su construcción demandó cerca de 25 años y fue erigida sobre las ruinas de un primer templo que había sufrido varios colapsos. “Son casi dos siglos de historia”, dice Azurduy. 

En 2008 el templo fue cerrado para su restauración que fue financiada por  la cooperación japonesa.

Durante los trabajos se  realizaron importantes hallazgos en el monumento. 

“Cuando se cerró la Catedral  sus paredes eran blancas con decoraciones de  pan de oro. Pero en el proceso se ha notado que había varias capas de pintura que estaban escondidas y se ha procedido a la recuperación de los colores originales”, explica. 

Franjas de color azul índigo, celestes, guindas y rosadas contrastan en los pilares y los arcos que rodean a  las imágenes  de mirada fija. Y ese no fue el único trabajo realizado   con  fondos de la cooperación japonesa.     

“La cúpula y el techo de la Catedral han sido trabajados en su totalidad. La cubierta fue objeto de una reparación completa para proteger la estructura de las lluvias y  también se hizo una  excavación para cuidar los cimientos  de la humedad”, dice el sacerdote.

 “Estas reparaciones fueron hechas en dos etapas. Una primera en   2004 y otra posterior en 2008. La inversión fue de 206 mil  y de 416 mil dólares, respectivamente. El monto proviene de fondos a contravalor que fueron gestionados por las autoridades bolivianas”, señaló el  consejero de la Embajada del Japón en Bolivia, Tatsushi Ryosenan, en una visita al templo potosino.      

    Por sus imágenes, pinturas,  construcción y las reliquias que guarda en su interior, la iglesia matriz  es considerada una de las principales de América Latina. En la torre se preservan las campanas originales hechas de aleaciones de oro, plata y plomo. Desde lo alto de la torre se respira la historia de Potosí.