(CIUDAD DEL VATICANO) Nunca se perpetre la violencia en nombre de Dios, supremo garante de la justicia y de la paz. Con su gratitud a las fuerzas de seguridad que cuidan el orden en el corazón de la cristiandad, también hoy tuvo lugar una de las tradicionales citas del Papa para las felicitaciones de comienzos de año. Benedicto XVI recibió, este medio día, a los funcionarios y agentes de seguridad que desarrollan su servicio en la Plaza de San Pedro y en las zonas limítrofes de la Sede Apostólica.
Expresando su profundo aprecio y gratitud, junto con los de sus colaboradores, por el importante y delicado trabajo que desarrollan, tutelando el orden público, sobre todo en un lugares tan frecuentados por turistas y peregrinos de todo el mundo, Benedicto XVI puso de relieve que no se trata de una tarea sencilla, puesto que la Sede de Pedro constituye el centro de la cristiandad y los católicos del mundo anhelan venir, por lo menos una vez en su vida, para rezar ante las tumbas de los Apóstoles».
Tras expresar su anhelo de que, mientras observan a los fieles que con alegría, con emoción y con espíritu cristiano van a la Basílica de San Pedro, también su fe se fortalezca, ayudándoles a llevar una vida digna de cristianos auténticos y de ciudadanos maduros, el Papa reflexionó con pesar sobre los episodios de violencia y de intolerancia contra los cristianos, que marcaron dolorosamente el año recién pasado, en varias partes del mundo:
«A menudo, en diversas partes del mundo, los cristianos han sido objeto de represalias y de atentados, pagando con su vida su pertenencia a Cristo y a la Iglesia. En el Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, del pasado uno de enero, quise subrayar la importancia de la educación de las jóvenes generaciones, en la justicia y en la paz».
Estos dos términos – justicia y paz – se usan mucho en nuestro mundo, pero a menudo de forma equivocada, señaló Benedicto XVI, reflexionando, en primer lugar, sobre lo que significa ‘justicia’:
« La justicia no es una simple convención humana; cuando en nombre de una presunta justicia, dominan los criterios de utilidad, del provecho y del afán de poseer, se llega a pisotear el valor y la dignidad humana. La justicia es una virtud que conduce la voluntad humana para que brinde al otro lo que le corresponde, en razón de su ser y de su obrar» (cfr Caritas in veritate, n. 6).
En lo que respecta al significado de la paz, el Santo Padre reiteró que no es mera ausencia de guerra o el resultado sólo de la acción de los hombres:
«Es, ante todo, don de Dios que hay que pedir con fe y que en Jesucristo encuentra el camino para alcanzarla. La verdadera paz es asimismo una obra que hay que construir cotidianamente, con la ayuda de la compasión, de la solidaridad, de la fraternidad y de la colaboración de cada uno. La paz está profundamente ligada a la justicia – animada por la verdad en la caridad – que los hombres pueden realizar a partir del contexto en que viven habitualmente: familia, trabajo y relaciones de amistad.
El Papa concluyó sus cordiales palabras alentando a rezar a la Reina de la Paz, a la que encomendó todo el nuevo año, con unrenovado y apremiante llamamiento contra la violencia en nombre de Dios:
«Queridos amigos, como fuerzas de policía, sean siempre auténticos promotores de la justicia y sinceros constructores de la paz. Roguemos a la Madre de Dios, Reina de la Paz, para que sostenga con su maternal intercesión nuestros propósitos y nuestras actividades. A Ella, encomendemos todo el 2012, para que todos lo vivan en el respeto recíproco, por el bien común, anhelando que ningún acto de violencia se cumpla nunca en nombre de Dios, supremo garante de la justicia y de la paz».