La Paz

Erika Aldunate comparte su experiencia sinodal en Roma

Boliviana, teóloga, dogmática, doctora en historia de la Iglesia, docente y laica, invitada a participar de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos celebrada en Roma durante el mes de octubre pasado, Erika Aldunate comparte en primera persona su experiencia sinodal.

Experiencia personal

Soy Erika Aldunate Loza, teóloga dogmática y doctora en historia de la Iglesia. Son casi 20 años de trabajo en la docencia, tanto en la Universidad Católica de Bolivia como en el Instituto de Estudios Teológicos ISEAT regional La Paz.
He sido docente de muchos seminaristas, algunos de ellos son ya sacerdotes y obispos. También he dado formación a laicas y laicos de la Arquidiócesis de La Paz, la Diócesis de El Alto y de varias regiones de Bolivia.
Fuimos 15 personas elegidas para participar de la fase continental de toda Bolivia, personas muy comprometidas en sus comunidades de fe, entre ellas un obispo, dos sacerdotes, tres religiosas, y las demás, laicas y laicos. Creo que fue el lugar en que pensaron en mi para participar en el Sínodo en Roma.
Mi experiencia en Roma fue muy positiva, acogedora y cordial por parte del Papa Francisco en primer lugar, y de los cardenales, obispos y religiosas con quienes me tocó compartir.
En el primer día de retiro, alguien se me acercó y me dijo: “No tenga miedo de hablar, de decir lo que piensa, Papa Francisco quiere escuchar a las mujeres, a las y los laicos”. Esas palabras me acompañaron durante todas las sesiones y en las diferentes mesas en las que participé. No era fácil tomar la palabra en mesas mayoritariamente de cardenales y obispos, algunos de las Iglesias orientales ortodoxas que habían elegido el italiano como idioma para comunicarse.
Yo había elegido no sólo el español como idioma para comunicarme, sino también el italiano y eso me introdujo en una realidad de la Iglesia universal. De hecho, los participantes de mis dos mesas en italiano agradecieron mi presencia, les impactó el que yo sea docente en un Seminario y que haya tenido (aún hoy) muchos sacerdotes y algunos obispos como estudiantes. Alguno me dijo: “ese es el futuro de nuestros seminarios, tener más presencia femenina”.

Temas que he profundizado y aportado

Desde que me involucré en el desarrollo del Sínodo (2022), vi que éste no es sino una continuación de Vaticano II y de Aparecida. Estudié con seriedad los diferentes documentos que fueron saliendo.
Un tema recurrente y de mi interés fue el tema de la corresponsabilidad laical y en ese campo hice varios aportes, por ejemplo, dije que he constatado que laicado no se siente responsable porque el clero ha asumido un rol protagónico, pero no ha involucrado al laicado en instancias de responsabilidad y menos lo ha formado con seriedad. Nosotros en el Centro de Promoción del Laicado CEPROLAI que tiene 43 años de vida y del cual soy directora desde el 2016, hemos trabajado en la formación y promoción de todo bautizado concientizándoles en su tarea evangelizadora en el mundo, cosa que no es frecuente en otros lugares por lo que pude constatar.
Otro tema fue el de los pobres, que fue muy bien recepcionado. Siempre me gustó subrayar que la Iglesia es la cara de Jesucristo y tiene que ser pobre como él lo fue. Aporté la cita de San Pablo: 2 Cor 8, 9 que dice: “Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza” cita que entró en la síntesis final.
Se tocó el tema de la mujer, mis aportes fueron a la luz de María. Ella para mi es la mujer profética que asumió un rol crucial en la historia de salvación, se supo así misma colaboradora de Dios, y que Lucas la pone en parangón con Zacarías: anciano, varón, sacerdote, conocedor de la ley pero que dudó cuando el ángel Gabriel le dijo lo que Dios había hecho y éste lo dejó mudo, en cambio María: jovencita, virgen, pobre de Nazaret, escuchó y preguntó cómo sería lo que se pedía, a lo cual el ángel le explicó y ella dijo “hágase en mí según tu palabra” llenándose del Espíritu Santo y concibiendo en su seno al Hijo de Dios, saliendo a cantar el Magníficat junto a Isabel. Me oyeron con atención y en silencio…
Finalmente tocamos el tema de la autoridad. Dos fuimos los que dijimos que autoridad significa etimológicamente “quien te hace crecer” y yo añadí que Jesucristo no era sacerdote, fariseo o doctor de la ley, pero tenía autoridad, y ésta radicaba en su coherencia de vida, lo cual es muy importante, creo yo, al hablar de autoridad dentro de la Iglesia.

Perspectivas

En la última mesa que ya hube participado, es decir, todos regresamos a la primera mesa en la que iniciamos el trabajo sinodal, había dos monjes y una religiosa quienes propusieron volver a nuestros lugares y tener un tiempo de silencio y oración, de hecho, esa fue una de las importantes características del Sínodo. Sin embrago yo dije que tenía la tarea de, inmediatamente volviendo a Bolivia, socializar todo lo vivido, y de hecho fue así. La semana pasada estuve en la Asamblea de Obispos de Bolivia junto al cardenal Barreto del Perú compartiendo mi experiencia, lo mismo que el Seminario San Jerónimo de La Paz a mis estudiantes de Teología. Esta semana comparto la experiencia durante tres noches a la Vicaría las Villas de la Arquidiócesis paceña. Tengo agendado visitar la Prelatura de Corocoro en La Paz invitada por Mons. Pascual Limachi y el Vicariato de Pando por Mons. Eugenio Cotter. Seguro vendrán más invitaciones, por lo cual me siento feliz y privilegiada de poder compartir con nuestras autoridades y la gente de fe sencilla, toda esta rica experiencia de ser Iglesia sinodal..