Análisis

Fray Natacho: El grito de Adviento

San Marcos omite la infancia de Jesús y empieza su Evangelio con la predicación de Juan el Bautista: “Preparen el camino del Señor”; así gritaba Juan. Este es el gran grito de Adviento: preparen el camino a nuestro Dios, que viene a nosotros. Desde el primer verso, Jesús es llamado “Hijo de Dios”. Marcos sabe el largo camino que ha sido necesario recorrer para llegar desde el anuncio del Bautista hasta esta afirmación. El primer testimonio y la conclusión final aparecen juntos al principio del Evangelio de Marcos.

El Evangelista remite desde el principio el objeto central de nuestra fe: la DIVINIDAD DE JESUCRISTO, HIJO DE DIOS. Marco tiene la intención de relacionar su Evangelio con el Antiguo Testamento y por eso la cita del profeta Isaias (40,3) de la Primera lectura del día. El discípulo de Pedro anuncia la gran noticia de la salvación operada por Cristo y empieza por la predicación de Juan; el símbolo de Marcos es el león, animal del desierto. La llegada de Cristo fue preparada oficialmente por Juan el Bautista que predicaba y bautizaba en el desierto. “La desgracia del hombre moderno – decía Pascal – es la incapacidad de quedarse a solas en silencio a reflexionar”. Un sabio chino (Lao Tse) decía que “el silencio y el desierto son la REVELACIÓN de Dios”. “Escuchen ese grito en el desierto”: es la voz de Dios y de la conciencia…y le tenemos miedo!…¿Por qué?…Porque no queremos cambiar, no aceptamos la CONVERSIÓN. ¡ Sin moral no hay Fe ! El camino a seguir es concreto. Si alguien está en tinieblas y en sombras de muerte como hijo pródigo, si alguien perdió la amistad con Dios, si alguien se salió del camino de la salvación, ahora es el tiempo de volver a Dios, preparando un lugar bien dispuesto y ordenado dentro de sí. Es el tiempo de dejar a Dios entrar y habitar en nuestros corazones y mentes. Es el tiempo para escuchar su voz y vivir en verdad y justicia. Padre Bautista dice: “Es el tiempo de dar hospitalidad a Dios que ha de guiar y salvar nuestra vida. San Agustín expresaba: “Temo que el Señor pase de largo”.

En la Biblia el camino es la conducta trazada por los Mandamientos de Dios. Juan predicaba que se bautizaran para que se les perdonasen los pecados (Mc 1,4-). El hombre es un ser relacionado con Dios, con los hermanos y con las cosas; el hombre necesita. Ritos, signos…pero no hay que quedarse allí; cada SIGNO o sacramento es un reto para el cristiano; necesitamos sacramentos vividos. PREPAREN EL CAMINO. Juan no es el Salvador; no es la luz, pero tiene como misión dar testimonio de la luz. Su mensaje se centra en la conversión como preparación indispensable para la acogida del Reino. La grandeza del Pesias anunciado es muy concreta: es inerte, es grande, “es más poderoso que yo” (Mc 1,7). En Jesús, mejor que en Jerusalén, la humanidad encuentra verdaderamente a Dios. El bautismo de Juan no es como las abluciones legales sino una prefiguración del Bautismo de Jesús; Juan no puede perdonar los pecados.

Lo que sí puede es provocar una verdadera contrición que limpia el corazón como el agua del Jordán limpia los cuerpos. No hay duda que por todos los textos sopla el Espíritu, un mismo mensaje y una misma consigna: un mensaje de alegría y una consigna de urgencia. Hay que ponerse en marcha hacia el Señor que viene y que nos trae la salvación. Esperamos al más grande personaje de la historia, que viene a introducirnos en los dominios de Dios. Los profetas lo habían anunciado y la promesa se cumple: Dios interviene en la historia. La gran liberación viene con Cristo a quien Juan anuncia ya presente y que es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (jn 1,29). Pero hay que preparar los caminos del Señor; no se trata de predicar en el desierto, sino preparar el desierto de los corazones para el paso del Señor. Alturas de orgullo, asperezas de carácter, vacío de corazones: tres objetivos centrales de nuestra actividad de preparación. Prepararse para recibir a Dios es preparar la propia plenitud y glorificación.