En estos días escuchaba en la radio el clásico musical “te enviaré todo mi amor, cada día en una carta… sellado con un beso” (sealed with a kiss). Haberme dado tiempo para disfrutar de esa canción me movió algunas fibras: Primero que nada, la del hecho de que es un hombre enamorado que sabe lo difícil que es mantener una relación a distancia, y consciente de ello, desea mantender la llama viva, hacer de esa aspiración un compromiso y medio para que perdure.
Lo segundo es que, siempre se nos dice, a nosotros los paulinos, evangelizadores a través de los medios de comunicación, que san Pablo apóstol fue elegido como nuestro santo patrono de Congregación precisamente porque eligió el medio más inmediato de su época, las cartas, para llegar a las comunidades a las que quería evangelizar, y en ellas expresó que era el amor el que le motivaba y hasta le producía “dolores como de parto” (Gál 4,19) por el sufrimiento que le causaban estas comunidades al desviarse de Dios.
El autor de la canción lo hace para expresar el amor por una mujer, san Pablo para evangelizar, el cual es un acto de amor, que busca hacer amar.
Son dos clases diferentes de amor: el primero, hacia una mujer, más tangible en ciertos aspectos, y el segundo hacia Dios, mediado siempre por la fe, a su vez cercano en otros aspectos. Lo cierto es que es el amor el que mueve a ambos a buscar el medio de mantener la relación a flote, sabiendo que el ser al que aman le da sentido a sus vidas.
Escuchar esa canción me hizo preguntarme ¿qué hago para mantener mi llama viva? ¿Cuál esfuerzo estoy dispuesto a hacer? ¿Estoy haciendo algo diferente a lo que hice el año pasado, que recién termina, para avivar mi amor por Dios? Así que decidí empezar por pensar en voz alta simplemente expresando esta actual inquietud. Pienso actualmente: Dios mío, no quiero que este año nuevo que recién comienza sea igual a los anteriores, inspírame lo que debo hacer para mantener mi flama, amarte más y expresar mi amor todos los días, con actos que vayan en coherencia con mi deseo. No pido nada más por ahora, solo iluminación para llevar a cabo este propósito ir aprendiendo cómo obrar según él, y amar un poco más al final de este lapso. Amén.
Javier Gómez Graterol, religioso/periodista
Artículos relacionados:
Reflexión Dominical: La gran alegría de evangelizar
Evangelizar, como la música, requiere técnica
Reflexión dominical: “La dulce y reconfortante alegría de evangelizar”
Mons. Barron da consejos para Evangelizar en las Redes Sociales
Blog de Mons. Roberto Bordi, “Todos los medios para evangelizar”